Cuando uno sufre una estafa no solamente pierde dinero en el proceso, sino también una parte importante de su inocencia y su autoestima, pues la sensación de que se han reído de ti y te han utilizado no es fácil de digerir para nadie y menos si eres una buena persona incapaz de hacerle eso a los demás. Desgraciadamente, este tipo de personas que se dedican a hacernos la vida imposible a los demás no son ni mucho menos escasas y cada vez son más abundantes y más variadas las formas en que los estafadores escogen y golpean a sus víctimas. Hablamos con un abogado en Bilbao especialista en phishing y otras estafas sobre todo esto y recorremos poco algunos casos surrealistas de estafas que están a la orden del día y que muchas veces ni se denuncian por vergüenza o por otras causas. Inclusive ha llegado a suceder que, en una famosa estafa de tiempos recientes, las víctimas no llegaron a denunciar nunca porque acabaron asesinadas en el famoso triple crimen de Morata de Tajuña, al que ya nos hemos referido alguna vez aquí.
Hablamos con un abogado de Bilbao especialista en estafas sobre los mayores timos
Empecemos con uno de los más surrealistas para mí, que es este caso de Morata de Tajuña. Y lo hacemos con la asesoría de Marcos Arenas Alegría, se consolida como uno de los abogados más destacados en el ámbito de las estafas y delitos financieros en Bilbao. Con una carrera de más de 30 años, su experiencia abarca desde casos de fraude corporativo y ciberestafas hasta complejos esquemas piramidales y delitos relacionados. Su enfoque de objetivos y su conocimiento profundo del marco legal lo han posicionado como un referente en su área.
La empatía y el trato personalizado son valores fundamentales en su práctica profesional. Marcos Arenas Alegría entiende que detrás de cada caso de fraude hay personas que enfrentan pérdidas económicas y emocionales significativas. Por ello, su compromiso no solo se centra en ganar litigios, sino en brindar apoyo integral a sus clientes durante todo el proceso legal. Reconocido por su éxito en casos de alto perfil, Marcos Arenas Alegría también ha sido invitado a participar como ponente en seminarios y conferencias sobre estafas y litigios mercantiles, compartiendo su visión sobre la evolución de las estafas y los retos legales que estas plantean. Además, colabora activamente en la prevención del fraude, promoviendo iniciativas para educar y proteger a la ciudadanía frente a estas amenazas.
Mujer ingenua acude a Barajas a recoger una maleta con millones de un soldado americano
Se trata del momento culminante de una estafa surrealista que se fue extendiendo desde una mujer mayor que picó el anzuelo del famoso soldado americano en problemas. Rápidamente involucró a sus hermanos, uno de los cuales se encontraba completamente anulado por su incapacidad intelectual, y los estafadores fueron devorando rápidamente y sin pausa los recursos literarios e inmobiliarios de esta familia de personas mayores de clase media. Es una historia realmente alucinante que termina de una forma terrible, con nada menos que cuatro muertos hasta la fecha, aunque no descartamos que el asesino pakistaní acabe matando a más gente en prisión. Pero vamos a empezar por el principio en lo que se ha conocido como el triple crimen de Morata.
Eran tres hermanos que, de no haber caído en una trampa, nunca habrían figurado en las páginas de la prensa. Dos mujeres y un hombre que formaban parte de una familia acomodada y respetada en Morata de Tajuña (Madrid). Amelia, de 71 años, había sido anticuaria; Ángeles, una profesora jubilada de 76; y Pepe, de 79, vivía con una incapacidad. Siempre independientes, con formación y recursos, jamás pidieron ayuda a nadie. Es más, se decía que eran generosos y, en ocasiones, algo derrochadores. Sin embargo, su historia cambió radicalmente cuando cayeron en una elaborada estafa amorosa. Durante ocho años, unos estafadores profesionales les hicieron creer que dos apuestos militares estadounidenses estaban enamorados de ellas. Promesas de amor eterno y riquezas futuras las convencieron para entregar todo lo que tenían: vendieron propiedades, empeñaron sus pensiones y pidieron dinero a vecinos. La confianza ciega en aquellos desconocidos las llevó a una ruina total. Incluso cuando su entorno intentó advertirles, no quisieron escuchar. Vivían, sin saberlo, un engaño letal.
