Veremos casos de subnormales que se ponen a talar árboles y la lían. Uno en África y otro en el Muro de Adriano. Cada uno de estos casos es peculiar por sus características, pero tienen el denominador común de que hay subnormales implicados.
Unos africanos se ponen a cortar un árbol gigante y se lo cargan todo
La verdad es que las medidas de seguridad están hechas para gente que aprecie en algo su vida y esto no suele ser común ni siquiera en lo que llamamos el primer mundo. Por lo tanto, con menos razón se va a seguir ninguna regla de nada en países donde toda esa supuesta parafernalia de normativas de seguridad que a veces nos dan tanta pereza ni existen ni se les espera.
En este caso tenemos un gran ejemplo de cómo todo eso tendría que verse compensado de alguna manera por un poco de sentido común y sentido también de la conservación propia y ajena. Pero tampoco. Se trata de un individuo que se sube a un árbol para cortarlo y sin tener en cuenta que hay que atarse a algún sitio o llevar un casco o si quiera mirar que cerca del árbol hay una especie de grúa que puede tener algún efecto secundario si cortas el árbol al lado de ella. Pero nada de esto entró en los cálculos del simpático podador y sus amigos, que procedieron a talar aquello por las buenas.


La grúa impacta directamente en su cráneo y lo arroja del árbol
Lo que pasa a continuación es una auténtica locura. El podador que se monta literalmente en el árbol que está cortando con una sierra mecánica tiene tiempo de ver como la grúa se precipita a toda velocidad hacia él, pero de alguna manera queda paralizado por el pánico o no sabe qué hacer. El caso es que la grúa impacta directamente en su cráneo y lo arroja del árbol como si estuviera de acuerdo con el difunto tronco que acaba de talar. Tanto los restos del árbol como de la grúa se precipitan por todas partes, causando un verdadero caos en el que posiblemente haya habido más heridos, porque da la impresión de que se cargan todo a su alrededor.
Pero lo más impactante es con diferencia el momento en el que el podador que recibe el golpe en la cabeza cae del árbol, seguramente ya sin vida. El golpe es brutal y hubiera matado a un elefante en el acto, ya que al peso de la grúa hay que unirle el hecho de que la aceleración que lleva al caer sin oposición contra el hombre es tremenda.
La sierra mecánica también se cae por ahí y cada uno intenta buscar la salvación como puede en medio de una masacre. Es una escena dantesca que sólo tiene una ventaja y es que nos puede enseñar la verdadera utilidad de las medidas de seguridad que a veces tanto despreciamos y minusvaloramos.
Condenados dos idiotas a cuatro años de prisión por la tala del árbol de Robin Hood

Un tribunal británico ha condenado a cuatro años y tres meses de prisión a Daniel Michael Graham, obrero de 39 años natural de Carlisle, y Adam Carruthers, mecánico de 32 años de Wigton, tras considerar probado que ambos talaron de forma ilegal y deliberada el Sycamore Gap Tree, también conocido como el árbol de Robin Hood.
El emblemático arce, ubicado junto al Muro de Adriano en el Parque Nacional de Northumberland, era considerado Patrimonio de la Humanidad de la Unesco y se había convertido en uno de los símbolos naturales más reconocidos del Reino Unido.
Un acto planificado y filmado
Según recoge la sentencia, ambos condenados planearon la tala, la ejecutaron de madrugada el 28 de septiembre de 2023, en estado de embriaguez, y grabaron la acción con una motosierra. La jueza Lambert, encargada del caso, señaló que “una broma de dos hombres borrachos no basta para explicar semejante acto” y subrayó que “ambos disfrutaron talando el árbol”, según recoge la BBC.
En el caso también se detuvo inicialmente a un menor de edad, que fue puesto en libertad sin cargos.
El Sycamore Gap alcanzó fama internacional tras aparecer como escenario natural en la película Robin Hood, Príncipe de los Ladrones (1991), protagonizada por Kevin Costner. Ganó además varios premios nacionales y era considerado por muchos como uno de los árboles más fotografiados y queridos de Inglaterra.
Para Andrew Poad, portavoz del National Trust, la pérdida es irreparable:
“Este árbol icónico jamás podrá ser reemplazado. Era un santuario para muchos y pertenecía a la nación y a sus ciudadanos. Semejante vandalismo es absurdo e inimaginable”.
Tras el acto vandálico, lo que queda del árbol se ha resguardado en un lugar secreto para evitar actos de pillaje o reventa ilegal de la madera.
Situado junto al Muro de Adriano, una muralla construida por los romanos en el siglo I d. C. para proteger el imperio de incursiones del norte, el árbol ocupaba una hondonada natural que lo convertía en uno de los paisajes más icónicos del norte de Inglaterra. El Woodland Trust, la principal organización británica de conservación forestal, lo había declarado en múltiples ocasiones como uno de los árboles más bellos del país.
Hoy, mientras el National Trust trabaja para regenerar su legado mediante semillas, esquejes y técnicas de clonación, la condena a Graham y Carruthers marca un precedente ejemplar frente a delitos contra el patrimonio natural.

