Vamos a comentar películas en las que la seguridad falló con consecuencias muy graves para los protagonistas.
Los problemas por falta de seguridad profesional en las películas
Vamos a empezar por comentar los fallos por la falta de seguridad profesional en las películas, incluso en grandes empresas como InGen, compañía que crea Jurassic Park.

Instalación de alarmas en Cantabria y todo el país
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En Jurassic Park, delegar la seguridad interna en el propio personal fue un error
Una cosa está clara en la novela y la película de Jurassic Park: si al informático le hubieran pagado lo que él creía que valía su trabajo no hubiéramos tenido ni novela ni película ni nada, puesto que este hombre no se hubiera “tomado la justicia por su mano”. Parece mentira que un tema de discusión laboral y salarial provocara la fuga mortífera de tantos dinosaurios, que empezaron a comerse de inmediato al personal del parque y empezando por el propio informático que lo había provocado todo.
Aparte de lo económico, es evidente que no existía una gran compenetración ni mucho menos simpatía entre este informático y su jefe, John Hammond.


Pero el tema económico y laboral no fue el único factor que provocó la desgracia en esta novela y en esta película inolvidables. También tenemos que recordar que los sistemas de seguridad internos del complejo de Jurassic Park no funcionaron y dependían en exclusiva de una única persona que luego resultó ser un traidor.
Es por ello que os recomendamos confiar en empresas profesionales y que no tengan tanto que ver con tu entorno personal y de empresa.
¿A quién se le ocurre dejar solo en casa a un niño sin alarma?
Además del problema que suponía dejarse un niño olvidado en casa durante todo el tiempo, el drama de Solo en casa fue a mayores porque el hogar no disponía de ningún tipo de medida de seguridad.
Dejando aparte que los policías a los que se dirigían los padres de esta familia eran unos chorizos disfrazados, empezando por Joe Pesci, en la casa no disponían de ningún tipo de sistema de seguridad moderno como los que podemos instalar hoy en día en nuestra casa.

Por eso es importantísimo y más si tenemos una familia a la que proteger que cuidemos lo que más nos importa con medidas de seguridad que son útiles también para controlar exactamente lo que está sucediendo en nuestro hogar o negocio.

Instalación de alarmas en Cantabria
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Allanamientos de morada en la película de The Game
El corolario de faenas que le suceden al protagonista de esta maravillosa película, única en su género, van realmente a más porque no dispone de ningún tipo de medida de seguridad en su hogar. Parece mentira que alguien tan rico como Nicolas Van Norton no se preocupe ni lo más mínimo por la seguridad de su hogar.
Las personas que le están vacilando llegan a tirar un muñeco de payaso delante de su puerta y él no se entera hasta que lo tiene delante de él. Son las típicas sorpresas que nos podemos encontrar si no tenemos una alarma en nuestro hogar en Cantabria o en cualquier sitio.

De hecho, la sorpresa más desagradable viene después, cuando en otro allanamiento de su morada se llega a encontrar toda su vivienda pintarrajeada con graffiti y vandalizada. Su susto llega al extremo de que coge una pistola que tiene escondida en la cocina, pero a estas alturas ya es demasiado tarde para hacer casi nada, pues ya tiene al enemigo en el interior de su casa.

En El Padrino vemos cómo las medidas de seguridad en el cruce donde atacan a Santino son bastante discutibles.





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La falta de medidas de protección básicas en todo tipo de lugares y para cuidar a todo tipo de personas amenazadas es algo recurrente en la vida criminal de Toni Montana (Scarface).
Entrada de intrusos nocturnos en El Padrino III