La llegada de Dilawar Hussain: el pakistaní asesino de Morata de Tajuña
En su desesperación, sin a quién más recurrir, Amelia y Ángeles acogieron en su casa a Dilawar Hussain Fazal Choudhary, un hombre de origen pakistaní de 43 años. Este señor regentaba un locutorio en Arganda del Rey, el lugar donde las hermanas enviaban dinero a sus supuestos novios. Allí lo convencieron de prestarles 60.000 euros y prometiéndole que, gracias a la herencia que estaban a punto de recibir, pronto le devolverían 120.000. Atraído por la promesa de una gran ganancia, Dilawar accedió. Otro hecho inexplicable.
Sin embargo, cuando pasó el tiempo y no vio señales de reembolso, la situación se tensó. En 2022, Dilawar se mudó a la casa de las hermanas como parte de un acuerdo por la deuda, pero la convivencia se tornó conflictiva. En febrero de 2023, en un ataque de ira, golpeó a Amelia con un martillo y arrancó un pendiente de la oreja de Ángeles. Como consecuencia de este ataque brutal fue detenido y enviado a prisión, donde le impusieron una orden de alejamiento. Liberado en septiembre de 2023, Dilawar planeó de inmediato su venganza. En diciembre, armado con una barra de hierro, se dirigió al domicilio de los hermanos. Allí, los atacó brutalmente, matándolos y quemando parcialmente sus cuerpos. Los cadáveres no fueron descubiertos hasta días después. Tras cometer el triple asesinato, Dilawar se entregó voluntariamente a la Guardia Civil. Su confesión fue directa: “Soy el que ha matado a los tres hermanos. Me habían arruinado”. Alegó que las deudas y el impacto que tuvieron en su vida lo llevaron a tomar esa decisión extrema.
Nadie está completamente a salvo de caer en una estafa
Los expertos en ciberdelincuencia señalan que nadie está completamente a salvo de caer en una estafa de este tipo. Los estafadores, maestros de la manipulación emocional, construyen un vínculo con sus víctimas basado en palabras dulces, promesas y atenciones constantes. Una vez ganada la confianza, empiezan las demandas económicas. Las víctimas, atrapadas en el engaño, sienten vergüenza de admitir lo ocurrido, y muchas terminan perdiendo todo: dinero, dignidad y, a veces, incluso la vida.
En el caso de Amelia y Ángeles, no hubo desengaño antes de su muerte. Ellas fallecieron creyendo que sus «novios» eran reales y que, en algún momento, vivirían junto a ellos una vida llena de amor y riqueza. No sabían que las imágenes que besaban cada noche en sus teléfonos pertenecían a personas reales, ajenas al fraude: un general de la OTAN y un exministro de Letonia. Lo que comenzó como un inocente mensaje en Facebook con frases como “Tu sonrisa caprichosa me llamó la atención” o “La increíble belleza con la que Dios te creó me asombró”, terminó en tragedia. Una historia que, aunque desgarradora, sirve como advertencia: los estafadores románticos son expertos en explotar los sueños y vulnerabilidades de sus víctimas, dejando un rastro de destrucción a su paso.
Un asesino que se justifica: mi madre murió de hambre
Los hermanos asesinados lo llamaban Dani. Así se referían a él los Gutiérrez Ayuso, tres personas que Dani, también conocido como «Dani el Negro» –el apodo de Dilawar Hussein, un hombre nacido en Pakistán hace 42 años–, asesinó brutalmente en su casa de Morata de Tajuña (Madrid) el 17 de diciembre.
El motivo principal del triple homicidio no fue únicamente el dinero que les había prestado y que nunca le devolvieron. Según ha informado CASO ABIERTO, canal de investigación y sucesos de Prensa Ibérica, Dilawar confesó a la Guardia Civil la razón definitiva detrás de sus acciones: «mi madre murió de hambre en Pakistán por su culpa.»
Un préstamo con consecuencias trágicas
Dilawar, que llevaba 12 años en España con nacionalidad española y sin antecedentes penales, enviaba dinero mensualmente a Pakistán para que su madre, que vivía en la miseria, pudiera sobrevivir. Él era su único sustento. Sin embargo, en 2021, prestó entre 25.000 y 30.000 euros a las hermanas Amelia y Ángeles Gutiérrez Ayuso, esperando recuperar el doble de esa cantidad cuando cobraran una supuesta herencia. Lo que Dilawar no sabía es que las mujeres estaban siendo víctimas de una estafa amorosa, y nunca recibieron el dinero prometido.
