Ir a Cabárceno en coche (623191492) se asemeja bastante a realizar un safari fotográfico en una reserva natural, PERO HACE FALTA COCHE SÍ O SÍ PARA LLEGAR (a no ser que quieras realizar el trayecto en bici y desplazarte luego por el parque en bici, también, cosa no recomendada si no eres un gran deportista por la distancia a recorrer y las elevadas y constantes pendientes del parque). Al final del día, el 95% de las personas sólo podrán llegar y visitar Cabárceno en coche en condiciones normales. Además de todo, el Parque de la Naturaleza de Cabárceno se extiende por una superficie enorme donde existen muchísimos estrechamientos de las carreteras en los que es peligroso moverse.
Cómo llegar al Parque de la Naturaleza de Cabárceno
¿Cómo llegar en coche a Cabárceno? El parque se encuentra a 15 kilómetros de Santander y la ruta más rápida para llegar suele ser por la autopista que conecta Cantabria con Bilbao. La salida a tomar es la indicada según salimos de la población de Astillero, donde encontraremos una rotonda en la que se señala en señales de color marrón la ruta a seguir. La salida 210 de la autovía A8 te llevará al pueblo de Cabárceno, una pequeña pedanía del ayuntamiento de Penagos. A partir de ahí, es ya un corto trayecto en carretera local hasta el parque. Si venimos de Bilbao, por la autovía, tendremos que estar listos para tomar esa misma ruta según pasemos la llamada recta de Heras, previa a la pronunciada curva que veremos antes de llegar a Astillero.
Transporte adaptado para visitar Cabárceno
El Parque de la Naturaleza de Cabárceno es un extenso espacio natural ubicado en Cantabria, España, que combina la belleza de un entorno natural con la conservación y el bienestar de animales de diversas partes del mundo. Este parque, que abarca más de 750 hectáreas de una antigua explotación minera de hierro, se ha convertido en un lugar icónico para la observación de la fauna en semi-libertad, ya que los animales viven en recintos muy amplios, diseñados para asemejarse a sus hábitats naturales.
Se puede acceder a través de dos pueblos: Obregón y Cabárceno. Pero ésta es la ruta más sencilla y rápida desde Santander. Visitar Cabárceno en coche es útil para observar a los animales desde diferentes perspectivas, ya que los recintos son tan grandes que en ocasiones puede ser difícil ver a los animales más esquivos. Lobos y hienas, por ejemplo, suelen ser un poco reacios a mostrarse ante los visitantes.
¿Es necesario contar con un coche para visitar Cabárceno?
Si llegaste a Cantabria en tren, autobús o avión, o simplemente no dispones de un vehículo propio para realizar esta atractiva pero larga ruta, lo más recomendable es alquilar un coche en Santander. También puedes hacerlo en Torrelavega o Laredo, donde hay oficinas de alquiler disponibles para tu comodidad, facilitando una experiencia más confortable y aprovechable en tu visita a Cabárceno.
Este parque ofrece la posibilidad de observar a los animales en un entorno semi-libertad, evitando la sensación de claustrofobia que suelen generar las pequeñas jaulas de los zoológicos tradicionales. Sin duda, es el lugar ideal en el norte de España para ver animales salvajes, con numerosas especies que pueden admirarse a lo largo de este extenso recorrido de los animales de Cabárceno, en Cantabria.
¿Cuánto tiempo lleva recorrer Cabárceno?
Dedicar al menos medio día, unas 4 horas, para recorrer Cabárceno en coche, es lo ideal, si bien nos puede llevar mucho más tiempo verlo todo. Aunque existen otras formas de visitar el parque, no son las más recomendables debido a su ubicación remota y a las pronunciadas pendientes del terreno. El Parque de la Naturaleza de Cabárceno está situado en una antigua mina de hierro, lo que hace que el paisaje sea algo abrupto, complicando un recorrido a pie. Es mucho más práctico moverse por Cabárceno en coche, haciendo paradas en cada recinto.
