La vida puede cambiar en un instante. Un accidente, un crimen, un suicidio o una muerte desatendida son eventos profundamente impactantes que dejan tras de sí no solo dolor emocional, sino también escenarios físicos que requieren atención especializada. Las limpiezas traumáticas son intervenciones esenciales que combinan conocimientos técnicos en bioseguridad, empatía, y un compromiso firme con la restauración de espacios afectados por tragedias. Sin embargo, a pesar de su importancia, este tipo de limpieza sigue siendo poco conocido y muchas veces subestimado en la sociedad. Hoy hablaremos de historias de limpiezas traumáticas en Madrid y en el mundo con una empresa especializada en el sector.
La limpieza traumática no se limita a retirar manchas visibles o desinfectar ambientes superficiales; implica la eliminación segura de riesgos biológicos, la recuperación de espacios afectados por descomposición, sangre, fluidos corporales, materiales peligrosos y, en ocasiones, restos humanos. Detrás de cada escenario, existe una historia personal y una familia devastada, lo que convierte a los profesionales de la limpieza traumática en una especie de guardianes silenciosos de la dignidad y el respeto por las víctimas y sus seres queridos.

¿Qué es exactamente una limpieza traumática?
El término «limpieza traumática» abarca una variedad de situaciones en las que se requiere mucho más que una limpieza convencional. Estos escenarios incluyen, pero no se limitan a, escenas de crímenes violentos, suicidios, muertes no descubiertas por largos períodos, accidentes industriales, exposición a materiales peligrosos y desastres naturales. Cada uno de estos ambientes implica riesgos potenciales para la salud pública, principalmente debido a la posible exposición a patógenos transmitidos por la sangre, material infeccioso y contaminantes químicos.
Como nos dice Paqui, de Limpiezas Alma, especializados en limpiezas traumáticas en Madrid y toda España:
Por ejemplo, una muerte no descubierta durante varios días puede llevar a la descomposición del cuerpo, liberando fluidos que penetran en muebles, pisos y paredes. Esta situación no solo genera olores extremadamente penetrantes, sino también representa un riesgo serio de infección. Igualmente, un escenario de homicidio puede estar contaminado con sangre y otros fluidos corporales que requieren una descontaminación minuciosa para evitar que enfermedades como el VIH, la hepatitis B o la hepatitis C se transmitan.
El cuerpo momificado del aventurero alemán Manfred Fritz Bajorat

Imagina derivar a la deriva por el mar abierto y encontrarte con un yate fantasmal, inquietantemente silencioso mientras se mece en las suaves olas frente a la costa de Mindanao. Eso fue exactamente lo que le ocurrió a un grupo de pescadores el 25 de febrero de 2016, pero nada podría haberlos preparado para lo que encontraron dentro. Derrumbado en un asiento junto a la radio, congelado en medio de un movimiento, se encontraba el cuerpo momificado del aventurero alemán Manfred Fritz Bajorat. Su piel había adquirido un inquietante tono gris, calcificada por el sol, la sal y el tiempo, como si se hubiera convertido en ceniza justo donde estaba sentado. La escena escalofriante sugería que había intentado enviar una última llamada de auxilio, solo en el vasto océano mientras su barco lo llevaba silenciosamente hacia la leyenda. Hasta el día de hoy, nadie sabe cuánto tiempo estuvo flotando allí, preservado por los elementos, envuelto en el misterio de su último viaje.
El escritorio de la Casa Blanca construido con madera del barco británico enviado en busca del explorador desaparecido

