Hablamos con una empresa de mantenimiento de tejados en Guadalajara sobre diversos monumentos. En el corazón de la sierra de Guadarrama, al pie de la Cruz más grande del mundo, un conjunto escultórico de dimensiones colosales sufre un deterioro silencioso pero implacable. Las esculturas de los cuatro evangelistas, obra del insigne artista Juan de Ávalos, están siendo vencidas no por la furia del tiempo, sino por algo más triste: el abandono institucional. Cascotes del tamaño de una sandía se desprenden de las figuras, testigos pétreos de una desidia que se extiende ya por más de dos décadas.
Empresa de reparación de tejados en Guadalajara

Puedes encontrar diversas empresas especializadas en mantenimiento y reparación de tejados en Guadalajara. Muchas de ellas ofrecen servicios integrales que incluyen revisiones técnicas, limpiezas, reparaciones puntuales y rehabilitaciones completas. Algunas incluso trabajan con drones para inspecciones no invasivas y más seguras.
Ni un solo euro se ha destinado en este tiempo al mantenimiento o restauración de las esculturas
El deterioro no ha sido súbito. Desde hace más de 20 años, los signos eran evidentes: grietas en la piedra, fragmentos rotos, superficies erosionadas. La piedra de Calatorao, elegida para estas obras por su belleza y solidez aparente, ha demostrado no ser apta para resistir el clima extremo de la zona. La lluvia, el hielo y el sol de la sierra madrileña han hecho su trabajo, y lo que se suponía inmutable comienza a resquebrajarse. Frente a ello, el Estado ha optado por no intervenir. Ni un solo euro se ha destinado en este tiempo al mantenimiento o restauración de las esculturas, y la única medida tomada fue vallar el acceso a la base de la Cruz para evitar accidentes. Un cartel de advertencia sustituyó al cuidado que una obra de esta magnitud merecía.
Escombro, vegetación descontrolada, y ramas secas dibujan ahora el paisaje que antes era un mirador imponente, uno de los puntos más visitados del recinto. El funicular que subía hasta los pies de la Cruz, y que constituía un atractivo turístico considerable, dejó de funcionar. El entorno ha quedado reducido a una imagen elocuente de abandono, donde la naturaleza y el olvido se han combinado para engullir el legado artístico de Ávalos.
Ni una partida simbólica para la restauración del conjunto escultórico
Mientras tanto, el Gobierno ha anunciado una inversión de 30 millones de euros para «resignificar» el Valle de los Caídos, destinando el grueso del presupuesto a la construcción de un centro de interpretación. Sin embargo, no se contempla ni una partida simbólica para la restauración del conjunto escultórico. Resulta paradójico que en el mismo lugar donde se plantea reinterpretar la historia, se permita desaparecer físicamente una de sus piezas más valiosas.
Juan de Ávalos no fue un escultor cualquiera. Académico, premiado, con obras en España y América, su trabajo en el Valle de los Caídos representa una de las mayores expresiones de la escultura monumental del siglo XX. Independientemente de las connotaciones ideológicas del monumento, su obra trasciende la política. Así lo reconocieron en su día figuras como Julio López y Venancio Blanco, quienes destacaron la solidez y maestría de su legado artístico.

Esta fachada todavía conserva un proyectil de buen tamaño, de artillería, clavado entre los ladrillos. Un recuerdo de la Guerra Civil.
Restauración de fachadas en Guadalajara
Ahora, sin embargo, las esculturas están en peligro de desaparecer. No porque se haya decidido retirarlas —lo que, al menos, implicaría una acción deliberada—, sino por la estrategia más insidiosa de todas: dejar que el tiempo las devore sin resistencia. La falta de mantenimiento ha hecho lo que ningún golpe de martillo habría conseguido sin escándalo. Las figuras, imponentes, siguen ahí, pero heridas. Les faltan fragmentos, dedos, volúmenes. La piedra se agrieta, se deshace. Y cada nuevo desprendimiento es una pequeña muerte del patrimonio cultural.
De seguir así, la obra de Juan de Ávalos será recordada no sólo por su escala y su fuerza expresiva, sino como el ejemplo de una gran creación artística dejada caer, literalmente, por la indiferencia. En el silencio del monte, entre las ruinas que alguna vez fueron arte, retumba la pregunta incómoda: ¿cuándo dejó de importar el arte si su contexto político incomoda?
Monasterio de Monsalud en Córcoles (Guadalajara)
En el ámbito patrimonial, el Monasterio de Monsalud, ubicado en la localidad de Córcoles, pedanía de Sacedón en Guadalajara, es un destacado ejemplo de arquitectura cisterciense del siglo XII. Este monasterio ha enfrentado problemas de conservación debido al paso del tiempo y la falta de mantenimiento. Sin embargo, recientemente se han llevado a cabo obras de restauración y consolidación en su iglesia y claustro, con el objetivo de preservar este valioso patrimonio histórico. Las intervenciones han incluido la colocación de nuevas cubiertas y la reparación de estructuras dañadas, aunque aún persisten desafíos para garantizar la conservación integral del complejo monástico.


El tejado es la primera línea de defensa frente a las inclemencias meteorológicas. Un buen mantenimiento no solo alarga su vida útil, sino que evita reparaciones costosas en el futuro. Revisiones periódicas permiten detectar fisuras, tejas rotas o desplazadas, acumulación de hojas en canalones, crecimiento de musgo, oxidación en elementos metálicos o deterioro en impermeabilizaciones.
En Guadalajara, España, los inviernos fríos y los veranos calurosos hacen que las tejas sufran cambios bruscos de temperatura, lo que puede agrietarlas o aflojarlas. Además, las heladas y las lluvias intermitentes afectan especialmente a los tejados de teja cerámica o de pizarra.
Es fundamental contar con profesionales acreditados y, en el caso de España, que cumplan con la normativa vigente en prevención de riesgos laborales (uso de arnés, cascos, andamiaje). Además, muchas comunidades de vecinos están obligadas por ley a mantener en buen estado las cubiertas para evitar problemas a terceros.


Un pequeño meme para explicar, de forma graciosa, por qué algunos vecinos tienen fachadas diferentes.
Qué incluye un mantenimiento profesional
Un servicio profesional de mantenimiento de tejados suele incluir:
- Inspección visual y técnica de tejas, juntas, aislamiento y soporte.
- Limpieza de canalones, bajantes y zonas de desagüe.
- Sustitución de tejas rotas o desplazadas.
- Sellado de grietas o puntos vulnerables.
- Aplicación de tratamientos antifúngicos y antihumedad si es necesario.
- Verificación de la estructura de soporte del tejado y del aislamiento térmico.