Gracias a Cabárceno y al Zoo de Santillana, los bisontes de Altamira han regresado a Cantabria
Hay numerosas actividades que se pueden realizar en Cabárceno, que incluso cuenta con dos lagos dentro de sus instalaciones, lo que da una idea de su grandísimo tamaño. También disponemos de un reptilario, un recinto de gorilas y hasta una exposición de leones marinos. Con tanto por ver, por tanto, es aconsejable ingresar al parque en coche lo antes posible. Además, el último acceso es media hora antes del cierre, que generalmente es a las 18:00.
Alquiler de furgoneta para visitar Cabárceno
El paisaje del parque es impresionante, con montañas, lagos, y formaciones rocosas que dotan al lugar de una belleza única. Además, cuenta con rutas para recorrer en coche o a pie, áreas de picnic, miradores y espectáculos didácticos, como las exhibiciones de aves rapaces o la alimentación de animales. El Parque de la Naturaleza de Cabárceno es un lugar que combina naturaleza, turismo responsable y educación ambiental, convirtiéndose en un referente tanto a nivel nacional como internacional.
¿Planeas una excursión en grupo a Cabárceno?
Para una visita en grupo al parque, una buena opción puede ser alquilar un minibús en Santander o un monovolumen, que permita acomodar a toda la familia y amigos. Esta opción resulta más económica y cómoda, especialmente porque recorrer todo el parque requiere hacer muchas paradas, optimizando el tiempo entre ellas.
¿Por qué se llama Parque de la Naturaleza de Cabárceno?
Por sus características especiales, que lo hacen muy diferente a un zoo y con unas condiciones de bienestar animal que permiten la reproducción de muchísimas especies. El parque juega un papel crucial en la conservación de animales, albergando alrededor de mil ejemplares de más de 100 especies diferentes provenientes de todos los continentes. Las grandes especies tienen espacios muy amplios, lo que ofrece una visión cercana a su hábitat natural. Por ello, se recomienda visitar Cabárceno en coche, ya que algunos recintos son tan extensos que incluso para verlos en su totalidad se requiere bastante tiempo. Para tener una idea: solo la finca de los elefantes es más grande que todo el Zoo de Madrid.
Por esta razón, es aconsejable alquilar un coche para visitar Cabárceno, o mejor aún, hacerlo en las cercanías como Santander o Torrelavega. Visitar el parque de otra manera, considerando el tiempo que lleva recorrerlo, podría no ser la mejor opción, especialmente si vamos con niños o personas con movilidad reducida. Además, en Santander y en nuestras demás oficinas tenemos todoterrenos disponibles para alquilar, proporcionando una excursión más cómoda.
¿Qué destaca más en el Parque de Cabárceno?
Es importante recordar que está prohibido alimentar a los animales, ya que esto es tarea de los especialistas del parque.
Hay muchas características que distinguen a este parque de otros zoológicos. No solo la amplitud de los recintos, que nos obligará (en el buen sentido) a recorrer Cabárceno en coche, sino también algunas secciones que ofrecen experiencias únicas. Por ejemplo, podemos bajarnos en la zona de Fauna Ibérica y disfrutar de los animales sueltos entre nosotros, sin ninguna barrera. O contemplar las exhibiciones de aves rapaces en vuelo, una verdadera maravilla para disfrutar de estos increíbles animales en su rol natural: volar libres. Podremos ver en acción el vuelo de aves como águilas, milanos, halcones, buitres, etc. Observar a un águila real cazando ante tus ojos, como en un documental en vivo, es una experiencia impresionante.
También es recomendable explorar la opción del teleférico, que ofrece una visión muy diferente y entretenida del parque. Las vistas del paisaje son impresionantes y permiten admirar osos, hipopótamos, cebras, e incluso interesantes formaciones geológicas como los lapiaces.
Vehículo adaptado para visitar Cabárceno
A diferencia de los zoológicos tradicionales, Cabárceno se enfoca en la conservación, educación ambiental y el bienestar animal. Entre sus más de 100 especies, destacan elefantes africanos, jirafas, tigres, osos pardos, gorilas, rinocerontes y leones, entre otros. El parque ofrece a los visitantes la oportunidad de observar el comportamiento natural de los animales en un entorno que respeta su bienestar, lo que proporciona una experiencia educativa y enriquecedora.