En la foto vemos a Caroline Kennedy y Kerry Kennedy sentadas debajo del escritorio en la Oficina Oval, en 1963. El escritorio se llama el Escritorio Resolute y fue construido utilizando madera del HMS Resolute, un barco británico que fue enviado al Ártico en busca del explorador británico desaparecido, Sir John Franklin, y su tripulación, quienes habían partido de Inglaterra en 1845 en busca del Paso del Noroeste. Después de dos años sin noticias de Franklin, el gobierno británico comenzó a enviar barcos de rescate.
El HMS Resolute fue uno de esos barcos de rescate que partió de Inglaterra en 1852. Nunca encontraron a Sir John Franklin, pero lograron rescatar a la tripulación del HMS Investigator, quienes formaban parte de una expedición de rescate anterior que había quedado atrapada en el hielo en 1850. Desafortunadamente, el HMS Resolute, ahora con una tripulación mucho más grande, sufrió el mismo destino y tuvo que ser abandonado en 1854. Todos los miembros de la tripulación tuvieron que marchar a través del hielo en busca de ayuda. Lograron llegar a la Isla Beechey en Canadá, donde finalmente fueron rescatados y llevados de regreso a Inglaterra.
Balleneros estadounidenses descubrieron el HMS Resolute a la deriva en el océano
En 1855, balleneros estadounidenses descubrieron el HMS Resolute a la deriva en el océano y lo llevaron al puerto de New London, Connecticut. El gobierno de los Estados Unidos compró el barco por 40,000 dólares, lo restauró y luego lo devolvió a la reina Victoria. En 1880, cuando el barco fue desmantelado, la reina Victoria mandó utilizar su madera para fabricar el Escritorio Resolute, que envió al presidente Rutherford B. Hayes como un gesto de amistad y buena voluntad. Franklin D. Roosevelt añadiría la parte frontal con el escudo para ocultar su silla de ruedas en las fotografías oficiales.
Formación y protocolos de los profesionales de limpieza traumática
Quienes se dedican a esta profesión no son simples limpiadores. Son expertos altamente capacitados en manejo de materiales peligrosos (hazmat), bio-remediación, y contención de infecciones. Además de un riguroso entrenamiento técnico, deben estar emocionalmente preparados para enfrentarse a escenas extremadamente perturbadoras.
Las normas de bioseguridad son estrictas. Los profesionales deben usar equipos de protección personal (EPP) que incluyen trajes impermeables, respiradores, gafas de seguridad, y guantes especiales. También deben seguir procedimientos específicos para la eliminación de residuos biológicos, que generalmente requieren su incineración o su tratamiento en instalaciones especiales autorizadas.
El protocolo general de una limpieza traumática incluye los siguientes pasos:
- Evaluación de riesgos: Determinar la magnitud del daño, el tipo de patógenos presentes, y las áreas afectadas.
- Aislamiento de la zona: Cerrar el área para evitar la contaminación cruzada.
- Eliminación de materiales contaminados: Esto puede implicar retirar alfombras, paneles de yeso, muebles, o incluso partes del piso.
- Descontaminación profunda: Uso de productos químicos especializados y equipos de limpieza industrial para eliminar patógenos.
- Desodorización: Tratamientos para eliminar olores persistentes mediante técnicas como la ionización o el ozono.
- Restauración del área: En algunos casos, implica la reparación o reconstrucción parcial del espacio.

Restauración de las Murallas de Tierra de Estambul, de 1,600 años de antigüedad
Las más famosas murallas de Europa han sido restauradas a su antigua gloria 🏛️. Construidas en el siglo V para proteger Constantinopla, estas antiguas murallas han resistido imperios, asedios sangrientos y siglos de deterioro. Tras una cuidadosa restauración y limpieza, vuelven a erguirse imponentes, recordándonos la incomparable profundidad histórica de Estambul.
El techo de un avión de Aloha Airlines se desprendió repentinamente
En 1988, se desató una aterradora emergencia en pleno vuelo cuando el techo de un avión de Aloha Airlines se desprendió repentinamente a 24,000 pies de altitud. A pesar del caos y las difíciles condiciones a gran altura, el piloto mantuvo la calma bajo presión y logró aterrizar el avión de manera segura apenas 13 minutos después.
Los 89 pasajeros a bordo sobrevivieron milagrosamente al incidente. Trágicamente, una asistente de vuelo perdió la vida durante el suceso. Su valentía, junto con la rápida respuesta de la tripulación, sigue siendo un poderoso recordatorio de los riesgos que enfrentan los tripulantes de vuelo y de la resiliencia de quienes trabajan para mantener la seguridad de los demás en los cielos.

Impacto emocional y psicológico en los profesionales
Aunque el enfoque técnico es fundamental, la carga emocional que soportan los especialistas en limpiezas traumáticas no puede subestimarse. Trabajar repetidamente en entornos cargados de dolor, muerte y violencia puede generar trastornos de estrés postraumático (TEPT), depresión y ansiedad.
Para Paqui, de Limpiezas Alma, esta labor es poco reconocida por el gran público, pero los profesionales del sector y las familias y empresas afectadas por las limpiezas traumáticas en Madrid y otros lugares sí consideran los riesgos y la dureza de esta labor:
Algunas empresas reconocen este riesgo y ofrecen apoyo psicológico a sus empleados, tales como sesiones de terapia, programas de asistencia emocional, y políticas de rotación para evitar que una misma persona intervenga continuamente en los casos más severos. No obstante, muchos profesionales desarrollan sus propios mecanismos de resiliencia, basados en la empatía profesional, la separación emocional saludable y un sentido de propósito muy claro: aliviar parte del sufrimiento ajeno.
El misterio de los presuntos suicidas de Leganés