No disponer de una alarma en tu vivienda es un motivo de riesgo y no solamente para las ocupaciones ilegales, sino que las propias vidas de las personas que viven ahí corren un peligro de muerte.
En El Padrino III (1990), al igual que en muchas películas de mafia, la falta de medidas de seguridad realistas es un elemento que se repite y llama la atención cuando se observa con detalle. La trama se construye en torno al envejecido Michael Corleone y su intento de legitimar los negocios de la familia, pero a lo largo de la película hay situaciones donde la fragilidad de los protocolos de protección, tanto criminales como institucionales, resulta poco creíble, aunque es obvio que todo aquí tiene que servir más a la narrativa que al realismo.
Uno de los casos más notorios es el atentado contra Michael en Atlantic City. Se trata de una reunión con grandes figuras de las familias mafiosas, un encuentro que debería estar extremadamente protegido. Sin embargo, los atacantes logran entrar y disparar en medio de la sala con una facilidad que sorprende. No se muestra un control de accesos, ni filtros de seguridad, ni dispositivos que prevengan este tipo de ataques, lo cual convierte la escena en algo espectacular para la trama, pero inverosímil si se piensa en el poder y los recursos de los Corleone.
Otro ejemplo está en la vida cotidiana de Mary Corleone y Vincent Mancini. A pesar de pertenecer a una de las familias más poderosas y expuestas a enemigos, se les muestra en espacios públicos con vigilancia mínima. Mary, en particular, se desplaza con relativa libertad en escenarios abiertos, y esto desemboca en el trágico asesinato frente a la ópera. La facilidad con la que el sicario logra disparar en un evento de tal magnitud refleja una ausencia de controles y protocolos de seguridad que, en la práctica, deberían ser rigurosos dada la posición de la familia.
La relación de Michael con la Iglesia también pone de manifiesto carencias de protección. En sus reuniones con altos prelados y figuras financieras, vinculadas al Vaticano, apenas se percibe seguridad institucional. Considerando el nivel de intereses y el dinero en juego, sería lógico esperar vigilancia diplomática o incluso presencia discreta de fuerzas de seguridad, pero la película lo reduce a encuentros privados en despachos o cenas. Esto da más intimidad dramática a las escenas, aunque le resta credibilidad en términos de resguardo personal.
El desenlace en Sicilia concentra varios de los errores más evidentes. La familia asiste a una función de ópera donde se sabe que Michael puede ser objetivo de atentados, y aun así el dispositivo de seguridad es endeble. Los asesinos logran acercarse con facilidad y ejecutar el ataque sin mayor dificultad. El contraste es claro: la ópera está llena de público, luego la policía italiana debería estar involucrada en un evento de esa magnitud. Y los Corleone tendrían, en teoría, a sus propios hombres desplegados en cada acceso. Sin embargo, la narrativa sacrifica esa verosimilitud para darle fuerza a la tragedia final con la muerte de Mary.
El Padrino III se sostiene más en el dramatismo de las traiciones y los conflictos familiares que en una representación realista de las medidas de seguridad que deberían rodear a una de las organizaciones criminales más poderosas de la ficción. La fragilidad con la que se muestran los protocolos —en reuniones, atentados y eventos públicos— responde a la necesidad de la historia de avanzar hacia el derrumbe emocional de Michael, pero vistas con lupa son inconsistencias que resaltan tanto como en Sospechosos Habituales.
La falta de cualquier medida de protección en Sospechosos habituales
La verdad es que no deja de ser llamativo o qué uno pueda colarse en el ascensor en las torres gemelas y hacer toda esa obra de bricolaje sin que salte ninguna alarma por el mismo sitio ni nadie se dé cuenta.
En la foto: los creadores del proyecto arquitectónico en el que, realmente, las medidas de seguridad de todo el complejo fueron desconectadas en las horas previas al 11S para realizar simulacros terroristas por parte del Estado y determinadas agencias extranjeras. ¿Casualidad?

Y esto sin comentar que el barco de la droga que tienen ahí atracado en el puerto no se mantuvo a salvo a pesar de todos esos sicarios que estaban a bordo y en el muelle protegiendo la embarcación y su cargamento.

