El Museo Arqueológico de Córdoba alberga una notable colección de lápidas gladiatorias, la más extensa del occidente del Imperio Romano fuera de Roma. Estas lápidas, encontradas entre 1948 y 1954 en la zona del antiguo Camino de Almodóvar (actual Antonio Maura), cerca del anfiteatro de la Colonia Patricia Corduba, recuerdan a los gladiadores que perecieron en este imponente recinto, que tenía la impresionante capacidad de albergar a 50.000 personas. Este anfiteatro, uno de los mayores del Imperio, se encuentra hoy en los terrenos del rectorado de la Universidad de Córdoba. La razón por la que estas lápidas aparecieron juntas podría estar relacionada con el «collegium funeraticium», una especie de cooperativa en la que los gladiadores pagaban una cuota para asegurarse un entierro digno y una buena lápida que los recordase en caso de morir de pronto en combate. Estas inscripciones funerarias ofrecen detalles fascinantes sobre los distintos tipos de gladiadores y sus hazañas.
Desde el equipo de DJ Cheda, tu DJ en CyL muy involucrado en temas sociales y culturales, quieren recordar este tipo de historias olvidadas que a veces no identificamos con nuestro propio país.
Esperamos que disfrutéis de los secretos desenterrados de esta colección de lápidas gladiatorias halladas en Córdoba. Un hallazgo que revela un fascinante capítulo de la historia de la ciudad y del mundo, ya que alguna vez fue Córdoba el escenario de intensos combates en su anfiteatro, sin duda uno de los más grandes del Imperio Romano. Estos gladiadores, muchos de ellos esclavos o extranjeros, luchaban no sólo por la gloria, sino también por la propia supervivencia en un mundo que era implacable con los prisioneros de guerra y otros esclavos. Las inscripciones en las tumbas, a menudo escuetas y conmovedoras, humanizan a estos luchadores y ofrecen un vistazo a sus vidas, sus orígenes y, en algunos casos, sus trágicos destinos. Es impresionante constatar cómo, a través de estos vestigios, Córdoba emerge como un centro clave de la cultura gladiatoria en Hispania, probablemente con su propia escuela de gladiadores profesionales. Este legado no solo subraya la importancia de la ciudad en la estructura del Imperio, sino que también nos invita a reflexionar sobre el valor de la vida humana en este trágico mundo de la arena, donde el entretenimiento y la brutalidad iban cogidos de la mano.
Tu DJ en CyL te presenta el épico mundo de los gladiadores de Córdoba
Los gladiadores eran una gente para dar de comer aparte, por sus circunstancias, dentro de la variopinta sociedad romana de su tiempo. Eran luchadores profesionales que llegaban a este oficio tan peligroso y admirado por distintas razones que casi siempre tenían que ver con circunstancias miserables: en la mayoría de los casos constituían este cuerpo de guerreros hombres que eran prisioneros de guerra reducidos a la esclavitud o nacidos ya esclavos, pero en otros casos eran hombres libres que se decidían por la arena por dinero o porque les gustaba luchar y al final se reconocía más este oficio que peleando en la frontera contra los bárbaros.
Como los luchadores de la UFC o los modernos toreros, a los que tanto recuerdan, eran amados por la gente, que disfrutaba con el cruento espectáculo de la muerte desde las gradas abarrotadas. Estos hombres duros se agrupaban en sociedades de gladiadores que les daban ese espíritu de tribu necesario en una profesión peligrosa y casi siempre lejos de sus lugares de origen y familias. Sus mujeres se ocupaban a menudo del entierro de estos héroes del pueblo y su religión se centraba en el culto a Némesis, la diosa de la Venganza, que era su patrona.
Casco gladiador de un gladiador del tipo secutor (Museo Archeologico Nazionale, Nápoles, Italia). Fue usado en el siglo I d.C. Hallado en Herculaneum (Italia). El secutor iba armado con un gladio y un scutum, al estilo de los legionarios romanos de la época, a los que imitataban en pequeñas batallas «deportivas». Su principal adversario era el reciario, el famoso rival de Espartaco en la película, que iba armado con un tridente y una red.
Mary Harrsch.
