La hipocresía e inutilidad de los políticos frente al idealismo y el valor de toda clase que representaba el viejo Vital Alsar, héroe santanderino cuyo legado se ha querido olvidar desde el ayuntamiento hasta el punto de que se niegan a realizar el mantenimiento de monumentos en Santander que nos recuerdan las epopeyas de este gran marino internacional. En septiembre de 2021, apenas un año después de la muerte del navegante santanderino Vital Alsar, la alcaldesa Gema Igual (PP) encabezó una serie de homenajes organizados por el Ayuntamiento de Santander para honrar la figura de quien fue considerado un “santanderino ilustre” y un “ciudadano heroico e irrepetible”. En aquel momento, las declaraciones institucionales dejaban claro el valor simbólico y patrimonial que el equipo de gobierno atribuía a su legado.
“Queremos que los vecinos disfruten del importante legado que dejó a la ciudad y que comprendan el privilegio que supone haber tenido entre nosotros a una persona tan heroica e irrepetible”, afirmó Igual durante la presentación del programa conmemorativo por el primer aniversario de su fallecimiento. Ese calendario de actos incluyó el depósito de sus cenizas en el Panteón de Ilustres, la instalación de la escultura Paloma de la Paz, la inauguración del paseo Vital Alsar en La Maruca y la asignación de su nombre a un centro ambiental.
La regidora subrayó entonces que Alsar había sido muy querido y admirado en Santander y que, desde el Consistorio, se consideraba de justicia brindarle un reconocimiento a su altura. También destacó su proyección internacional, señalando que “llevó el nombre de Santander a los rincones más lejanos del planeta”. En otro acto, con motivo de la instalación de la escultura, remarcó que esta obra evocaba el espíritu de sus travesías y sintetizaba la personalidad de un hombre que siempre navegó con el timón orientado hacia la paz.
Sin embargo, ese discurso contrasta hoy con el estado de abandono que presentan las embarcaciones ligadas a sus expediciones de Vital Alsar. Los tres galeones situados en la península de La Magdalena —originales de la travesía transoceánica Mar, hombre y paz de 2002— muestran un avanzado deterioro por la falta de mantenimiento. Estas naves, construidas en México y donadas por el propio Alsar, forman parte del espacio museístico al aire libre El Hombre y la Mar, que incluye también una réplica de la balsa con la que cruzó el Pacífico en 1970.
El grupo municipal del PRC ha denunciado públicamente que el equipo de gobierno permite la “desaparición inminente” de estas piezas patrimoniales. Su portavoz, Felipe Piña, lamentó que no se hayan entregado los informes técnicos prometidos hace más de un año y acusó a la alcaldesa de no actuar para salvar las embarcaciones. Además, la documentación oficial confirma que no existen estudios recientes y que desde 2023 el Servicio de Prevención del propio Ayuntamiento prohíbe el acceso a las naves por motivos de seguridad.
Vital Alsar (Santander, 1933 – México, 2020) fue uno de los navegantes más reconocidos del siglo XX. Tras emigrar a México en la posguerra, después de vivir en Francia, Alemania y Canadá, inició desde allí una carrera de exploraciones oceánicas con un marcado carácter humanista. Entre 1966 y 1973 protagonizó tres travesías del Pacífico en balsas de madera inspiradas en la expedición de Thor Heyerdahl. En 1980 capitaneó la Travesía de la Paz, cruzando el Atlántico en una carabela para promover la unión iberoamericana, y en 2002 lideró la expedición Mar, hombre y paz con tres galeones que navegaron desde México a España con tripulación internacional.
Más allá de sus logros náuticos, Alsar defendió siempre el mar como un vínculo entre culturas y un espacio sin fronteras, portando en todas sus expediciones la bandera blanca como símbolo de paz. Él mismo resumió su filosofía en una frase que hoy sigue siendo emblema de su trayectoria: “No hay fronteras. El mar no tiene líneas. Por eso mis expediciones llevan siempre la bandera blanca de la paz”.