En este periódico nos gusta ser los primeros en informaros de todo, sin importarnos si son malas o buenas noticias. Somos periodistas y llevamos en la sangre: no podemos quedarnos en la incertidumbre y mucho menos guardarnos ninguna noticia en el bolsillo, por escandalosa o peligrosa que sea.
La posibilidad de que se haya derribado una de las cuevas más importantes de Cantabria
Nuestra obligación llega más lejos cuando en su día hemos tratado este tema, siendo uno de los únicos medios de comunicación, a nivel nacional e internacional, que ha tratado un asunto de tanta gravedad. La posibilidad de que una de las cuevas más importantes del arte rupestre en nuestro país hubiera quedado sepultada por un deslizamiento de tierras provocado, según se apuntaba en un primer momento, a unas obras mal ejecutadas y que se habían saltado todas las normas de informar a los correspondientes servicios de medio ambiente o patrimonio. Unas normas que nos imponen a todos los mismos que luego van y se las saltan, puesto que estaríamos hablando de una pedanía del Ayuntamiento de Camargo, muy cercano a Santander.
Parece mentira que los políticos en general, aunque aquí estaríamos hablando de una persona que no tiene ninguna importancia, y que no debe tener mucho cerebro, se salten de esta manera las normas más fundamentales a la hora de llevar a cabo proyectos que pueden poner en peligro el patrimonio histórico más antiguo.
En este caso, estamos hablando de la cueva del Juyo, situada más o menos en el medio de la zona más poblada de la costa montañesa. Una curiosa cavidad que se extiende por varios metros por debajo de unas lomas en forma más o menos de arco casi cerrado y que coronan, a su vez, una loma más grande que domina toda la zona circundante. Un hermoso y tranquilo paraje que ha albergado desde hace más de 14.000 años lo que se considera la iglesia más antigua del mundo, con el primer altar religioso jamás encontrado. Este magnífico altar de piedra cúbico con la efigie de un ser humano que se está transformando en felino o viceversa:
Un auténtico fortín que dominaba la llanura circundante y en el que nuestros antepasados habitaron durante milenios, aprovechándose del abrigo que les daba una cueva perfecta. Con muchos metros para habitar y todo lo necesario en las cercanías para sobrevivir y alimentarse.
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Leones, bisontes y osos cavernarios desaparecieron de nuestro entorno
El tiempo pasó y la cueva fue quedando en el olvido, conforme nuestros antepasados se pasaron a vivir en casas cada vez más trabajadas hasta olvidarse por completo de esa vida nómada y rupestre que habían llevado sus ancestros. También el ecosistema cambió muchísimo, ya que el mar cubrió partes de la costa que antes eran estepa boscosa al estilo báltico. Leones, bisontes y osos cavernarios desaparecieron de nuestro entorno y el clima y la vegetación se volvieron más propios del ecosistema de esta zona del Atlántico que podemos observar hoy. De esa época quedan vestigios naturales como el urogallo o el ciervo ibérico, que son especies de ese clima boreal que ya no existe y que si conocieron nuestros antepasados remotos de la cueva del Juyo.
El clima templado resultaba crucial para la supervivencia de la fauna actual (ciervos, corzos, jabalíes), a diferencia del bisonte europeo, que prefería temperaturas más frías. No obstante, todas estas especies coincidían en su preferencia por hábitats de espacios abiertos. La cabra montés logró alcanzar los roquedos más inaccesibles del área debido al avance de los glaciares, que empujaron a esta especie hacia altitudes más bajas, próximas a la costa y casi al nivel del mar. Las pinturas rupestres revelan la coexistencia de otros carnívoros además del ser humano, como el león de las cavernas, extinguido hace 12.000 años, así como el leopardo y la hiena de las cavernas.
Hace 14.000 años, se produjo un importante cambio ambiental en el que los bosques ganaron terreno a expensas de las praderas. Este periodo también presenció la aparición de nuevos depredadores como el lobo, el zorro y el turón. Además, la fauna local se vio enriquecida con la presencia del oso cavernario, como evidencian las marcas de su paso en las paredes de El Juyo y las zonas de osera donde se refugiaban durante los momentos más fríos. No fue sino hasta la alteración significativa en las condiciones ambientales y la moderación de las temperaturas que el oso pardo ocupó su lugar en este ecosistema.