Hay varias otras situaciones en Sospechosos Habituales donde la falta de medidas de seguridad resulta evidente y hasta ilógica si se piensa en un contexto realista. Por ejemplo, la forma en que Dean Keaton, un ex policía acusado de corrupción, se mueve con libertad. A pesar de su historial, lo vemos trabajando y planeando operaciones sin una vigilancia real ni limitaciones judiciales que en la práctica deberían existir. Su pasado lo haría un objetivo de seguimiento constante, pero en la película se lo trata como alguien que pudo simplemente “salir del radar”.
Otro detalle aparece en el robo del camión de armas. Se supone que es un cargamento de alto valor, pero la seguridad que lo acompaña es mínima y mal organizada. Un grupo reducido de delincuentes logra robarlo con facilidad, lo que refleja una ausencia de protocolos de transporte blindado o de coordinación con fuerzas de seguridad. En la vida real, un cargamento así estaría muy custodiado y sería difícil de interceptar.

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También es llamativo cómo los criminales se reúnen constantemente en bares, muelles y hoteles sin que haya rastreo policial ni vigilancia sobre sus movimientos. Se trata de individuos con historiales criminales extensos, pero se mueven como si fueran invisibles para las autoridades. La impunidad con la que negocian, planifican y contactan a figuras del crimen organizado subraya esta falla en las medidas de seguridad.
Un aspecto más sutil, pero importante, es el acceso a información confidencial. Verbal, durante su testimonio, parece tener un dominio increíble de datos sobre diferentes operaciones, nombres y conexiones. Lo sorprendente es que la policía no resguarda los archivos visibles en la oficina: parte de lo que Kint inventa proviene de objetos y papeles que observa a su alrededor durante el interrogatorio. Es un error de seguridad básica que los oficiales no retiren esos materiales de la vista del sospechoso.
En conjunto, estos ejemplos muestran que la película está construida sobre un terreno donde los protocolos, tanto policiales como criminales, se sacrifican en favor del suspense y la construcción del mito de Keyser Söze.
El pitorreo de la falta de seguridad en Goodfellas
La película de Goodfellas está basada en hechos reales y la historia completa es una colección de anécdotas que nos hablan de una mala seguridad privada en todas esas instituciones y empresas o personas particulares que son asaltadas por la banda de los protagonistas.

Esta banda de delincuentes de Nueva York, de alto standing, pertenecientes al grupo criminal de los Gambino, tocaba prácticamente todos los palos criminales que se pueden presentar. Desde constantes atracos a los camiones para apoderarse de todo el cargamento hasta operaciones muy complejas en las que se utilizaban todo tipo de medios ilícitos para traspasar los sistemas de seguridad del aeropuerto de Nueva York y apoderarse de botines ultra millonarios.

La falta de seguridad en los aeropuertos ha quedado cuestionada en los videos virales de kamikazes que consiguieron acceder a puntos de acceso restringido que llevaban directamente a los aviones y sus peligrosos motores.
También se dedicaban al tráfico de sustancias de todo tipo y a otros negocios como la usura y la extorsión de empresas, pero el tema bastante la atención que pudieran actuar con semejante impunidad cuando se trataba de realizar asaltos con botines muy importantes para la época. Es evidente que los sistemas de seguridad del aeropuerto JF Kennedy de Nueva York eran muy deficitarios. Y estaban manejados por personal corrupto que se dejaba sobornar por estos tipos cuando no directamente intimidar, siempre entre la cocción de la amenaza directa y el soborno o la condonación de deudas importantes que mantenían con la organización.
En Goodfellas (1990), Martin Scorsese muestra el ascenso y caída de Henry Hill dentro de la mafia neoyorquina. Aunque la película está mucho más apegada a hechos reales que El Padrino III o Sospechosos Habituales, también está llena de situaciones donde la falta de medidas de seguridad es evidente, tanto en la forma en que operan los mafiosos como en la manera en que las autoridades reaccionan. Esto contribuye al dinamismo narrativo, pero deja en claro que los protocolos de protección y vigilancia, en muchos momentos, brillan por su ausencia.
Un ejemplo clave está en el famoso robo de Lufthansa. Se trata de un golpe multimillonario en un aeropuerto internacional, y aun así se muestra como un atraco ejecutado con facilidad, sin que existan sistemas de alarma modernos, rondas de vigilancia bien coordinadas o protocolos de seguridad que dificulten la operación. La forma en que los mafiosos ingresan y se hacen con el botín parece demasiado sencilla para el nivel de dinero en juego.
Otra situación llamativa es la vida social de los mafiosos en bares, clubes y restaurantes. Henry, Jimmy y Tommy se reúnen constantemente en lugares públicos conocidos, sin preocuparse demasiado por la posibilidad de escuchas, seguimientos o emboscadas. Incluso cuando ya son objetivos de la policía, sus rutinas no cambian demasiado: siguen moviéndose con coches llamativos, grandes fiestas y encuentros frecuentes en sitios fáciles de localizar. Esto refleja una imprudencia que, aunque realista en parte por el exceso de confianza, también subraya la falta de seguridad en sus operaciones.
La violencia interna entre mafiosos también pone en evidencia carencias de protección. Billy Batts, por ejemplo, es golpeado y asesinado en un bar sin que haya testigos externos ni consecuencias inmediatas. La facilidad con la que Tommy comete este crimen muestra lo expuestos que estaban incluso dentro de su propio círculo: cualquiera podía ser atacado en un momento de descuido. Lo mismo ocurre con la paranoia de Henry en sus últimos días, cuando siente que lo siguen helicópteros y autos, pero no parece tener un sistema de protección personal más allá de su instinto.