Para Cheda, DJ en CyL muy reconocido en muchos pueblos por sus fiestas patronales, en las que él ha actuado tanto, se trata de otro ejemplo más del desinterés que existe en nuestra sociedad sobre asuntos que en realidad gustan a todo el mundo.
Si hay algo épico en la Historia del mundo que nos ha fascinado a todos es el mundo de los gladiadores, pero el desconocimiento general sobre los gladiadores enterrados en Córdoba es un reflejo de cómo a menudo pasamos por alto aspectos fascinantes de nuestra historia local. Aunque Córdoba es mundialmente conocida por su legado romano y su rica herencia cultural, pocas personas parecen ser conscientes de que en esta ciudad también se ha encontrado evidencia de la presencia activa de cientos de gladiadores. Las figuras más emblemáticas del Imperio Romano. Pienso que este desconocimiento se debe, en parte, a que la imagen popular de los gladiadores suele estar ligada a lugares icónicos como Roma o el Coliseo, mientras que las provincias hispanas del Imperio son vistas frecuentemente como secundarias. Sin embargo, la presencia de gladiadores en Córdoba demuestra que esta ciudad no sólo fue un importante centro económico y cultural, sino también un escenario de los espectáculos más populares de la época, los cuales atraían multitudes y eran parte esencial de la vida romana.
El hecho de que se hayan encontrado tumbas de gladiadores en Córdoba, algunas con inscripciones que hablan de su vida y combates, debería ser motivo de mayor interés por parte de todos. Involucrar a los niños en estas historias personales con moraleja. Estos hallazgos no sólo enriquecen nuestra comprensión del pasado de la ciudad, sino que también revelan cómo en el territorio de la actual España se vivieron los mismos rituales y espectáculos que caracterizaron al Imperio en su totalidad. Es una pena que gran parte de la población no esté al tanto de estos descubrimientos, ya que conocer esta parte fascinante de la Historia no solo profundiza el orgullo local, sino que también ofrece una perspectiva más completa del papel de Córdoba en la antigüedad. Para muchos, los gladiadores son personajes de películas o libros, pero en Córdoba fueron seres reales, cuyos restos ahora yacen como testimonio de una era de brutalidad y espectáculo que aún sigue fascinando.
Grebas de Gladiador (Museo Archeologico Nazionale, Nápoles, Italia). s. I d.C. Halladas en la Escuela de Gladiadores de Pompeya. Estas espectaculares grebas, o espinilleras, de bronce, pertenecía a un gladiador del tipo tracio. Están decoradas con motivos báquicos y una piel de león, probablemente en referencia a Hércules.
Mary Harrsch.
Tipos de gladiadores encontrados en Córdoba
Entre los gladiadores enterrados en Córdoba se encuentran varias clases de luchadores, cada uno con su propio equipo y estilo de combate:
Mirmillones: Combatían con espada, escudo y casco adornado con un pez. Entre ellos estaba Actius, que murió a los 21 años, habiendo ganado seis combates: un hombre tan supersticioso que hasta en su tumba dejó escrito que cualquier mal que a él le desasen se volviera enseguida contra ese enemigo. Su propia esposa encargó su lápida, donde se puede leer esta maldición última de autodefensa.
Actius, murmillo, venció seis veces. Murió a los veintiún años. Está aquí sepultado. Séa(te) la tierra leve. Su esposa, y a su propia costa, hizo este monumento a su marido. Lo que cualquiera de vosotros desease para mi ya difunto, eso mismo hagan los dioses con él, esté vivo o muerto.
La lápida de un gladiador romano de 1,800 años de antigüedad, procedente de Turquía, con un epitafio que dice: «Después de derrotar a mi oponente Demetrius, no lo maté inmediatamente. El destino y la astuta traición del summa rudis me mataron a mí.» Actualmente se encuentra en el Musée du Cinquantenaire en Bélgica.
El summa rudis era una figura clave en los combates de gladiadores en la antigua Roma. Se trataba del árbitro principal que supervisaba los enfrentamientos en la arena. A menudo, era un exgladiador experimentado que tenía la autoridad para regular el combate, asegurar que se respetaran las reglas y garantizar un enfrentamiento justo entre los gladiadores.