Una mirada al pasado: las especies perdidas de las pinturas rupestres de Cantabria
El Parque de la Naturaleza de Cabárceno alberga una impresionante colección de animales provenientes de diversos continentes, ofreciendo a los visitantes la oportunidad de observar especies icónicas en amplios espacios naturales. Entre los más destacados se encuentran los elefantes africanos, siendo Cabárceno el hogar de la mayor manada de esta especie en Europa, la cual se puede observar desde el aire gracias al impresionante teleférico que nos desplaza de forma mágica a través de los espacios del parque. Estos colosales animales, conocidos por su inteligencia y comportamiento social, disfrutan de amplios terrenos donde pueden moverse libremente, lo que permite una experiencia única para quienes los observan.
Lo más curioso de todo es que algunas de estas especies sí existieron en Cantabria en tiempos no tan lejanos, antes de la última gran extinción masiva de megafauna ibérica y europea, cuando hienas y leones y osos cavernarios desaparecieron de estos mismos paisajes junto a sus presas favoritas: bisontes europeos, elefantes, rinocerontes o ciervos prehistóricos de enormes cornamentas. Animales que fueron pintados por nuestros antepasados en las cuevas de Altamira, El Juyo o El Castillo entre otras.
El bisonte europeo (Bison bonasus), también conocido como wisent, es uno de los animales más emblemáticos de la fauna europea y un símbolo de conservación. Considerado el mamífero terrestre más grande de Europa, el bisonte europeo puede pesar más de 900 kg y alcanzar una altura de casi dos metros en los hombros. Antiguamente, este majestuoso animal vagaba libremente por los bosques de Europa, pero la caza excesiva y la pérdida de hábitat llevaron a su extinción en estado salvaje a principios del siglo XX. Gracias a programas de cría en cautividad y reintroducción en la naturaleza, el bisonte europeo ha vuelto a poblar algunos parques y reservas naturales en Europa, incluyendo el Parque de la Naturaleza de Cabárceno. Estos esfuerzos lo han salvado del borde de la extinción, aunque sigue siendo una especie vulnerable. Los bisontes europeos se alimentan de hierbas, cortezas y hojas, y su presencia en ecosistemas forestales juega un papel clave en la biodiversidad, ya que su pastoreo ayuda a mantener los claros en los bosques y favorece la regeneración de diversas plantas.
Por otro lado, el ciervo prehistórico, también conocido como megacero o alce irlandés (Megaloceros giganteus), fue uno de los ciervos más impresionantes que existieron durante el Pleistoceno. Con una altura que podía superar los dos metros en los hombros y una envergadura de astas que alcanzaba hasta 3,5 metros de ancho, este animal destacaba por su tamaño y por sus espectaculares cuernos, los más grandes de todos los cérvidos conocidos. Aunque no está directamente relacionado con los alces modernos, el ciervo prehistórico habitaba en Europa y partes de Asia hace unos 7.700 años, y su tamaño descomunal probablemente le ayudaba a defenderse de depredadores prehistóricos, aunque también pudo haber sido una desventaja en términos de alimentación y movilidad. Los fósiles de este impresionante ciervo han sido hallados en depósitos de turba en Irlanda, de ahí el nombre de «alce irlandés». Se cree que la extinción del ciervo prehistórico se debió a una combinación de cambios climáticos, competencia por recursos y caza por parte de los humanos.
Ambos animales, el bisonte europeo y el ciervo prehistórico, reflejan la historia de la megafauna europea y los retos de la supervivencia de grandes especies en tiempos de cambio. Mientras que el bisonte europeo ha tenido una segunda oportunidad gracias a los esfuerzos de conservación, el ciervo prehistórico es un recordatorio de la fragilidad de las especies ante las presiones ambientales y humanas. Un animal que desapareció mientras las especies de ciervo actuales progresaban y se extendían por toda la Tierra.