Cronología de la Cueva de El Juyo
Como ha sucedido en otros yacimientos de este tipo, comunidades posteriores encontraron su refugio en estas cavidades, pero en este caso de una forma muy curiosa, con una especie de sacrificio humano del que hablaremos enseguida. Pero resumamos de manera cronológica los acontecimientos relacionados con la Cueva de El Juyo, considerando su contexto histórico y prehistórico:
- Periodo Magdaleniense (hace unos 15.000 años): Cazadores recolectores, similares a los que pintaron Altamira, compiten con osos pardos y cavernarios en una cueva situada en el fondo de una dolina en lo que hoy es Igollo de Camargo, Cantabria. Destacan hallazgos como un altar labrado, grabados varios y una cabeza de ciervo tallada.
- Hace 1.500 años: Se depositan unos cráneos de una mujer y tres niños son depositados en la Cueva de El Juyo, identificados todos como un posible sacrificio humano. Hay cuentas de vidrio en el lugar y el periodo se corresponde con el Reino Visigodo. Lamentablemente, estos restos humanos parecen haber desaparecido. ¿Otra faena absurda de la Administración?
- Década de 1950: La cueva es descubierta por un grupo de camineros de la Diputación. Expertos como el arqueólogo Joaquín González Echegaray y el equipo de la Universidad de Chicago, con el profesor Freeman como director, participan en su estudio.
- Febrero de 2021: El Ayuntamiento de Camargo pavimenta de manera imprudente por encima del nivel de la cueva, poniendo en peligro su existencia. Se destaca la preocupación de las autoridades locales y se solicita la evaluación del alcance de los daños por parte de técnicos.
- Marzo de 2021: La alcaldesa de Camargo expresa preocupación por los daños en la Cueva de El Juyo, subrayando la falta de permisos en las obras de pavimentación. ¿No se enteraba de nada esta señora? Se elige a estudiantes de la Universidad de Cantabria para evaluar los daños, pero no hay manera de que nadie conteste a las preguntas que les realizo a todos estos entes en 2022.
- Julio de 2021: La prensa afiurma desconocer los resultados de la investigación en curso sobre los daños.
- Septiembre de 2021: La Audiencia Provincial de Cantabria absuelve a los miembros de la corporación local de posibles daños causados en la obra sin licencias, sin conocer los daños en la cueva, ya que aún no se han revelado.
- Nuestra investigación de 2022 termina sin resultados: nadie parece saber nada de la cueva o siquiera sobre si sigue en pie.
- Sentencia de 2023 en la que se condena a los responsables con un total de 20.000 euros. De esto hablaremos después.
- Enero de 2023: el profesor Roberto Ontañón nos asegura que la cueva está intacta y hasta afirma que el deslizamiento de tierras no está relacionado con las obras ilegales del parking.
Una joya paleolítica estudiada, incluso, por la Universidad de Chicago
Todo iba de maravilla en el desarrollo paleolítico e histórico de una cueva única, estudiada a fondo por los mejores científicos de su tiempo. Pero en 2021, como decimos, apareció la señora Nieves Portilla, una política local, y otras personas que necesariamente tuvieron que echarla una mano a la hora de llevar adelante unas obras de pavimentación de lo que iba a ser un gran aparcamiento, exactamente al lado de una de las cuevas prehistóricas más importantes. Una joya paleolítica estudiada, incluso, por la Universidad de Chicago, que envió a un equipo de profesores y estudiantes en los años noventa para hacerse cargo de las importantes investigaciones que aquí tuvieron lugar. Y el brillante paisano nuestro, el sacerdote y paleontólogo e historiador, González Echegaray, dirigió estas investigaciones con sus compañeros gringos. Todo para que ahora vengan los propios políticos regionales a darnos cuenta de los desastres que causan sus propios compañeros de oficio:
«Han instalado varios puntos de luz para colocar luminarias, lo que ha implicado la realización de zanjas en el terreno. Además, han colocado dos tubos para desviar el curso del agua que desciende de la dolina, lo cual representa una amenaza significativa para la cueva. También han nivelado todo el entorno al verter una gran cantidad de pavimento homogéneo. Necesitamos esclarecer los eventos ocurridos, identificar las afectaciones a la cueva y sus alrededores, y luego seguir el procedimiento correspondiente según los daños causados o la ausencia de los mismos, basándonos en la relación causa-efecto que pueda demostrarse».
