Hablamos con Íñigo, de las pizzerías de Santander Basilicum, sobre la diferencia que marca una pizza artesanal frente a una industrial o prefabricada.
La diferencia es enorme. Las pizzas artesanales son una verdadera expresión de creatividad culinaria y tradición. A diferencia de las pizzas comerciales o producidas en masa, y nunca mejor dicho, las pizzas artesanales son elaboradas a mano y con ingredientes frescos y de alta calidad, lo que les da un sabor auténtico y tan único como cada uno de sus componentes naturales. Cada pizza es preparada con cuidado, desde la fina masa hasta los toppings, con un enfoque especial en resaltar los sabores naturales y ofrecer una experiencia gastronómica más personalizada. El proceso de creación de una pizza artesanal comienza con la masa, que a menudo se deja fermentar por varias horas o incluso días para desarrollar una textura suave y esponjosa, con un ligero crujido en los bordes. A diferencia de las masas industriales, que pueden ser más densas y secas, la masa artesanal es flexible y ligera, con un sabor profundo gracias al tiempo de fermentación.
Pizzas artesanales en Santander y Liencres
La masa vuestra es fina y los ingredientes son también muy naturales y digestivos. ¿Crees que esto marca la verdadera diferencia?
Los ingredientes utilizados en nuestras pizzas artesanales tienen un origen local o seleccionados cuidadosamente. Las salsas de tomate se hacen con tomates frescos, triturados a mano. Y las hierbas a añadir, como la albahaca y el orégano, se agregan justo antes de hornear para preservar su frescura. Además, los quesos utilizados en las pizzas artesanales suelen ser de alta calidad, como la mozzarella fresca o incluso los quesos de cabra o burrata, que aportan una riqueza y suavidad muy especiales al plato. Y otra característica distintiva de las pizzas artesanales es la cocción. Estas pizzas se cocinan en hornos de leña o de piedra, lo que añade un toque ahumado y un dorado perfecto a la masa. El fuego intenso y de origen natural de estos hornos permite una cocción rápida que da como resultado una pizza que es crujiente por fuera, pero tierna por dentro.
Otro aspecto que hace especiales a las pizzas artesanales es la variedad de combinaciones de ingredientes. A diferencia de las opciones más convencionales, los pizzeros artesanales experimentamos con sabores y texturas, ofreciendo combinaciones únicas como higos y jamón serrano, peras y gorgonzola, o setas con aceite de trufa. Esta libertad creativa nos permite innovar constantemente y adaptarnos a las preferencias del comensal. Las pizzas artesanales no sólo son un deleite para el paladar, sino que también son una celebración de la tradición, el tiempo y la pasión por la buena comida. Cada bocado refleja el esfuerzo y la dedicación de quienes las preparamos, ofreciendo una experiencia auténtica y llena de sabor que trasciende lo ordinario y lo industrial, tan típico de las grandes cadenas de pizzerías.
Mucha gente dirá que esas pizzas industriales son más baratas, ¿no crees?
Pues no es cierto. Si uno contempla la relación calidad – precio, por supuesto, la diferencia es enorme entre ambos conceptos. Y no hace falta demostrarlo: basta con recordar la experiencia de ir a una de estas cadenas de pizzas o a los restaurantes donde calientan pizzas precocinadas y probar una de las nuestras, con su verdadero sabor a pizza y sus ingredientes y modo de cocción naturales. Lo malo siempre es caro y pagar un poquito más por tantos beneficios en sabor y salud no me parece que sea un gran sacrificio, sino al contrario. Para mí, la verdad, ni pagando consumiría de nuevo una de esas “pizzas” que desgraciadamente tienen tanto marketing. Para la calidad que dan, al final, son “pizzas” caras, mientras que lo artesanal y natural tiene un precio inigualable en nuestras pizzas artesanales: no podemos ser más baratos.
Además, Miguel, piensa una cosa: los bordes de las pizzas industriales o de mala calidad suelen ser apartados y cuando acaba de comer la gente se ve que sobra muchísima cantidad de esa “pizza” más barata, pero de la cual tienes que tirar la mitad. Sin embargo, con nuestras pizzas, no pasa nada de eso: los comensales y en especial los niños devoran hasta el último gramito de masa porque están riquísimas. Por lo tanto, esto es pizza de verdad y se aprovecha hasta el último trocito, así que estás pagando todo lo que comes y estás comiendo calidad y sabes lo que estás comiendo.