Tras prestarles el dinero, Dilawar perdió su negocio y sus ahorros. Incapaz de pagar un alquiler, se mudó a vivir con la familia Gutiérrez Ayuso, pero la devolución del préstamo nunca llegó. Con ello, también perdió la posibilidad de enviar la ayuda mensual a su madre en Pakistán. En febrero de 2023, desesperado, atacó a una de las hermanas con un martillo. Fue detenido y encarcelado en la prisión de Estremera (Madrid), donde recibió la noticia de la muerte de su madre por inanición. Ante la Guardia Civil, aseguró que su madre había fallecido por culpa de la deuda impagada de las hermanas. Determinado a vengarse, Dilawar optó por «portarse bien» en prisión para reducir su condena. Se declaró culpable, aceptó una sentencia reducida (de cuatro a dos años) y salió en libertad en septiembre de 2023, con un único propósito: ajustar cuentas.
El día del crimen de Morata de Tajuña
El 17 de diciembre, Dilawar caminó desde Arganda del Rey, donde vivía precariamente en un piso compartido, hasta Morata de Tajuña, recorriendo unos diez kilómetros campo a través. Llegó de noche, saltó la valla de la casa de los Gutiérrez Ayuso y se escondió debajo de una escalera. Según su relato, sabía que los hermanos desconectaban la alarma de la casa por la mañana, así que esperó pacientemente.
A las diez de la mañana, Pepe, el hermano, salió a desactivar la alarma. Dilawar lo atacó, golpeándolo en la cabeza con una barra de hierro, hiriéndolo gravemente. Luego, arrastró su cuerpo al interior de la casa y, con la misma barra, asesinó a las dos hermanas. Tras cometer los crímenes, tomó un autobús de regreso a Arganda del Rey, llevándose consigo la barra utilizada como arma.
Los cuerpos de los tres hermanos no fueron descubiertos hasta el 18 de diciembre. Tres días después, Dilawar se presentó en el cuartel de la Guardia Civil y confesó los asesinatos, explicando su verdadera e injustificable motivación: la deuda económica y la muerte de su madre, que eran reales, pero que no explicaban en ningún caso el grave daño que realizó a unas personas que se encontraban con la voluntad anulada.
Un nuevo crimen en prisión
Tras su confesión, Dilawar fue encarcelado nuevamente, esta vez acusado de triple asesinato. Sin embargo, su comportamiento en prisión cambió radicalmente. El 15 de febrero, mató a golpes a su compañero de celda, un ciudadano búlgaro, añadiendo otro homicidio a su historial. Dilawar Hussein, ahora conocido por su brutalidad, enfrenta una larga condena tras una serie de crímenes marcados por la desesperación, la venganza y la tragedia.
10 razones por las que solemos caer en estafas
Marcos Arenas reflexiona con nosotros sobre las razones por las que caemos en estafas. Como abogado especialista en estafas en Bilbao, con casos de todo tipo, suele observar unas tendencias en común en este tipo de situaciones y vamos a comentarlas aquí.
- Creemos que “eso no me pasará a mí”.
La confianza excesiva nos hace subestimar los riesgos de ser víctimas de fraude. Pensamos que estamos preparados, pero la realidad es que cualquier persona puede ser engañada, especialmente en el mundo digital. Las hermanas de Morata de Tajuña, por ejemplo, siempre negaban ser víctimas de un fraude cuando los vecinos intentaban prevenirlas.
2. La revolución de Internet amplifica el alcance de los estafadores.
Internet ha cambiado nuestras vidas, pero también ha potenciado las oportunidades para los delincuentes. Antiguos esquemas de fraude han encontrado nuevas formas de ejecutarse en línea, exponiendo a millones de usuarios desprevenidos. Las redes sociales, por ejemplo, ofrecen mucha información gratuita y muy fresca sobre potenciales víctimas, ya que la gente cuelga ahí cualquier cosa. La información que compartimos en redes sociales puede ser utilizada para crear historias creíbles y personalizar las estafas. A medida que publicamos más detalles sobre nuestras vidas, aumentamos el riesgo de convertirnos en objetivos fáciles. Nuestras huellas digitales se convierten en armas contra nosotros
3. Las estafas son cada vez más sofisticadas y tratamos con expertos narradores de historias que llegan a ciertas personas.
Los estafadores perfeccionan sus métodos con cada generación. Utilizan técnicas refinadas, como correos electrónicos de phishing cuidadosamente diseñados, que pueden parecer legítimos a primera vista. Los estafadores crean relatos convincentes que logran captar la atención de las personas. Incluso se aprovechan de eventos actuales, como pandemias o emergencias, para manipular emociones y ganar la confianza de sus víctimas.