Una obra absurda sin contar con los permisos y las autorizaciones que nos exigen a los demás mortales
Todo un pasado prehistórico y unos descubrimientos que se han visto completamente en entredicho cuando un deslizamiento de tierra se produjo al mismo tiempo que esas obras de pavimentación estaban teniendo lugar. Nosotros ya avisamos aquí hace dos años de que eso había ocurrido. De que esta situación escandalosa se había producido porque a una serie de zopencos no identificados, a los que tal vez esté encubriendo, se habían decidido por sí mismos a realizar unas obras que podían poner en peligro la integridad de la cueva. Y sin contar con los permisos y las autorizaciones que las autoridades nos exigen a los demás mortales se lanzaron a la aventura de echar un montón de material de basamento para construir un parking enorme, en el que pudieran entrar seguramente autobuses y muchos coches. Una imprudencia abismal que esperemos, sin demasiada esperanza, que remate en responsabilidades por el simple riesgo que ha corrido la cavidad.
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Así lo recogía la prensa hace tres largos años: la Dirección General de Patrimonio Cultural y Memoria Histórica está evaluando los perjuicios ocasionados en los alrededores de la Cueva de El Juyo, a raíz de unas obras no autorizadas, realizadas por la Junta Vecinal de Igollo de Camargo. Estas acciones podrían haber causado daños en el entorno de la cueva, la cual alberga uno de los yacimientos arqueológicos más significativos del Magdaleniense cantábrico.
Y, desde entonces, el silencio administrativo total, hasta que los tribunales impusieron en 2023, a los responsables, una sanción que algunos pensamos que no es proporcional a la imprudencia tan grave que cometieron.
Castigo demasiado suave por las obras no autorizadas en el entorno de la cueva de El Juyo
La Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Cantabria ha impuesto una sanción de 10.000 euros, tanto a la Junta Vecinal de Igollo en Camargo como a la Fundación Naturaleza y Hombre, sumando un total de 20.000 euros, debido a las obras no autorizadas llevadas a cabo en el entorno de la cueva de El Juyo, catalogada como Bien de Interés Cultural.
La confirmación de esta resolución proviene de fuentes de la Consejería de Cultura, y ambas entidades se ven obligadas a revertir los trabajos a su estado original mediante un proyecto autorizado por Patrimonio. La propuesta de resolución se remonta al pasado mes de mayo, bajo la administración anterior del PRC-PSOE y cuando el departamento estaba liderado por los socialistas, según indican fuentes del actual Gobierno del PP, que ahora también ostenta la Alcaldía de Camargo después de desplazar a la coalición PSOE-PRC.
Tras conocer la multa y no prosperar las alegaciones de la Junta y la Fundación, la oposición ha reaccionado, exigiendo al PP que asuma responsabilidades políticas por esta «grave» infracción. Y desde aquí nos queremos unir a las voces que solicitan al actual alcalde, Diego Movellán (PP), a que se tomen medidas contra Nieves Portilla (PP), presidenta entonces y ahora de la Junta Vecinal de Igollo, y actual concejala de Obras Menores, Barrios, Proyectos, Infraestructuras y Equipamientos. ¿Será posible que pueda seguir en el cargo después de semejante atropello? En concreto, se solicita su inhabilitación de todos los cargos en el Ayuntamiento.
Desde este periódico solicitamos que Nieves Portilla, que rechazó cualquier posible entrevista con nosotros ni con nadie, así como las personas concretas que han incurrido en tan grave falta, sean responsables subsidiarios de este pago y de la reversión de estas obras a su estado original, evitando que sean los vecinos de Camargo quienes asuman la responsabilidad del pago. También apoyamos una revisión del convenio entre la Fundación Naturaleza y Hombre, la Junta Vecinal de Igollo y el propio Consistorio, por razones más que obvias.
Según el experto en cerramientos de monte en Cantabria, Carlos Osma, cualquier actuación en un medio tan complejo no puede ser tan improvisada si queremos evitar consecuencias graves e incluso penales.
Nosotros siempre nos aseguramos del terreno en el que pisamos en todos los aspectos. Y en el terreno burocrático es muy importante que te autoricen cualquier intervención, ya que un error sin los papeles adecuados se paga carísimo. Aquí lo estamos viendo. No era lógico hacer una obra tan ambiciosa sin contar con los más mínimos permisos, incluso de Patrimonio, que es la autoridad que debe velar por sitios tan emblemáticos como la cueva del Juyo. Y ahora mismo tenemos personas condenadas y una cueva que ha podido quedar desplomada, pero esperemos que esto sirva de lección y que artículos como éstos ayuden a las personas con responsabilidades de este tipo a no emprender locuras por su cuenta.