El regreso del árbol de Robin Hood tras haber sido talado
Durante casi 300 años, el Sycamore Gap, conocido popularmente como el árbol de Robin Hood, fue uno de los símbolos naturales más icónicos del Parque Nacional de Northumberland, en el Reino Unido. Situado junto al histórico Muro de Adriano, se convirtió en uno de los árboles más fotografiados del país y en 2016 fue galardonado con el premio Árbol del Año de Inglaterra. Sin embargo, en la noche del 27 de septiembre de 2023, el Sycamore Gap fue talado en un acto de vandalismo que conmocionó a miles de personas dentro y fuera de Reino Unido. La noticia se convirtió en un fenómeno internacional, despertando una oleada de tristeza y de llamadas a la acción para proteger este patrimonio natural.
El National Trust, organización conservacionista responsable del árbol junto con la administración del parque nacional, quedó profundamente impactado por el suceso. A pesar de la tristeza inicial, la organización trabaja ahora para mantener vivo el legado del árbol y garantizar su permanencia para las generaciones futuras. Para ello, el equipo ha puesto en marcha un ambicioso plan de recuperación basado en tres estrategias complementarias: semillas, esquejes e injertos clonados.
Poco después del acto vandálico, el National Trust extrajo semillas y esquejes del árbol original y los trasladó a su Centro de Conservación de Plantas.
- Propagación a partir de semillas:
Las semillas recogidas se sembraron en sustratos sin turba y, según confirma la organización, ya han germinado varias docenas, una primera señal de esperanza para regenerar nuevos árboles genéticamente próximos al Sycamore Gap. - Injertos a partir de esquejes:
Paralelamente, se están realizando injertos utilizando los esquejes extraídos del árbol talado. Se han empleado dos técnicas principales: el injerto de látigo y lengua (también llamado inglés) y el injerto de cuña. En ambos casos, los esquejes se insertan en patrones de la misma especie —es decir, la planta que aporta la raíz— para fomentar su desarrollo. - Clonación mediante brotación:
La tercera vía es la técnica de brotación, que busca crear réplicas genéticamente idénticas del árbol perdido. Este método consiste en injertar una única yema del Sycamore Gap en un patrón de la misma especie, aumentando así la posibilidad de conservar exactamente sus características.
La organización reconoce que todavía queda un largo camino antes de ver verdaderos retoños prosperar en el lugar original, pero se muestra optimista respecto a los primeros avances.
Un tocón que sigue vivo
Además de estos esfuerzos, el National Trust conserva el tronco talado y ha instalado una valla temporal alrededor del tocón, que aún permanece vivo. Se espera que, con el tiempo, pueda producir nuevos brotes por sí mismo. Aun así, los expertos advierten que podrían pasar hasta tres años antes de saber si esto será posible. La historia del árbol de Robin Hood es ahora también la historia de una lucha por la conservación y la esperanza. Aunque el Sycamore Gap fue abatido en una sola noche, su legado podría florecer de nuevo gracias a la ciencia, la dedicación y el compromiso de quienes trabajan para devolverlo a la vida.