El summa rudis podía intervenir para detener un combate si consideraba que uno de los contendientes estaba gravemente herido o si las reglas eran violadas. A pesar de que su función era arbitral, su papel también incluía cierto grado de interpretación de lo que ocurría en la arena, lo que a veces lo colocaba en situaciones polémicas, como lo sugiere el epitafio que mencionaste. El summa rudis estaba acompañado por un secunda rudis, un árbitro asistente, para ayudarle en sus funciones.
Otro mirmillón fue Ampliatus, un sirio que murió a los 30 años tras participar en nada menos que 33 enfrentamientos. Imaginaos el riesgo acumulado de un tipo tan diestro, capaz de sobrevivir a 33 duelos a muerto: ¿será que falleció en el número 33, precisamente, yendo a descansar para siempre al otro lado del Mar Mediterráneo que lo vio nacer en Siria?
Tracios: Usaban un pequeño escudo y una espada corta y curva. Amadus, un gladiador tracio nacido esclavo en Placentia, murió a los 21 años tras luchar en 16 combates.
Esedarios: Combatían sobre carros llamados «essedae» y portaban casco, escudo ovalado y protecciones en brazos y piernas. Ingenuus, un esedario de origen germano, murió a los 25 años después de haber ganado 12 palmas.
Ingenuus, essedarius, de los juegue gladiatorios gallicianos. Murió a los veinticinco años. Ganó doce palmas. Era de nación germano. Toda la tropa de los essedarios hízole a su costa este monumento. Aquí yace. Séate la tierra ligera.
También se mencionan otros gladiadores, como Satur, un mirmillón que participó en 13 combates y fue enterrado junto a Bassus, un gladiador liberado que ganó una palma y una corona.
Satur, murmillo, de los juegos gladiatorios iulianos, combatió trece veces. Bassus, murmillo, liberado, alcanzó una palma y una corona. Aquí están sepultados. Séaos la tierra leve. Cornelia Severa su mujer (del último ?) puso este monumento a su costa.
El legado de los gladiadores hispanos en Córdoba
Se cree que Córdoba pudo haber albergado la única escuela de gladiadores conocida en Hispania, el «ludus Hispanicus», según un estudio de 2010 realizado por los arqueólogos Desiderio Vaquerizo y Juan Francisco Murillo. Esta escuela sería un símbolo más del importante papel que jugaba la ciudad en el ámbito del entretenimiento y el combate en la antigua Roma. Las lápidas gladiatorias del Museo Arqueológico de Córdoba nos permiten vislumbrar un poco mejor cómo eran las vidas y muertes de estos guerreros peculiares, que luchaban por su libertad y gloria, pero también por los privilegios que merecían por ser los héroes del pueblo, dejando a su espalda un legado que perdura en las inscripciones de sus tumbas.
No todos los gladiadores eran iguales ni mucho menos. Cerinthus, por ejemplo, era esclavo, como su mujer Rome. No podían casarse legalmente, pero a su manera oficiosa eran marido y mujer. Otros gladiadores de Córdoba, sin embargo, eran de origen ciudadano y, por tanto, podían haber caído en una profesión tan peligrosa por diversos motivos.
Murmillo Lucius Annius Valens. Murió contando veinte años. Luchó (… veces. Hay sitio para más signos que serían de palmas o coronas). Te ruego, tú que pasas ante este sepulcro, digas: séate la tierra ligera.
En este caso, los tres nombres del murmillo denuncian a un hombre libre en posesión de la ciudadanía romana. Acaso se trate de un auctoratus, es decir, de un individuo libre vendido por propia decisión a una compañía gladiatoria. También pudo ser un condenado por falta grave (adviértase que no está adscrito a familia gladiatoria alguna, lo que no era frecuente). Los auctorati fueron frecuentes en tiempos republicanos y aún más en los imperiales. En la mayoría de los casos, los auctorati eran derrotados de la vida, malhechores o simples aventureros. A veces, los licenciados del ejército se echaban a la palestra por no hallar otro medio mejor de vida, o más de acuerdo con. su temperamento o las costumbres adquiridas en el servicio legionario.
El término ingenui o ingenuitas (en singular: ingenuus) era una categoría legal en la Antigua Roma que identificaba a los hombres nacidos libres. Estos individuos se distinguían de los libertos, quienes también eran personas libres, pero que habían sido esclavos en algún momento de sus vidas antes de obtener la libertad. En otras palabras, mientras que los ingenuos siempre habían gozado de libertad desde su nacimiento, los libertos habían pasado de la esclavitud a la libertad, un estatus que implicaba ciertas diferencias sociales y legales.