4. Juegan con la sensación de urgencia
Muchas estafas generan presión con frases como «oferta por tiempo limitado» o «actúe ahora». Esto obliga a las personas a tomar decisiones apresuradas sin verificar la legitimidad del mensaje. El caso del phishing es paradigmático: pensemos en la prisa que nos meten a la hora de intentar colarnos el gol de nuestra vida. Además, la distracción y la vulnerabilidad son aliadas del fraude. Momentos de estrés, enfermedad o cansancio nos hacen menos atentos a los detalles. En estos estados de vulnerabilidad, los estafadores encuentran la oportunidad perfecta para actuar.
Abogado especialista en phishing en Bilbao
El phishing es una técnica de ciberdelincuencia que busca engañar a las personas para que revelen información personal sensible, como contraseñas, números de tarjetas de crédito o datos bancarios. Los atacantes, haciéndose pasar por entidades legítimas como bancos, plataformas digitales o incluso contactos cercanos, manipulan a sus víctimas mediante mensajes persuasivos para obtener sus datos de manera fraudulenta.
¿Cómo funciona el phishing? Los ataques de phishing suelen llegar a través de correos electrónicos, mensajes de texto (smishing), llamadas telefónicas (vishing) o redes sociales. Estas comunicaciones incluyen enlaces o archivos adjuntos diseñados para redirigir a las víctimas a páginas web falsas, muy similares a las originales, donde introducen su información. Otra táctica común es adjuntar archivos infectados con malware o solicitar datos directamente bajo la excusa de resolver un problema urgente.
5. A todos nos atraen las cosas gratis
Promesas de obsequios o retornos de inversión altos son anzuelos comunes. Ya sea por necesidad económica o simple deseo, las personas suelen caer en la trampa de algo que parece una «oportunidad única».
6. Confiamos en figuras de autoridad
Los estafadores a menudo se hacen pasar por representantes de instituciones gubernamentales, empresas conocidas o expertos. Aprovechan nuestra inclinación a confiar en figuras que proyectan autoridad y legitimidad.
7. Apelan a nuestra empatía
Historias emotivas de tragedias o solicitudes de ayuda explotan nuestra humanidad. Incluso si sospechamos, a veces preferimos colaborar «por si acaso». Este enfoque es especialmente efectivo en crisis globales o situaciones personales conmovedoras. Esto se ha visto especialmente en el caso de las inundaciones de Valencia, cuando un montón de personajes turbios y hasta de instituciones de todo tipo han intentado y seguramente conseguido recaudar un montón de dinero que es difícil que puedan justificar como empleado en esa ayuda que prometen.
Entender estas razones nos permite estar mejor preparados y tomar precauciones para evitar caer en las trampas que los estafadores han perfeccionado. Internet es un recurso valioso, pero es fundamental usarlo con cautela.
Tania Head: la impostora más grande del 11S era española
Tania Head es el nombre que utilizó Alicia Esteve Head, una mujer española que ganó notoriedad al hacerse pasar por una sobreviviente del ataque al World Trade Center del 11 de septiembre de 2001. Durante varios años, logró infiltrarse en la comunidad de víctimas y sobrevivientes, llegando incluso a ocupar un puesto destacado como presidenta de la Red de Sobrevivientes del World Trade Center. Su historia falsa es considerada uno de los casos más notorios de impostura en tragedias recientes.
La historia que contó era acojonante. Tania afirmó haber estado en la Torre Sur del World Trade Center durante el ataque. Según su relato, trabajaba para Merrill Lynch en el piso 96 y sobrevivió milagrosamente al impacto del avión. Dijo haber sufrido graves quemaduras en el brazo y perdido a su prometido, Dave, en la Torre Norte. Su relato incluyó detalles emotivos sobre cómo la ayudaron a escapar y el dolor de haber perdido a su amor.
Tania se ganó la confianza y la simpatía de los sobrevivientes
Con su historia, Tania se ganó la confianza y la simpatía de los sobrevivientes. Ayudó a unir a los afectados, organizó eventos conmemorativos y se convirtió en una figura prominente dentro de la comunidad. Su narrativa se ajustaba perfectamente a la necesidad de muchas víctimas de encontrar esperanza y resiliencia tras el ataque. Incluso guió visitas en el Memorial del 11-S y representó a los sobrevivientes en los medios de comunicación. Para muchos, su empatía y liderazgo eran inspiradores. Sin embargo, en 2007, The New York Times investigó su pasado tras detectar inconsistencias en su relato. Descubrieron que Tania Head no estaba en Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001, sino en Barcelona, España, donde vivía en ese momento. Además, no existían registros de que hubiera trabajado para Merrill Lynch ni evidencia de su presunto prometido Dave.