¿Cuáles son las principales actuaciones a realizar en el cuidado de un entorno de este tipo?
Habría que limpiar bien de maleza zonas por las que se puede transitar para descubrir tan hermoso lugar. Ahora mismo, la cueva presenta un aspecto demasiado descuidado. Y hay actuaciones que se pueden hacer que son muy útiles para facilitar el conocimiento de la cueva y su entorno sin tener que emprender grandes obras de explanación y cimentaciones y cosas así.
Una poda y una limpieza de rastrojo y de obstáculos y suciedad en general vendría muy bien. Yo ya de por sí facilitaría mucho el tránsito de personas y hasta bicis. Y si hubiera que realizar más actuaciones sobre el terreno se podría estudiar, pero siempre de acuerdo a la normativa vigente. Porque improvisar de esta manera y en un área tan sensible revista cultural y natural es una imprudencia muy grande que puede poner en peligro nuestro patrimonio natural e histórico. No merece la pena. Cuando mis potenciales clientes me preguntan sobre algún servicio a realizar yo siempre les informo sobre los trámites y los riesgos y las situaciones en general. Incluso las que se pueden plantear y que a lo mejor no están en sus perspectivas de ese momento.
Ni en la Universidad de Cantabria ni en las distintas concejalías y demás contestaban a nada
Cuando yo descubrí la cueva, con gran emoción, porque no sabía que existía algo tan impresionante tan cerca de mi casa, ya se había producido el desastre. Y había pasado un año justo desde que el argayo o corrimiento de tierras hiciera pensar a muchos, yo incluido, que la cueva misma había dejado de existir por un consiguiente desplome. Y pese al intenso esfuerzo de investigación que realice por mi parte para intentar que alguien cualificado me contestase las preguntas que tenía, al final, ni en la Universidad de Cantabria ni en las distintas concejalías y sitios donde se supone que hay técnicos contestaban a nada. Y yo me temí lo peor, como es lógico, sobre todo, cuando el político local Zuloaga se hizo eco de esta barbaridad y la describió como lo que era. Un auténtico atropello que solamente unos cenutrios podrían haber llevado a cabo.
Como os decía, yo mismo me desplacé cuanto antes y en varias ocasiones para ver sobre el terreno lo que había ocurrido, llegando a observar los efectos evidentes del deslinde de la colina con mis propios ojos. Realmente es difícil de imaginar la potencia y el peso de tantas toneladas de tierra y cualquiera podría pensar fácilmente que la cueva había dejado de existir, ya que este argayo se ve producido justo en esas colinas bajo las que discurren sus galerías. Unas galerías de cuevas en las que nuestros antepasados han luchado con osos cavernarios mucho más grandes que el oso pardo actual, que también la habitó en algún momento de su historia. Y las señales de las uñas de estas garras tremendas sobre las paredes de roca son el mayor testimonio de un pasado en el que compartimos muchísimo con los animales más salvajes e indómitos.
Los teriántropos en las cuevas prehistóricas: si no puedes con el elefante, únete a él
Los teriántropos se han reproducido en multitud de épocas, prehistóricas y más recientes, por todo el mundo. En las imágenes inmediatas, vemos animales que han sido representados en distintas cuevas de la región montañesa: simplemente animales, que no son teriántropos en principio.
En estas ilustraciones a continuación, vemos a nuestros antepasados siendo perseguidos por animales poderosos a los que no podían ni soñar con hacer frente. En el primer caso, son australopitecos perseguidos por un antepasado del elefante actual, demasiado lejanos en el tiempo como para poder hacer ninguna representación cultural de este tipo. En el segundo caso, ya serían hombres de la especie actual, como los cromañones que labraron el teriántropo mitad humano y mitad felino de la Cueva de El Juyo: la representación bastante realista de cómo sería un ritual de adoración a las bestias salvajes en las que el hombre se llegaría a transformar, en cierta medida, por el espíritu de ese animal al que querían dar caza o imitar.
De hecho, este pasado común con animales con los que queríamos identificarnos llevó a nuestros antepasados a desarrollar la religión o cultura de los teriántropos. Un tema interesantísimo que apenas conoce nadie, cosa impresionante, cuando además está extendido por todo el mundo en distintas formas.
