Y no estamos hablando de los leones del zoo deL Parque de la Magdalena ni tampoco de los osos que se ocultan en las grietas de las paredes rocosas de su recinto en Cabárceno.
El aspecto típico del Báltico de lo que fue la costa de Santander
Estamos hablando de una bahía de Santander y un litoral muy distinto al que conocemos hoy en día y en todos los aspectos. De hecho, sería muy difícil reconocer el paisaje de Santander en los tiempos del hombre de Altamira, para empezar porque el mar se encontraba mucho más lejos que hoy. Creo que se conformaría como una extensión de praderas y colinas boscosas, muy parecida a lo que hoy son los países bálticos, con espesos bosques de pinares y una fauna mucho más rica en cuanto a grandes mamíferos se refiere.

La desconocida cueva del Juyo, en Igollo de Camargo
Sin embargo, si habría ciertos lugares de referencia en los cuales podríamos basarnos para reconocer el terreno circundante. Puntos de referencia que podrían ser las colinas que ya entonces existían, con apariencia similar a como permanecen hoy en día. Y la prueba de ello está en que las cuevas de Altamira o de El Juyo, de la que vamos a hablar hoy más aquí, se situaban en un paisaje muy parecido al que podemos admirar en la actualidad.
Llanuras y colinas boscosas en la bahía de Santander de la Prehistoria
Oquedades que servían de refugio a animales tan exóticos, hoy en día, como que están desaparecidos. Estamos hablando no sólo de los famosos bisontes que pintaron nuestros antepasados en Altamira, sino también de leones y osos cavernarios de un tamaño mucho mayor al de los actuales. Animales muy grandes, que hacían estremecer a nuestros ancestros en el primer rastro de su aparición, pues competían con el ser humano en la posesión de las cuevas y las presas. Herbívoros que hoy en día también viven en nuestra región, aunque en su mayoría mucho más adentro del territorio: estamos hablando de ciervos, jabalíes y corzos, pero también de jorobados bisontes, que fascinaron a estos antepasados por su tamaño y abrigadas pieles.
Leones y osos cavernarios en Santander y sus alrededores
Presas que atraían también la atención feroz de los leones cavernarios, pero había un problema añadido en el caso de los osos y era su predilección por los mismos refugios en cuevas que nosotros buscábamos. Y si algo ha quedado patente en el yacimiento del Juyo, en Igollo de Camargo, es que los osos pardos y cavernarios usaron esa misma cueva para invernar. Y la ocupación posterior de seres humanos ha dejado evidencias de que esos rastros del oso eran reverenciados por ellos.

Los teriántropos de El Juyo
Y el misterio de los teriántropos, que son esas criaturas a medias entre el animal y el ser humano, un fenómeno artístico prehistórico y posterior también, en el cual se representa a estos seres mitológicos. Y los teriántropos de El Juyo son famosos en todo el mundo, aunque la mayoría de nuestros paisanos ignoren que podríamos tener el primer altar religioso de la Historia. Un altar muy rudo, de doble cara, que representa a un hombre y una fiera.
También hay misterios posteriores en esa cueva, como la extraña sepultura de una mujer y niños en lo que podría ser un sacrificio ritual. Pero esto ya son restos de la época visigótica.

Una cueva que ha sufrido un misterioso accidente del que no sabemos nada
En la cueva del Juyo, en Igollo de Camargo, hace un año y medio se produjo un hundimiento de tierras que probablemente se debe a unas obras ilegales, aunque la justicia ha archivado el caso y no se sabe nada. Unas obras que han sido realizadas por la pedanía local, ya que estaban construyendo un parking sin licencia de obra y acumulando una cantidad de impresionantes dial en una zona arcillosa muy próxima a la cueva. Literalmente rodeando la cueva. Y el peso de todo ese material para afirmar y allanar el terreno, de cara a un parking, ha producido si muchas dudas era el argayo que ha sepultado la cueva.

¿Estamos ante uno de los mayores destrozos del patrimonio cultural y natural de Cantabria y del mundo?
Si se confirmase el desastre, estaríamos ante uno de los mayores destrozos de patrimonio cultural y natural de nuestra historia, aunque las autoridades acumulan más de un año y medio de silencio sobre el tema.