Tras ser expuesta, Tania desapareció de la vida pública. La comunidad de sobrevivientes, que se sintió traicionada, condenó su mentira como un acto de explotación emocional y una burla al dolor real de las víctimas. Poco después, por desgracia, esta mujer se suicidó. Al final, el caso de Tania Head plantea preguntas sobre los motivos detrás de las imposturas en tragedias. Algunos expertos sugieren que pudo haber sufrido un trastorno psicológico, como el síndrome de Munchausen, que la llevó a buscar atención y validación a través de una narrativa falsa. Sin embargo, el impacto emocional de su engaño en las verdaderas víctimas es innegable.
La historia de Tania Head sigue siendo un recordatorio sobre la importancia de verificar relatos en contextos sensibles y la complejidad del comportamiento humano en situaciones de dolor colectivo que pueden conducir a creernos cualquier cosa.
El estafador de Valencia que no estaba tan enfermo
Este caso fue especialmente sangrante por la repercusión mediática que tuvo y nos recuerda que da igual lo triste que sea la historia, que nunca debemos prestar dinero a la ligera ni hacer donaciones sin asegurarnos previamente de que lo que nos están contando es verídico. Estos personajes formaban un clan familiar de caraduras que no dudaban en reírse a mandíbula batiente de sus víctimas. Literalmente se descojonaban de ellos y hasta hacían cortes de manga a los potenciales estafados cuando se reían grabando tomas falsas entre escena victimista y escena lacrimógena. Una historia patética que bien merece una película por la absurdez y malicia de estos sinvergüenzas de toda la vida que sorprendentemente siguen engañando a la gente en pleno siglo XXI y sin que parezca que la justicia tenga una gran capacidad de ponerles en su sitio.
Es una de las sensaciones más terribles de los estafados. La incapacidad de la justicia para llevar a cabo su misión en muchos de estos casos. Sin embargo, también quiero decirles a todas esas personas que se han sentido engañadas y estafadas que no todo está perdido y que hay que intentar la vía judicial siempre.
Abogado experto en phishing en Bilbao
Los mensajes de phishing suelen tener ciertas características que ayudan a identificarlos. Por ejemplo, suelen transmitir una sensación de urgencia, utilizando frases como “su cuenta será bloqueada” o “verifique su identidad ahora”. También pueden incluir errores de redacción, como faltas de ortografía o gramática incorrecta, lo que puede alertar sobre su autenticidad.
Además, los enlaces proporcionados en estos mensajes suelen tener URLs engañosas, parecidas a las de sitios oficiales, pero con ligeras modificaciones, como “faceb0ok.com” en lugar de “facebook.com”. También suelen hacer solicitudes inusuales, como pedir información confidencial que una organización legítima nunca solicitaría por estos medios, o incluir archivos adjuntos sospechosos que pueden contener malware.
Ejemplos comunes de phishing
Existen muchas formas de phishing, algunas de las más comunes incluyen correos electrónicos falsos de bancos, que aseguran que tu cuenta ha sido comprometida y te piden cambiar la contraseña mediante un enlace. También están los sorteos fraudulentos, donde te notifican que has ganado un premio, pero necesitas proporcionar tus datos para reclamarlo.
Otros ejemplos incluyen mensajes que afirman que tus servicios, como Netflix o Spotify, serán cancelados a menos que ingreses a un enlace para «actualizar» tu información. También existen amenazas legales falsas, donde aseguran que tienes una multa pendiente y te piden pagarla de inmediato para evitar sanciones.
¿Cómo protegerte del phishing?
La mejor forma de protegerte contra el phishing es mantenerte alerta y tomar precauciones. Siempre verifica el remitente de los correos electrónicos o mensajes, asegurándote de que la dirección sea oficial. Evita hacer clic en enlaces sospechosos y, en su lugar, accede directamente a los sitios web oficiales escribiendo la URL en el navegador. Nunca proporciones información confidencial como contraseñas o datos bancarios en respuesta a correos o mensajes no solicitados. Además, activa la autenticación en dos pasos (2FA) en tus cuentas para añadir una capa extra de seguridad. Finalmente, mantén actualizado tu sistema operativo y antivirus para protegerte de posibles amenazas.
El phishing es una amenaza constante y evolutiva, pero con precaución y conocimiento es posible reducir significativamente el riesgo de caer en estas estafas. La clave está en mantenerse informado y actuar siempre con cautela frente a mensajes sospechosos.