El caso es que el profesor Roberto Ontañón, especialista en Paleontología al que encontré en Fitur de casualidad, me comentó que la cueva estaba bien. Que había sobrevivido al derrumbe. También afirmaba que el deslinde de las colinas no se había producido por causa de esas obras ilegales de la pedanía de Igollo, pero la verdad es que ya no puedo confiar del todo en las autoridades después de tantas decepciones. Después de no haber sabido nada del tema por años, pese a haber preguntado y repreguntado, mientras el silencio mediático terminaba con el archivo de la causa contra las personas del Ayuntamiento de Camargo que habían saltado las más mínimas normas de preservación de un patrimonio tan inigualable. Y luego, como hemos comentado, una condena demasiado suave que al final nos tocará pagar a los tontos de siempre.
Recientemente, ha saltado la alarma por la situación de la cueva de El Juyo tras un desprendimiento de tierra en la superficie de la colina que la acoge. Aunque todavía no hay informe oficial, ¿hasta qué punto la situación es grave?
Creo que el problema de El Juyo, sopesando lo que ha pasado, va a ser un problema legal y administrativo. Hay que esperar al informe de los geólogos, pero creo que el daño se hubiera producido en una escala de tiempo mayor. Es jurídico por lo que ha pasado, pero que hay que revertir el terreno a la situación anterior es de cajón. Aquí lo que falta es el papel de coordinación y da lugar a situaciones como esta. Ha pasado en El Juyo por una actuación de una junta vecinal pero pasa en proyectos de construcción de carreteras, de infraestructuras… y Patrimonio siempre va la última. Cuando hay un proyecto, los últimos [en tener conocimiento] son los de Patrimonio.
¿Ha habido daños dentro de la cueva? Sé que usted ha estado dentro y lo ha visto.
El Juyo hace como un sumidero de una pequeña cuenca endorreica y esas alteraciones iban a haber afectado a la cueva, bien como aumento de inundaciones, bien de escorrentía, pero a día de hoy no hay un daño grave.
A día de hoy no hay un daño grave en la cueva de El Juyo, en Camargo, según Roberto Ontañón
Sin embargo, hubo un argayo de terreno en la superficie.
Ha habido un hundimiento del terreno cerca de la cueva, pero en una cota superior, en una zona en donde hay una masa de sedimentos que no están directamente relacionados con la cueva, pero muy cerca del arroyo que se filtra en la cueva. Por eso protegemos no sólo la cueva sino su cuenca endorreica, allí donde puede caer una gota que pueda acabar en el interior de la cueva.
La cueva de El Juyo se destaca como uno de los tesoros ocultos de Cantabria
La cueva de El Juyo se destaca como uno de los tesoros ocultos más significativos de nuestra región, aunque su reconocimiento ha permanecido a la sombra de otras cavidades de la misma época. Su nombre y su importancia social han quedado subestimados en comparación con lo que realmente merece. Sin embargo, no hay lugar para equívocos: casi con certeza, estamos frente al yacimiento del Magdaleniense Inferior más destacado de la Península Ibérica. La notable preservación de la cueva ha permitido acceder a un espacio prácticamente virgen, donde las evidencias arqueológicas han permanecido intactas a lo largo de milenios.
La cueva se encuentra en el barrio que lleva su nombre, en el fondo de una dolina accesible a través de un camino asfaltado que culmina en una explanada (ver mapa). La entrada actual es de dimensiones reducidas y actúa como un sumidero parcialmente activo por donde fluye un pequeño riachuelo, formando un nivel subterráneo en la roca. A diferencia de sumideros activos como el de la Cueva de Covalejos, donde el agua sigue arrastrando evidencias prehistóricas sin control, en El Juyo tenemos la suerte de que el agua ha creado su «camino» justo por debajo del nivel ocupado. Esto implica que la estratigrafía se ha conservado de manera excepcional, con el «cauce» muy por debajo del nivel fértil del yacimiento. Si nos colocamos en la entrada actual y miramos hacia la izquierda, podemos imaginarnos el acceso primitivo. Al adentrarnos figuradamente en su interior por esa boca, llegaríamos a un vestíbulo parcialmente obstruido por desprendimientos y coladas estalagmíticas. A medida que exploramos sus galerías de proporciones considerables, que zigzaguean hasta reducirse en su tramo final, habremos recorrido aproximadamente 300 metros.