Un posible ciudadano libre que fue condenado y seguramente murió como gladiador novato
Cassius Victorinus fue un gladiador que luchó como retiarius, un tipo de combatiente cuyas principales armas eran la red (iaculum) y el tridente (fuscina o tridens). ¿Lo recuerdas de la película de Espartaco? Tradicionalmente, los retiarii o reciarios se enfrentaban a los secutores, que eran gladiadores con armaduras pesadas.
La lápida de Victorinus fue erigida por Antonia Severa, quien posiblemente fue su esposa. Los nombres de ambos sugieren que eran de origen ingenuo (libres de nacimiento), lo que indica que Victorinus probablemente no nació esclavo ni estaba destinado en principio a ser gladiador. Se especula que alguna circunstancia importante lo llevó a este oficio peligroso, ya sea que se convirtiera en auctoratus (voluntario que se vendía a sí mismo para pelear) o que fuera condenado ad gladium (a muerte en combate) por alguna grave falta penal.
A diferencia de otros gladiadores profesionales, la lápida de Victorinus no menciona ni el número de combates ni de victorias ni tampoco su origen o familia gladiatoria, lo cual era más que habitual. Esto refuerza la hipótesis de que Victorinus fue un gladiador novato (tiro) que, obligado por alguna razón a pelear, murió en su primer enfrentamiento sin alcanzar gloria ni notoriedad. Su edad, 35 años, también sugiere que se trataba de alguien forzado a luchar más tarde en la vida, probablemente debido a alguna circunstancia excepcional como las que hemos comentado.
Los gladiadores eran, casi siempre, inmigrantes pobres y forzados a pelear
Muchos de los gladiadores y hasta de sus mujeres, casi siempre de extracción humilde y, también no pocas veces, esclavos que procedían del botín de guerra, eran de origen extranjero:
[Clase del luchador desconocida] Alipus, murió a los treinta años. Aquí yace. Séate la tierra leve. Levantó esta memoria a su costa Amabilis [¿su esposa?]. Amabilis, muerta contando treinta años, de nación gala, está aquí sepultada. Séate la tierra leve.
En el nutrido cementerio de guerreros hay otra tumba de un samnita llamado Germanus, un esclavo de origen griego a pesar de su nombre. Germanus murió a los 30 años tras haber combatido en 14 ocasiones. Pertenecía a la familia gladiatoria Juliana. El samnita era uno de los primeros tipos de gladiadores conocidos y se distinguía por su equipo de combate: llevaba un gran escudo oblongo, una espada corta, un casco con visera y cimera, el brazo derecho vendado y una protección en la pierna izquierda llamada pernera. Este tipo de gladiador, con su característico armamento, fue de los primeros en aparecer en las arenas del Imperio.
Trabajadores del anfiteatro romano de Córdoba
También hubo otro tipo de personal involucrado en los juegos gladiatorios, como los porteros, que tal vez eran los encargados de vigilar el acceso al recinto y cuidarlo. Uno de ellos fue Esteleno, enterrado junto a los mismos luchadores que conoció hace 2.000:
Stelenus, portero (sc. de los juegos gladiatorios). Petronia, su mujer, puso a su costa el monumento. Séate la tierra leve.
Dio fue un liberto al servicio de los Augustos que, aunque no se pueden identificar con precisión, debieron ser coetáneos o posteriores a los emperadores Marco Aurelio y Lucio Vero. A diferencia de los gladiadores, Dio no ejercía como luchador, sino como tabularius, una posición de archivero o administrador de los juegos gallicianos e hispánicos. Esta inscripción representa la primera mención conocida de los juegos hispánicos, aunque los ludi galliciani mencionados sugieren una relación con la escuela imperial de gladiadores galos, como los iulianos y neronianos, una de las cuatro escuelas imperiales mencionadas a partir de Diocleciano. Sin embargo, la veracidad de estas lápidas ha sido puesta en duda, lo que afecta la interpretación de estos juegos. La lectura inicial del término gallici puede hacer referencia a Galicia o la Galia.