Hoy comentaremos con un urólogo en Santander esta interesante sección del Gabinete Secreto del Museo de Nápoles, dedicada casi enteramente a la importancia social y hasta religiosa del sexo en la sociedad romana. El Gabinetto Segreto (Gabinete Secreto) del Museo Arqueológico Nacional de Nápoles constituye una de las colecciones más fascinantes y reveladoras de la Antigüedad clásica. Su historia es un claro reflejo del permanente choque entre el interés arqueológico y los códigos morales a lo largo de los siglos. Su devenir, marcado por prohibiciones, redescubrimientos y resignificaciones, es un testimonio de la cambiante actitud de Europa frente al erotismo, la representación simbólica del cuerpo humano y la libertad de expresión.

La importancia de la salud sexual y la sexualidad siempre ha prevalecido a lo largo de la Historia, nos dice este urólogo en Santander, incluso por encima de otras cuestiones no menos importantes, ya que de todo eso dependían tantas cosas como la fertilidad, la visión misma del hombre y la mujer. Y sin olvidarnos de la preocupación lógica de las personas por su propia salud y los riesgos provenientes de las enfermedades que se transmiten en el acto sexual. Una realidad que sigue muy viva hoy en día, con la diferencia de que ahora la Medicina puede resolver una cantidad impresionante de situaciones que en tiempos no tan remotos resultaban una condena sin esperanza.
El origen del Gabinetto Segreto: arte y cultura contra la censura conservadora
La historia del Gabinetto Segreto se remonta a la segunda mitad del siglo XVIII, cuando las excavaciones en Herculano, Pompeya y Stabiae —promovidas por la monarquía borbónica— comenzaron a sacar a la luz un considerable número de frescos, esculturas y objetos de uso cotidiano de explícito contenido sexual. Estos hallazgos provocaron tanto admiración como escándalo en el seno de la aristocracia ilustrada.
Para los romanos, la dimensión erótica de la existencia no estaba separada de otros aspectos de la vida: se integraba con la religión, la fertilidad, el humor y la decoración doméstica. Sin embargo, el rígido marco moral impuesto por la tradición cristiana y el pensamiento neoclásico no estaba dispuesto a aceptar públicamente esa naturalidad. Esto generó una extraña dualidad entre el espíritu científico y cultural del siglo XVIII y la censura puritana de la misma época. Por fortuna, los censuradores no llegaron tan lejos en su temor a que la gente se contaminase con unas imágenes tan “perturbadoras” y guardaron todo en una cámara secreta para que no se perdiese tampoco y tal vez, quién sabe, para destinarlo a la contemplación de unos pocos.
La creación oficial del Gabinete empezó por la censura borbónica
Hoy en día, no mucha gente se va a quedar como estaba al escuchar que un Borbón napolitano cerró al público el acceso a estas obras de artes por una puritana censura. En 1819, durante una visita al Museo Real Borbónico, el rey Francisco I de las Dos Sicilias, acompañado por su familia, quedó escandalizado al descubrir piezas eróticas expuestas en las salas abiertas al público. Como resultado, ordenó que todas esas obras fueran trasladadas a una sala cerrada con llave. Así nació formalmente el Gabinetto Segreto, un espacio reservado exclusivamente para hombres adultos de conducta “moralmente probada” y con autorización especial.
Durante décadas, el acceso a la colección fue extremadamente limitado, restringido a aristócratas, académicos varones y visitantes extranjeros con cartas de recomendación. Las piezas quedaron encerradas tras rejas de hierro forjado, convirtiéndose en un símbolo visual de la censura moral de su tiempo.

El “museo más prohibido del mundo”
A lo largo del siglo XIX y gran parte del siglo XX, el Gabinetto Segreto permaneció cerrado o sometido a un control muy estricto. Bajo dominio francés y posteriormente durante la unificación italiana, se intentó reorganizar el contenido de la colección, aunque la visión del erotismo clásico continuaba filtrada por fuertes prejuicios. Incluso en el siglo XX, este gabinete alimentaba mitos y rumores, y era considerado por muchos como el “museo más prohibido del mundo”. Aunque fue reabierto brevemente en 1950, volvió a clausurarse en 1967 bajo la presión de sectores conservadores.
No fue sino hasta el año 2000, con el auge de una museología más inclusiva y crítica, que el Gabinetto Segreto se abrió definitivamente al público general. Hoy forma parte de la exposición permanente del Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, aunque la entrada incluye una advertencia por el contenido explícito. Actualmente, lejos de servir como espacio de censura, el Gabinetto Segreto propone una reflexión sobre las prácticas culturales del mundo romano y el largo recorrido histórico de la censura artística. Las piezas expuestas se presentan como testimonios de la integración del erotismo en la vida cotidiana, la religión y el imaginario simbólico de la Antigüedad.
Qué se puede ver en el Gabinetto Segreto
La colección consta de más de 250 piezas eróticas, en su mayoría de época romana. Entre los objetos más destacados se encuentran los frescos procedentes del lupanar de Pompeya y de residencias privadas; tintinnabula fálicos, utilizados como amuletos protectores; lámparas de aceite con escenas sexuales; y estatuillas fálicas, así como representaciones de divinidades como Priapo.