Las hienas prehistóricas tuvieron una presencia notable en la Península Ibérica, incluida España, durante el Pleistoceno, hace cientos de miles de años. Estas especies extintas pertenecían al género Crocuta y Pachycrocuta, siendo una de las más conocidas la Pachycrocuta brevirostris, también llamada hiena gigante de cara corta. Estas hienas prehistóricas eran significativamente más grandes que las hienas actuales, llegando a pesar hasta 120 kg, lo que les confería una fuerza y robustez impresionantes. En España se han encontrado fósiles de hienas prehistóricas en diversos yacimientos, como en la Sima de los Huesos en Atapuerca, Burgos, uno de los yacimientos paleontológicos más importantes del mundo. Las hienas jugaban un papel crucial en los ecosistemas de la época, actuando principalmente como carroñeras, aunque también cazaban cuando las circunstancias lo permitían. Eran animales oportunistas que se alimentaban de los restos dejados por otros depredadores más grandes, como los leones o los tigres de dientes de sable. Sus poderosas mandíbulas les permitían triturar huesos para extraer el tuétano, una fuente valiosa de nutrientes.
La Pachycrocuta brevirostris era una de las especies más dominantes de hienas prehistóricas en la región, y su tamaño le permitía competir con otros grandes depredadores del Pleistoceno. Sin embargo, la combinación de cambios climáticos, competencia con otras especies, y la expansión de los primeros humanos en Europa, que también competían por los mismos recursos, probablemente contribuyó a la extinción de estas hienas gigantes hace unos 500.000 años. Los restos de hienas prehistóricas en España nos proporcionan información valiosa sobre la fauna de la época, ayudando a los paleontólogos a entender mejor los ecosistemas pleistocénicos y la interacción entre las especies animales y los primeros seres humanos en la región.
Clásicos de cualquier zoo, tampoco pueden faltar los grandes depredadores como el tigre de Bengala y el león africano. Ambos son observados en amplias áreas que permiten verlos en su esplendor, a menudo camuflados entre la vegetación. Estas especies emblemáticas, que en estado salvaje enfrentan amenazas como la pérdida de hábitat y la caza ilegal, son protegidas por el programa de conservación presente en Cabárceno, contribuyendo también a la sensibilización de los visitantes sobre la importancia de preservar la biodiversidad en esos verdaderos hábitats naturales. Pero no tanta gente sabe que en estos mismos territorios ibéricos hubo grandes felinos cazadores como el león cavernario, que inspiraba el terror en nuestros antepasados de Atapuerca. O especies previas y más arcaicas, pero también feroces, como los tigres de dientes de sable.
Otra especie emblemática es el oso pardo, con una de las poblaciones más grandes del continente europeo dentro del parque. Estos osos pardos, que pueden llegar a pesar más de 300 kg, habitan en un vasto recinto donde se pueden ver en su ambiente natural, trepando, buscando comida y socializando entre ellos. La conservación de los osos en Cabárceno es un ejemplo del compromiso del parque con la preservación de especies en peligro o vulnerables y, además, es un recuerdo muy presente de que el hábitat salvaje de estos maravillosos animales se encuentra a pocos kilómetros hacia las montañas entre Palencia, León y Asturias.
Lo que no tanta gente sabe es que hubo especies de osos cavernarios en Cantabria hasta hace no tanto, enormes y de hábitos rupestres, que rivalizaron con los humanos y con los osos pardos actuales en parajes como la cueva de El Juyo.
Las jirafas también forman parte de la fauna de Cabárceno, destacando por su porte majestuoso y su largo cuello, que les permite alimentarse de las hojas más altas de los árboles. Su presencia en el parque ofrece a los visitantes la posibilidad de ver de cerca a estos gigantes gentiles en un entorno similar a las llanuras africanas. Es frecuente verlas correr por su recinto a velocidades de vértigo con sus enormes patas, que les permiten matar a un león de una coz. Sin embargo, su momento de mayor debilidad se produce precisamente por su altura, también, cada vez que tienen que inclinarse para abrevar.