La fauna ibérica del Cuaternario en Cantabria
Hace miles de años, el norte de la península ibérica fue hogar de una diversa y fascinante fauna, cuyos secretos han sido desvelados por paleontólogos que han estudiado la cornisa cantábrica.
Un hallazgo destacado es el esqueleto completo de una hiena, descubierto en una sima de Asturias, que proporciona una valiosa perspectiva sobre los animales que habitaron esta región durante el Cuaternario. En la cueva de La Rexidora, las excavaciones minuciosas han revelado huesos de bisontes, así como restos de rinocerontes lanudos, renos y mamuts lanudos, en perfecto estado de conservación, reflejando la biodiversidad que existía en el área durante la última glaciación.
Foto de National Geographic.
Las pinturas rupestres, como las de la cueva de Chauvet en el sur de Francia, retratan la fauna de Europa occidental en el Pleistoceno Superior, incluyendo leones sin melena, mamuts y bisontes, confirmando la presencia de estas especies en la región cantábrica. Los cráneos de hienas y leones encontrados en Asturias, junto con fragmentos de mamuts lanudos, coinciden con las representaciones artísticas de la época.
La excavación en La Rexidora ha resultado especialmente reveladora. Los restos animales hallados allí, que se han mantenido intactos sin ser perturbados por depredadores o seres humanos, han ofrecido una visión única de la fauna que habitó la península ibérica hace decenas de miles de años. Este tipo de hallazgos es inusual, dado que los fósiles suelen estar dispersos o dañados por la actividad de carnívoros o humanos.
Fotos de National Geographic:
Durante la última glaciación, el norte ibérico estaba cubierto de glaciares y vegetación esteparia debido a un clima extremadamente frío y seco. Las numerosas cuevas de la región, formadas en rocas calcáreas, han funcionado como verdaderas cápsulas del tiempo, preservando los restos de estos animales a lo largo de milenios.
Entre los descubrimientos más impactantes se encuentran los restos de un joven mamut lanudo, que cayó en una trampa natural en Asturias. Atrapado lejos de su manada, sus restos, junto con los de otros animales como rinocerontes y ciervos, cuentan una historia de tragedias ocurridas en estos antiguos paisajes.
El león cavernario de La Garma
En el año 2017, en el complejo kárstico de La Garma, situado en el pequeño pueblo cántabro de Omoño, en Ribamontán al Monte (Cantabria, España), fue descubierto el esqueleto de un león cavernario (Panthera leo spelaea). Este espécimen, un ejemplar adulto en excelente estado de conservación, se halló en una galería sin nombre de la cueva. Los estudios han datado sus restos en al menos 16.000 años de antigüedad, aunque es posible que sean incluso más antiguos.
Una de las interrogantes que rodean al hallazgo es el sexo del animal, así como la forma en que llegó a ese lugar. Existen varias hipótesis: es posible que el león se adentrara en la cueva en busca de refugio o quizás persiguiendo a una presa, como el oso cavernario (Ursus spelaeus). En su exploración, el animal pudo haberse desorientado y quedado atrapado, lo cual le habría llevado a una muerte por inanición. Otra posibilidad es que se haya refugiado en la cueva para morir en paz, ya sea por vejez o enfermedad, aunque el esqueleto no muestra signos de heridas graves que sugieran enfrentamientos. No obstante, no se descarta que pudiera haber estado herido sin dejar señales en los huesos. Este león no es el único rastro de su especie encontrado en La Garma. Anteriormente, los investigadores descubrieron restos de otros leones cavernarios en otro sector del complejo: específicamente, nueve garras en la zona IV de la Galería Inferior, situada a una cota más alta que la galería donde se halló el esqueleto completo. Según los estudios, estos fragmentos datan de hace unos 16.000 años, por lo que el nuevo hallazgo podría situarse en cronologías similares o incluso anteriores.
El descubrimiento de este esqueleto en tan buen estado ofrece una valiosa oportunidad para comprender mejor el comportamiento y las condiciones de vida del león cavernario en la última etapa del Paleolítico, así como la compleja dinámica de su entorno en los paisajes kársticos de Cantabria
En la foto, un ejemplar de león cavernario de Siberia, en Rusia, que ha sorprendido por su perfecto estado de conservación.