Uno de los núcleos más valiosos del Gabinetto Segreto está compuesto por frescos eróticos hallados en Pompeya, Herculano y otras ciudades de la región vesubiana. Estas pinturas, procedentes tanto de espacios públicos como de ámbitos domésticos, revelan una percepción del cuerpo y la sexualidad muy distinta a la que dominaría en períodos posteriores. En los lupanaria (burdeles), como el famoso Lupanar de Pompeya, las paredes se decoraban con escenas sexuales explícitas, ejecutadas con notable destreza técnica y reproducidas en diferentes habitaciones. Según estudiosos como John R. Clarke, estas imágenes cumplían una función práctica, sirviendo como catálogo visual para los clientes.
En las casas privadas, estos frescos solían ocupar lugares destacados como vestíbulos, triclinia, peristilos o dormitorios. Su función era múltiple: primero, tenían un valor estético y lúdico, destinados a entretener a los invitados durante las reuniones y banquetes. En segundo lugar, actuaban como símbolos de fertilidad, abundancia y protección contra el mal de ojo. Por último, también servían como declaración de estatus, mostrando la sofisticación y cultura helenística del propietario.
Un urólogo en Santander nos recuerda la importancia de nuestra salud sexual
Durante la época del Imperio Romano, las enfermedades e infecciones de transmisión sexual (ITS) formaban parte de la vida cotidiana, aunque el conocimiento médico y la comprensión de su naturaleza eran muy limitados. La promiscuidad en ciertos sectores de la sociedad, la existencia de la prostitución regulada y la falta de métodos anticonceptivos o preventivos eficaces favorecían la propagación de estas enfermedades. Los médicos romanos, influenciados por la medicina griega y por las enseñanzas de Galeno e Hipócrates, atribuían muchas dolencias genitales a desequilibrios de los humores o a prácticas sexuales consideradas impuras. En esto último, evidentemente, tenían razón y lo sabían: no existía manera humana de evitar muchas cosas en un tiempo en que la ignorancia y la falta de medios de prevención de todo tipo, así como de tratamientos, producían problemas tremendos por el desarrollo de ETS e ITS diversas.
Entre las enfermedades que hoy identificaríamos como ITS, la sífilis, aunque no se documenta claramente en los textos médicos romanos, pudo haber existido en formas menos agresivas o confundida con otras afecciones. Más documentadas están afecciones como la gonorrea, conocida por provocar secreciones genitales dolorosas y ardor al orinar, síntomas que se describen en algunos escritos antiguos. La clamidia y otras infecciones bacterianas, aunque no bien diferenciadas por los médicos de la época, también se sospecha que circulaban ampliamente.
La prostitución de la época era un importante vector en la transmisión de enfermedades
Las prostitutas, tanto mujeres como hombres, eran un importante vector en la transmisión de enfermedades. Si bien la prostitución era legal y estaba controlada en Roma, los controles sanitarios eran rudimentarios. Algunas leyes obligaban a las prostitutas registradas a usar togas distintivas y a someterse a controles médicos esporádicos, pero estas medidas eran más simbólicas que efectivas para contener las infecciones.
Los tratamientos para las ITS en la antigua Roma eran rudimentarios y demasiado a menudo ineficaces. Se recurría a ungüentos de plantas medicinales, baños de vapor, cataplasmas y fórmulas a base de miel, vinagre o vino. La cirugía era una opción extrema para tratar abscesos o lesiones genitales. Además, muchas infecciones crónicas eran mal comprendidas y frecuentemente se atribuían a castigos divinos o a desequilibrios morales. Las infecciones de transmisión sexual eran un problema persistente en la Roma antigua, favorecido por factores sociales y culturales, y enfrentado con un conocimiento médico limitado. La visión moralista de la sexualidad y las restricciones del saber médico de la época impedían avances significativos en la prevención y tratamiento de estas enfermedades, que seguirían afectando a la población durante siglos.
Los falos romanos como recordatorio de la importancia del sexo y la salud sexual
Otra categoría singular dentro del Gabinetto Segreto son los tintinnabula: amuletos de bronce que consistían en un falo, a menudo con alas u otras formas fantásticas, del cual pendían campanillas. Estos objetos se colgaban en puertas, patios y tiendas para proteger contra el mal de ojo mediante la combinación del símbolo fálico (fascinum) y el sonido metálico, considerados eficaces en la tradición religiosa romana para repeler la envidia.
Más que elementos obscenos, los tintinnabula simbolizaban el vínculo entre erotismo, fertilidad y protección del hogar, reflejando la concepción romana del falo como un poderoso emblema de vida y defensa espiritual. Y no nos olvidemos de las famosas lámparas eróticas. Las lámparas de aceite decoradas con escenas sexuales constituyen otra categoría notable de la colección. Estas lámparas, principalmente de cerámica, representaban diversos actos sexuales, incluidos tríos y posturas consideradas no normativas. No obstante, su intención no era provocar escándalo, sino ofrecer una ornamentación divertida y cargada de simbolismo.