Lo que la gente más valora de una pizza es todo
Nuestro amigo Íñigo, de las pizzerías de Santander Basilicum, también se ha dado cuenta de cuáles son los factores que más valora la gente a la hora de degustar una rica pizza.
Lo que la gente más valora de una pizza varía según los gustos personales, pero uno de los aspectos más importantes es el sabor. Una buena pizza debe ofrecer una combinación equilibrada de sabores, donde la salsa de tomate, el queso y los ingredientes frescos se complementen sin que ninguno domine. La armonía entre estos elementos es clave para que la experiencia de comer pizza sea satisfactoria.
La textura de la masa también es crucial. Las personas valoran que la masa tenga un buen equilibrio entre crujiente por fuera y suave por dentro y a poder ser que sea fina, aunque algunos optan por bases más gruesas y esponjosas. Pero la mayoría prefieren masas delgadas y crocantes y esto se nota en que nadie deshecha nuestros bordes: se comen todo porque es un auténtico manjar. La calidad y la frescura de la masa, así como su correcta cocción, son esenciales para determinar si una pizza es memorable o si has comido verdadera comida basura.
Los ingredientes frescos y de calidad son otro factor decisivo. Un buen queso, vegetales frescos y carnes sabrosas elevan cualquier pizza a otro nivel. Los consumidores también valoran que los ingredientes sean auténticos y que contribuyan a una pizza con sabores definidos y atractivos. Y aunque a veces pasa desapercibida, la salsa de tomate es un componente vital en la pizza: de hecho, es uno de los componentes tradicionales con los que empezó a cocinarse pizza en el mundo, hace tantos años. Las personas valoran que sea fresca, bien sazonada y no demasiado dominante. Una buena salsa debe complementar el resto de los ingredientes, sin ocultarlos, y aportar un toque ácido y sabroso que equilibre la pizza.
Además, la variedad de opciones es algo que muchos aprecian. Poder personalizar una pizza con diferentes ingredientes o disfrutar de combinaciones innovadoras y tradicionales es un valor añadido. La diversidad en los toppings permite a las personas elegir una pizza que se ajuste perfectamente a sus gustos y preferencias. Y la cocción es clave. Las personas valoran una pizza bien horneada siempre, ya sea en un horno de leña, piedra o gas, ya que esto influye en la textura y el sabor. Muchos disfrutan del ligero toque ahumado y crujiente que aporta un buen horno de leña, lo que añade una dimensión especial al resultado final.
¿El resumen de todo esto? El sabor equilibrado, la textura de la masa, la frescura de los ingredientes, una buena salsa de tomate, la variedad y la cocción adecuada son los elementos preferenciales que la mayoría de las personas valoran cuando se trata de disfrutar una pizza de calidad. Y una vez que conocen esta calidad ya no quieren volver a imitaciones “baratas”.
Los humildes orígenes de la pizza y la bandera italiana
El hombre a la derecha era Raffaele Esposito. Revolucionó un plato considerado «pobre» en Europa y lo transformó en un platillo famoso a nivel mundial. Fue el inventor de la pizza Margherita. Hoy en día, puedes encontrar la pizza Margherita en casi todas las pizzerías o marcas de pizza alrededor del mundo. Antes de esto, la pizza era un platillo popular solo en los barrios pobres de Nápoles, Italia, y se hacía sin queso, sólo con salsa de tomate, ajo y orégano, conocida como pizza Marinara. Pero en 1889, durante la visita del rey Umberto I y la reina Margherita de Saboya a Nápoles, el chef Raffaele Esposito sorprendió a la reina al preparar una pizza muy original con los colores de la bandera italiana. Una nación joven que acababa de reunificarse hacía pocos años, por entonces, por primera vez desde el Imperio Romano, así que estaba de moda esa bandera tricolor que hoy en día todo el mundo identifica con Italia.
Usó salsa de tomate roja, mozzarella blanca y albahaca verde para recrear la bandera en la pizza. Así, en 1889, gracias al pizzero Raffaele Esposito, se nos presentó la pizza de sabor Margherita en Nápoles. Esta anécdota nos enseña una vez más que la creatividad y la innovación pueden convertir algo ordinario en algo extraordinario. Al pensar fuera de lo común y añadir un toque personal, aunque sea por puro accidente, incluso un plato humilde puede convertirse en una sensación global. Este hombre nos recuerda que debemos abrazar nuestra creatividad y convertir las crisis en oportunidades, esforzarnos por la excelencia y reconocer que incluso pequeños cambios pueden tener un gran resultado, pues, ¿a quién no le gusta la pizza?