Cacería fallida de osos en la Edad de Piedra
Hace aproximadamente 13,500 años, un cazador hiere a un gran oso pardo en la entrada de una cueva. El oso se precipita al interior, y el cazador lo sigue. Para intentar hacer que el oso salga, el cazador enciende un fuego con la intención de ahumarlo, pero el animal herido contraataca, acabando con la vida del cazador antes de morir él mismo.
Esto es lo que se cree que le sucedió a un cazador del Paleolítico Superior en la cueva Grotte du Bichon, en Suiza. Las excavaciones en la cueva revelaron los huesos de un joven de entre 20 y 23 años entrelazados con los de un oso pardo euroasiático. La tercera vértebra del oso mostró un impacto con astillas de sílex incrustadas. La herida no presentaba signos de cicatrización, lo que sugiere que fue lo que causó la muerte del animal. También se encontraron en la cueva nueve herramientas de sílex y restos de carbón. Los osos y los humanos han tenido muchas interacciones a lo largo de la historia, y esto sigue ocurriendo en tiempos modernos, ya que ambas especies se conocen por cazarse mutuamente. Los primeros humanos probablemente veían a los osos como amenazas y competidores por alimentos y espacio en las cuevas. Numerosos hallazgos respaldan que las poblaciones paleolíticas cazaban regularmente a varias especies de osos. A veces, salía mal.
Gracias al aumento de las excavaciones y la exploración de cuevas, junto con la construcción de infraestructuras, se ha logrado un notable incremento en el conocimiento sobre la fauna ibérica del Cuaternario en Cantabria, proporcionando una comprensión más profunda de la vida en la región durante la última glaciación.
Esta foto de National Geographic nos muestra una ventana muy real al ambiente cuaternario de los Picos de Europa que era común a todo el norte de la Península Ibérica hace miles de años.
La cueva de Chauvet fue descubierta en el valle del Ardèche (en el sur de Francia), en diciembre de 1994, por tres exploradores de cuevas, tras remover un cúmulo de piedras que bloqueaba un pasaje. La cueva es extensa, con unos 400 metros de longitud y cámaras amplias. El suelo de la cueva está cubierto de restos arqueológicos y paleontológicos, incluidos cráneos y huesos de osos de las cavernas, que hibernaban allí, junto con cráneos de un íbice y dos lobos. Los osos de las cavernas también dejaron innumerables arañazos en las paredes y huellas en el suelo.
Las dos principales partes de la cueva fueron utilizadas de diferentes maneras por los artistas. En la primera parte, la mayoría de las imágenes son rojas, con pocas negras o grabadas. En la segunda parte, los animales son mayoritariamente negros, con muchas menos figuras grabadas y rojas. En ciertos lugares hay concentraciones evidentes de imágenes. Las imágenes más espectaculares son el Panel de Caballos y el Panel de Leones y Rinocerontes.
Los animales dominantes en toda la cueva son leones, mamuts y rinocerontes. Según los registros arqueológicos, está claro que estos animales rara vez eran cazados; por lo tanto, las imágenes no son simples representaciones de la vida cotidiana en la época en que se hicieron. Junto con los osos de las cavernas (que eran mucho más grandes que los osos grizzly), los leones, mamuts y rinocerontes representan el 63 por ciento de los animales identificados, un porcentaje enorme en comparación con periodos posteriores de arte rupestre. También se representan caballos, bisontes, íbices, renos, ciervos rojos, uros, ciervos Megaceros, bueyes almizcleros, panteras y búhos. Una imagen excepcional de la parte inferior del cuerpo de una mujer se encontró asociada con una figura de bisonte. Muchas imágenes de grandes puntos rojos son, de hecho, huellas parciales de manos hechas con la palma. También se han descubierto plantillas de manos rojas y huellas completas de manos.
Treinta dataciones por radiocarbono realizadas en la cueva han mostrado que fue frecuentada en dos períodos distintos. La mayoría de las imágenes fueron dibujadas durante el primer período, entre 30,000 y 32,000 años antes del presente, según los años de radiocarbono. Algunas personas regresaron entre 25,000 y 27,000 años antes del presente y dejaron marcas de antorchas y carbón en el suelo. Algunas huellas humanas pertenecientes a un niño pueden datar del segundo período.
📷: Arte rupestre de un oso de las cavernas prehistórico encontrado en la cueva de Chauvet, Francia.