Hacemos una comparación fácil para una mejor comprensión.

Un excelente ejemplo que puede (o no) aclararte mucho: supongamos que el ser humano está organizado como un ordenador. O, mejor dicho, un ordenador está hecho según el ser humano.
El cuerpo de un ordenador es la apariencia.
El hardware son los órganos.
La placa madre es el sistema del organismo.
El procesador es el corazón.
El disco duro sería nuestra memoria, la base de datos donde se almacena toda la información que vamos recopilando a lo largo de la vida: desde las primeras sensaciones que experimentamos en este cuerpo y con este ego, pasando por los conocimientos académicos, la experiencia personal, los colores, los olores… todo queda registrado ahí.
La memoria RAM —o memoria a corto plazo— es la que mantiene en funcionamiento los procesos básicos para vivir: la respiración, el equilibrio, el caminar… todo aquello que necesitamos para sostener la vida momento a momento.
Si hablamos de cables, altavoces, micrófono o pantalla, estaríamos hablando de nuestro sistema sanguíneo, el habla, los oídos, el rostro…
Nuestro “software” empieza con el sistema operativo, que sería nuestra mentalidad y nuestra cultura. A lo largo de la vida instalamos programas y aplicaciones: creencias, tradiciones, costumbres, la educación recibida (en casa, en la calle 😃), en el colegio, en la universidad, y, por supuesto, nuestras propias experiencias. Todo ello nos va llenando de instrucciones internas: “esto es bueno, esto es malo… Esto es verde, esto es amargo… Hazlo así, así no se puede”. Y así, continuamente, hasta el final de nuestros días.
No digo que nada de eso esté mal. Sin un sistema operativo ni programas adecuados no podríamos funcionar en sociedad. Sin embargo, con el tiempo, algunos programas se vuelven obsoletos, se acumulan “cookies” y otra basura digital que ralentiza el ordenador. Y, por si fuera poco, cuanto más antiguo es el hardware, menos compatible es con nuevas aplicaciones, utilidades o actualizaciones. Exactamente igual que en los humanos 😃.
Ahora bien, ¿os habéis dado cuenta de que falta un elemento muy importante en esta analogía? Normalmente me gusta que lo adivinen, pero aquí, al no poder obtener respuesta inmediata, os lo voy a decir. 😉 Será, de paso, una prueba para saber quién realmente lee los textos de esta página. 😃😃
Ese elemento es la conexión a Internet, que en este caso sería el “espacio de las variantes” (según el Transurfing) o nuestra conexión con Dios, el Universo o el Gran Cielo Azul, como prefieras llamarlo. Es el canal por el que nuestra intuición recibe respuestas.
En definitiva, ¿qué hace la egología? La egología ayuda a limpiar tu ordenador interno de cookies, programas obsoletos o dañinos, y a actualizar tus datos. En otras palabras: a hacerle un buen mantenimiento. Porque trabajar con un ordenador rápido, eficiente y bien configurado… ¡es un placer! ¿Verdad que sí? 😉
Si te queda alguna duda, siempre puedes escribirnos.