En la imagen vemos versiones prehistóricas de las modernas jirafas y leones, que habitaron en España en un clima muy similar al que hoy podemos encontrar en África.
Entre los animales más impresionantes por su tamaño están, también, los rinocerontes blancos, una especie en peligro de extinción debido a la caza furtiva que asola África. Pero el Parque de Cabárceno alberga varios ejemplares en un espacio diseñado para su bienestar y conservación. Estos rinocerontes, que pueden llegar a pesar más de dos toneladas, son uno de los principales atractivos del parque por su imponente presencia. ¿Sabías que hubo rinocerontes en la Península Ibérica antes de su extinción, en tiempos no tan lejanos?
Otro caso curioso de la evolución de la fauna hasta nuestros días es el caso de la familia de los hipopótamos. ¿Sabías que en Cabárceno se conservan no sólo las especies gigantescas que vemos en los documentales, a menudo, sino también la curiosa y amenazadísima especie pigmea que sólo existe en determinadas zonas de África Occidental? Pero lo más curioso de todo es que también hubo hipopótamos salvajes europeos hasta hace no tanto y nuestros antepasados los cazaron y también, a buen seguro, fueron víctimas de sus ataques.
Durante el Pleistoceno, la Península Ibérica fue hogar de una megafauna diversa y sorprendente, que incluía animales que hoy en día asociamos con otras regiones del mundo, como los hipopótamos prehistóricos. Uno de los representantes más importantes en la región fue el Hippopotamus antiquus, una especie de hipopótamo extinto que habitó Europa, incluida la Península Ibérica, hace entre 1,8 millones y 100.000 años. El Hippopotamus antiquus era más grande que el hipopótamo común actual (Hippopotamus amphibius), con un peso que podía superar las 4 toneladas. Estos hipopótamos prehistóricos vivían en las zonas húmedas y ribereñas de ríos, lagos y pantanos que caracterizaban el paisaje de la Península Ibérica durante periodos interglaciares, cuando el clima era más cálido y favorable para especies tropicales y subtropicales. Al igual que sus parientes actuales, pasaban gran parte del día en el agua para mantenerse frescos y evitar depredadores, emergiendo durante la noche para alimentarse de vegetación terrestre.
Fósiles de Hippopotamus antiquus se han encontrado en varios yacimientos de España, como en el famoso sitio de Atapuerca, en Burgos, y en otras áreas del valle del Guadalquivir. Estos hallazgos confirman que los hipopótamos prehistóricos coexistieron con otras especies de megafauna como elefantes, rinocerontes, y grandes carnívoros como los leones y hienas prehistóricas. A pesar de su tamaño y naturaleza aparentemente pacífica, los hipopótamos debieron enfrentarse a amenazas de depredadores y, hacia el final de su existencia, a la creciente presencia de humanos, que también competían por recursos y cazaban grandes animales. El Hippopotamus antiquus desapareció durante el Pleistoceno tardío, coincidiendo con una serie de cambios climáticos drásticos que afectaron a gran parte de Europa, cuando el continente comenzó a experimentar períodos glaciales más severos. Estos cambios transformaron el hábitat de los hipopótamos, reduciendo los ambientes acuáticos cálidos de los que dependían, y junto con la presión de la caza humana, llevaron a su extinción en la región. El estudio de los restos fósiles de hipopótamos prehistóricos en la Península Ibérica revela un panorama fascinante de un tiempo en el que el clima y la fauna eran radicalmente diferentes de los actuales. Estos hallazgos nos muestran que los hipopótamos, ahora típicos de África en exclusiva, tuvieron una distribución mucho más amplia en el pasado, llegando a habitar territorios tan al norte como la actual España, pero todo ello antes de que los cambios climáticos y ecológicos los extinguieran de Europa.