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El arresto de Henry deja claro que nunca existió un escudo real frente a la ley. A pesar de llevar años en la mafia, no cuenta con una estructura de seguridad que lo proteja de escuchas telefónicas, seguimientos o infiltraciones. La policía logra reunir pruebas suficientes sin demasiada resistencia y lo obliga a entrar en el programa de protección de testigos. Su caída refleja tanto la imprudencia personal como la ausencia de medidas organizadas para blindar a los miembros de bajo y mediano rango de la familia.
En conjunto, Goodfellas muestra un mundo donde la seguridad existe sólo en apariencia: la intimidación, la violencia y la corrupción reemplazan protocolos reales de protección. Esta fragilidad no sólo facilita el modo de vida criminal de Henry y sus compañeros, sino que también permite que la historia tenga la tensión constante que la caracteriza y ese final, no tan benigno, para todas estas personas.
Asalto a la casa de Nevada de El Padrino II
Es una anécdota poco conocida dentro de la saga de las películas más famosas de la historia, y mucho menos comprendida por la mayoría de la gente que ha visto estos largometrajes y no ha comprendido alguna cosa importante de la trama.

Estamos hablando del momento en el que Michael Corleone, justo después de haber organizado la primera comunión de su hijo y de haber tenido la durísima entrevista que mantiene con el senador del Estado de Nevada, se encuentra con que hay unos tipos al otro lado de su ventana con armas que apuntan hacia él. Una escena de gran dramatismo que se vive esa misma noche y en el propio dormitorio de Corleone, que se ve súbitamente rociado de plomo por tiradores que disparan desde el exterior.
Lo que viene a continuación es una escena de gran pánico y confusión cuando la protección privada de la finca empieza a reaccionar y los guardaespaldas y perros del mafioso se ponen a recorrer frenéticamente la hacienda en busca de los asesinos. El golpe fracasa porque Michael y su mujer sobreviven de puro milagro. Y los sicarios son abatidos de forma misteriosa y descubiertos de manera sorpresiva por la novia de Fredo, el hermano pequeño y débil de Michael.
En la película no se explica exactamente cómo ocurre todo esto. La verdad es que resulta un misterio que se deja en el aire con toda la intención del mundo, pero tiene una explicación que en los foros he podido desentrañar y que no me ha sorprendido nada. Porque es evidente que a Michael lo traicionan y eso sí que resulta explicado en la película de forma clara, aunque se centran demasiado en la responsabilidad de Fredo como el tonto útil que hace posible que este intento de asesinato tenga siquiera lugar.
La realidad es que el propio dispositivo de seguridad también está metido en la faena de intentar quitar de en medio al padrino.

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La falta de protección a bordo del barco de Tiburón es insultante. ¿Es que a nadie le importa que el Capitán Quint muriera?


Las medidas de seguridad en los rascacielos quedaron en entredicho después de que Neo se pudiera dar una vuelta por las cornisas de su empresa.