Según estudios de John R. Clarke, estas imágenes respondían a una lógica de humor, fertilidad y celebración de la vida, evidenciando la natural integración del erotismo en el entorno doméstico romano.
Comentamos con un urólogo en Santander el papel de las estatuillas fálicas
El Gabinetto Segreto alberga también numerosas estatuillas fálicas, muchas de ellas en bronce. Estas piezas representan falos aislados o incorporados en figuras humanas, animales o híbridas. Lejos de cualquier intención obscena, su función era protectora y apotropaica. Los falos con alas, patas o rostros personificados adquirían movilidad simbólica y capacidad mágica. En otros casos, se usaban representaciones grotescas o humorísticas para reforzar su papel como amuletos contra las fuerzas negativas.
La figura de Priapo es icónica de la urología, nos dice este urólogo en Santander. Una de las presencias más emblemáticas del Gabinetto Segreto es Priapo, una deidad menor vinculada a la fertilidad, la prosperidad agrícola y la abundancia sexual. Se lo representa como un hombre barbado con un enorme falo erecto, que sostiene o exhibe de manera prominente.
Su imagen era habitual en jardines, huertos y entradas de casas, donde cumplía una función de guardián frente al robo, la envidia o el mal de ojo. La célebre pintura de Priapo en la Casa de los Vettii en Pompeya, en la que su falo es pesado en una balanza frente a una bolsa de monedas, condensa el humor, la prosperidad y el equilibrio simbólico que caracterizan su culto. El sexo es alegría y salud y cuando falta, por cualquier motivo, se convierte en todo lo contrario: una fuente de preocupaciones y hasta de posibles causas o síntomas de problemas más profundos, por lo que es fundamental que ante cualquier motivo que surja en este sentido se acuda cuanto antes al especialista.
Estudiosos como Paul Zanker y Mary Beard subrayan que el culto a Priapo fusionaba rituales, humor y lo cotidiano, incorporando la dimensión sexual a la vida romana sin conflicto moral alguno.
Hoy en día contamos con urólogos y otros especialistas que no existían en esos tiempos

Es evidente que una gran parte de la magia y superstición que rodeaban muchos aspectos de la vida cultural y hasta sanitaria de la época se debía, en gran parte, a la falta total de respuestas por parte de la Ciencia y la Medicina de esos momentos. Inclusive se ponían en contradicción aspectos como el famoso “carpe diem”, que invitaba a disfrutar de la vida antes de que fuera demasiado tarde, con la realidad tozuda de que la práctica sexual activa podía conducir a verdaderos problemas. Las ITS de la época, muchas de las cuales tienen tratamiento hoy en día, eran a menudo “tratados” con métodos tan inútiles como contraproducentes, ya que se llegaba a usar mercurio puro como medicamento frente a determinadas patologías sexuales. De ahí el dicho de “una noche con Venus y toda una vida con Mercurio”.
El recorrido por el Gabinetto Segreto revela mucho más que un simple conjunto de objetos eróticos. Ofrece una ventana a la cosmovisión romana respecto al cuerpo, el deseo y la protección del hogar. Estas manifestaciones no eran marginales ni motivo de vergüenza; estaban plenamente integradas en la vida doméstica, religiosa y simbólica de Roma.
Frescos, lámparas, amuletos, estatuillas y figuras como Priapo formaban parte de un mismo universo cultural, donde el erotismo era concebido como una fuerza vital, estrechamente ligada a la fertilidad, la fortuna y la protección frente al mal.
Más que ver en estas piezas una suerte de pornografía antigua, es necesario entenderlas en su contexto original: como expresiones de una mentalidad que consideraba el sexo una parte natural del orden cósmico y social. El Gabinetto Segreto, al conservar y exponer estos testimonios, nos invita a repensar nuestra propia historia cultural del pudor, la censura y la representación del cuerpo humano. Agradecemos al doctor Monge Mirallas, urólogo en Santander, que nos haya atendido tan amablemente y haya compartido con nosotros estas reflexiones sobre temas que, en realidad, son atemporales.