Islandia, la Isla de los volcanes y los vikingos
Es un curioso país del Continente Europeo. Siendo un 20% más extenso que Irlanda, sin embargo, su población apenas supera los 300.000: Irlanda, por el contrario, cuenta 6.000.000 de habitantes. ¡Con esto nos podemos hacer una idea de la densidad de población, que es bajísima! Pero es que además se da la circunstancia de que casi todos los islandeses viven en la capital Reikiavik, o sus proximidades, por lo que tenemos una enorme extensión de áreas rurales y salvajes por explorar, zonas enteras donde casi no encontraremos presencia humana. Una vida tan campestre y aislada ha conservado bien las leyendas mitológicas nórdicas que dieron lugar al universo de Tolkien y su Señor de los Anillos: gnomos y elfos tienen su hogar escondido en los rincones más apartados de la isla. ¡Los islandeses son tan pocos que todos guardan alguna relación de parentesco, pero lo tienen muy controlado para no “repetir” ADN con algún vecino-primo! Los islandeses son un pueblo culto que resuelven sus problemas tomando un café o un baño termal, siendo esto último una costumbre ancestral por su abundancia de fuentes termales de origen natural. El uso actual de esta energía convierte a Islandia en uno de los países menos contaminantes del mundo, lo que unido a su ausencia casi absoluta de criminalidad lo convierte en un paraíso. Así y todo, como veremos en este artículo, hasta hace bien poco la vida de los islandeses no fue un camino de rosas…
Una isla deshabitada
Es uno de los escasos territorios de Europa cuyos primeros habitantes datan de la Edad Media: hasta entonces, la huella del ser humano no había pisado este suelo de origen volcánico. ¿Quiénes fueron los primeros en llegar? Al ser un poblamiento tan reciente, conocemos el nombre del primer ciudadano de Islandia: el noruego Ingólfur Arnarson. Un colono que llegó en la cúspide de la actividad vikinga en los mares, grandes exploradores que saltaron de Noruega a Islandia… Luego a Groelandia… Y de ahí, a lo que ellos llamaron Vinlandia, “la Tierra del Vino”, hoy conocida como América. Se cree también que monjes ermitaños, originarios de Irlanda o Escocia, se asentaron por estos lares antes de la llegada de los noruegos, pero esto no se ha podido demostrar. Los primeros islandeses no escandinavos fueron, de hecho, que se sepa, irlandeses a los cuales estos piratas habrían esclavizado y llevado consigo. Hay que recordar que por esa época Irlanda era en gran parte una colonia danesa, llamada Danelaw, que motivó el alzamiento de su primer gran héroe conocido: Brian Boru.
Vikingos demócratas
Todos los pueblos escandinavos se dedicaban a la navegación y a la guerra, sembrando el terror por todas las costas europeas salvo en una: en Asturias y Galicia, los vikingos fueron recibidos a golpes por los cristianos españoles, que estaban acostumbrados a pelear contra Al Andalus… Cuando esos mismos vikingos descendieron hacia Sevilla, remontando el Guadalquivir, causaron daños tremendos a por toda esa región hasta ser expulsados por Abderramán II. ¡Como buenos piratas que eran, los vikingos tenían en su ADN el espíritu de la democracia y así lo demostraron en Islandia, fundando en el 930 uno de los primeros Parlamentos del mundo! El famoso Alting. Islandia se convirtió en un refugio para los exiliados y condenados noruegos, algo así como lo que un milenio después sería Australia para los británicos. Alrededor del año 1000 comenzó la cristianización de la isla, lo cual repercutió en el descenso de la actividad pirática de los vikingos en general. Sin embargo, el caciquismo siguió avanzando y la democrática Mancomunidad de Islandia se terminó en 1262. Esta falta de cohesión interna llevó a los islandeses a ser anexionados por sus hermanos del Continente, con Reinos más fuertes que además tenían vínculos entre sí: Noruega, Dinamarca y Suecia.
Un pasado difícil: plagas, volcanes y piratas
En la actualidad, Islandia es un país rico y próspero, pero en esa época era de los países más pobres de Europa. Llegaron a sufrir tanto que en el siglo XIX se plantearon, siguiendo su tradición asamblearia “de pueblo”, abandonar la Isla para nunca más volver: el suelo de Islandia era infértil y las erupciones volcánicas, con un clima muy adverso, complicaban una subsistencia muy ligada a la agricultura. La peste negra hizo estragos en la isla a comienzos del siglo XV, cuando ya había devastado el Continente. Otras epidemias posteriores como la viruela, y la erupción del volcán Laki en 1783, causaron también una gran mortandad. La erupción se alargó por ocho meses y causó una nube mortífera, la «bruma de Laki», que aparejó una hambruna de tres años a nivel mundial. Unos seis millones de personas murieron en estas “Penurias en la Niebla”, en islandés, Móðuharðindin. La actividad de los piratas siguió marcando durante siglos la vida de estos supervivientes, encerrados en su pequeño mundo, pero en adelante lo sería no más por parte de vikingos sino por británicos y argelinos. Por si fuera poco, la instalación en Reikiavik de una importantísima base para la OTAN trajo una fuente de ingresos para la Isla, pero la colocó en el ojo del huracán durante la Guerra Fría y después: el escritor Tom Clancy hizo a Islandia uno de los países protagonistas de su libro, “Tormenta Roja”.