Hoy queremos proponer el espacio artístico de una fotógrafa profesional de Salamanca, Leonor Benito De la Lastra
Conocí a Leonor de una forma muy casual y artística. Yo estaba pegándome un baño en pleno verano en un lugar prohibido (todo lo prohiben), cuando vi una cámara de fotos «de verdad». De las de carrete y revelado. Y ésta es una de las hermosas fotos que tomó y así fue como me gané el apodo de «el nadador».
Pero dejemos que la artista exprese en sus propias palabras su arte. Merece la pena.
Leonor Benito De la Lastra: fotografía artística y profesional en Salamanca
Tiendo a mirar este trabajo como una huida de un sistema de imágenes, es decir la ruptura desde la perspectiva
exclusiva de objetos, de resultados que se suceden. Fragmentar la mirada, rebasar los márgenes, rasgar el plano,
cuartear la superficie. Aceptar que eso no sea lo logrado. Me emocionó la costumbre de R. Walser de concebir una
escritura mínima, en soportes mínimos y accidentales, de restos dispersos sin una voluntad de dar un sentido de
categoría. Lo llamó “Microgramas”.
Microgramas. Fragmentos de cosas o de acontecimientos que se muestran ante mis ojos o se conforman con mi
mirada. Restos del mundo que dejan la estela fantasmal de una pregunta, un recuerdo o un deseo. El micrograma
deviene entonces una práctica de fotografía intermitente, dispersa, multiforme y sin proyecto a través de una
investigación obstinada en el laboratorio. Dejar de actuar durante un tiempo y volver a retomar y comprobar como
se dibujan motivos inconscientemente, las inquietudes persistentes.
Micrograma es un ver diseccionado porque la cosa por ver es el insecto clavado con alfiler en la cartulina del
taxidermista. Ver justo antes de la desaparición del objeto, ver justo antes de lo ya perdido, pero dejando un
cuestionamiento o una invocación. Esbozar, no construir. Invitación a pensar. Conformar Microgramas es como
escribir párrafos que atesoran acontecimientos minúsculos, pero abiertos a infinitos campos de posibilidades. Cada
uno merecería mucha más dedicación para ser llave de una búsqueda siempre nueva.
La fotografía analógica es el campo donde me muevo. Utilizo una cámara de formato medio. Ésta me obliga a una
manipulación lenta y reflexiva. Pero mi trabajo es esencialmente alquímico y necesariamente heterodoxo. En el
laboratorio parece que tuviera lugar un proceso regresivo, de retorno a los orígenes. Tratamientos químicos en
constante experimentación junto a todo tipo de manipulaciones aplicadas sobre el papel fotosensible. Es una
intervención de carácter plástico: velados, quemados de luz, barridos, superposiciones, rasgados; intromisiones
extrañas, usurpaciones de márgenes. Un trabajo absolutamente contaminado y multiforme, disperso, disolutivo,
abocado a la incertidumbre visual