En la prehistoria, los elefantes, específicamente los mamuts, habitaron en lo que hoy conocemos como Cantabria, una región del norte de España. Estos grandes mamíferos son parte de la megafauna que vivió durante el Pleistoceno, hace entre 2,5 millones y 10.000 años. Los mamuts que más se relacionan con Europa y, por ende, con la península ibérica, son el mamut lanudo (Mammuthus primigenius), que estaba adaptado a climas fríos. Aunque no se han encontrado restos directos de mamuts en Cantabria con la misma frecuencia que en otras partes de Europa, como en Siberia o el norte de Europa, sí hay indicios de su presencia en forma de arte rupestre y herramientas. En las cuevas de Altamira, famosas por sus pinturas rupestres, se han hallado representaciones de la fauna prehistórica que incluye bisontes, ciervos y, posiblemente, mamuts. Estos animales eran importantes para las comunidades humanas que habitaban Cantabria en ese tiempo, ya que proporcionaban carne, piel y huesos para herramientas.
Además, se han hallado en la región de Cantabria y áreas cercanas numerosos fósiles y restos de otras especies prehistóricas, como bisontes y rinocerontes lanudos, que compartieron hábitat con los mamuts en otras regiones. Aunque los mamuts lanudos son los más conocidos, en la península ibérica vivió una especie más antigua, el mamut meridional (Mammuthus meridionalis), que habitó zonas más templadas y es anterior al mamut lanudo. Esta especie vivió hace aproximadamente 1,5 millones de años y podría haber habitado la zona de Cantabria cuando el clima era más templado. Y aunque no se han hallado aún restos directos de elefantes prehistóricos en Cantabria, las evidencias arqueológicas y el arte rupestre sugieren que los mamuts y otras especies coexistieron con los humanos prehistóricos de la región.
Los linces prehistóricos tuvieron una presencia destacada en la Península Ibérica durante el Pleistoceno, y sus ancestros jugaron un papel importante en los ecosistemas de la región. Uno de los principales representantes de los linces prehistóricos en esta área es el Lynx issiodorensis, también conocido como el lince de Issoire. Esta especie fue antecesora directa de los linces modernos, incluyendo al lince ibérico (Lynx pardinus), que hoy en día es uno de los felinos más emblemáticos y en peligro de extinción de la región. El Lynx issiodorensis era más grande que los linces actuales y presentaba características similares, como el cuerpo robusto y patas largas que le permitían ser un excelente cazador de presas rápidas. Este lince vivió en Europa y Asia hace entre 2,5 millones y 500.000 años, antes de que surgieran las especies modernas de linces. Sus fósiles se han encontrado en distintos yacimientos de Europa, incluyendo áreas de la Península Ibérica, lo que sugiere que era un depredador adaptado a diversos climas y hábitats, desde bosques hasta áreas abiertas. El Lynx issiodorensis evolucionó a lo largo del tiempo, y sus descendientes se diversificaron en varias especies de linces modernos. Uno de ellos es el lince ibérico, que aún habita en España y Portugal, aunque en números muy reducidos debido a la pérdida de hábitat y la disminución de sus presas, principalmente conejos. Se cree que el Lynx pardinus surgió como especie diferenciada hace alrededor de 1 millón de años, adaptándose específicamente a las condiciones de la Península Ibérica.
Durante el Pleistoceno, la Península Ibérica era un refugio para muchas especies de grandes mamíferos debido a su clima relativamente templado en comparación con otras zonas de Europa. Los linces prehistóricos coexistieron con grandes depredadores como los leones, osos y hienas prehistóricas, lo que sugiere que debieron especializarse en la caza de presas más pequeñas y rápidas para sobrevivir. El estudio de los fósiles de estos linces prehistóricos nos ayuda a entender la evolución de los felinos en la Península y la adaptación de especies como el lince ibérico a los cambios climáticos y ecológicos. A pesar de los desafíos, el lince ibérico, descendiente de estos antiguos linces, sigue siendo un símbolo de la fauna ibérica y un ejemplo vivo de la evolución de estos felinos a lo largo de miles de años. En Cabárceno tenemos ejemplares que pertenecen a la especie boreal del lince europeo, mucho mayor y corpulenta.