Pocas limpiezas tan traumáticas como la que tuvieron que llevar a cabo diversos profesionales del sector en el famoso piso de los suicidas de Leganés en 2004: posibles artefactos explosivos sin estallar, residuos y escombros por todas partes y hasta varios cuerpos que pese a haber estado vivos en el momento de la explosión no mostraban ni una gota de sangre fresca.
Tras casi dos años desde los atentados del 11-M, seis de los siete terroristas que presuntamente se suicidaron en Leganés el 3 de abril de 2004 fueron finalmente enterrados. El juez Juan del Olmo autorizó la sepultura de Serhane Ben Farkhet («El Tunecino», supuesto líder del supuesto comando), de los hermanos Mohamed y Rachid Oulad, y de Abdennabi Kounja, Allekema Lamari y Anuar Asri Rifaat. Estos restos permanecieron un año y diez meses almacenados en una cámara frigorífica del cementerio madrileño de La Almudena, sin que nadie los reclamara. Sin embargo, lo más curioso de todo es que estas personas no tuvieron derecho a autopsia propiamente dicha, por lo que los misterios que encierran sus muertes siguen tan vivos como el primer día.
Ante la ausencia de reclamaciones, sus restos fueron trasladados a seis nichos anónimos
El séptimo suicida, Jamal Ahmidan («El Chino»), había sido entregado a su familia y enterrado en junio de 2004. En el caso de los otros seis, y ante la ausencia de reclamaciones, sus cuerpos o restos fueron trasladados a seis nichos anónimos en un pabellón nuevo del cementerio de Leganés, la misma ciudad donde murieron. El entierro se realizó discretamente: sólo asistieron un concejal municipal y empleados de la funeraria. Los cuerpos fueron colocados en ataúdes sin identificación externa, salvo por una pegatina con el perfil genético de cada uno, información que también se encuentra registrada en el sumario judicial. Por seguridad, los ataúdes se depositaron en la parte más alta del panteón y se cubrieron con losas sin inscripciones que permitieran identificarlos.
Mientras tanto, la investigación sobre estas presuntas redes yihadistas en España continuaba. El juez Fernando Grande-Marlaska ordenó el ingreso en prisión de Omar Nakhcha, considerado el líder de dos células islamistas desmanteladas en Barcelona y Madrid. Estas supuestas células se dedicaban al reclutamiento, adoctrinamiento y envío de terroristas suicidas a Irak. Con su detención, ya eran quince los arrestados enviados a prisión por estos hechos, pero una gran parte de la población no termina de creerse que la historia terminase ahí.
La versión oficial, cada vez más asentada en los medios de comunicación oficiales, asegura que los hechos son los que todos conocemos y que no tienen ni pies ni cabeza. Sin embargo, las dudas sobre lo que de verdad pasó en un piso tan sospechoso siguen tan vivas como al principio. ¿Quiénes eran esos extraños señores que se reunieron en un piso tan controlado por la Policía, siendo perseguidos por la Policía y supuestamente vivos, para hacerse estallar poco después sin ánimo claro de matar a nadie? ¿Estaban realmente vivos cuando se produjo la explosión? Seguiremos comentando este extraño suceso, tan olvidado y a la vez tan interesante, que por desgracia le costó la vida a un agente del GEO.
La importancia del respeto y la discreción
La discreción es una piedra angular en este trabajo tan delicado como humano. Las familias que atraviesan pérdidas traumáticas están en un estado de extrema vulnerabilidad, y los profesionales de limpieza deben actuar con la máxima sensibilidad, respeto y empatía. El simple hecho de llegar en vehículos sin rotular o de evitar el uso innecesario de uniformes llamativos puede ser una muestra de consideración hacia el duelo de las personas afectadas.
El objetivo es devolver la normalidad al hogar o al lugar afectado, ofreciendo un entorno limpio y seguro que permita a los sobrevivientes iniciar su proceso de recuperación emocional sin verse constantemente confrontados con los vestigios del evento traumático.

Casos emblemáticos de limpiezas traumáticas
Existen incidentes que resaltan la necesidad vital de estos servicios. Por ejemplo, en escenarios de tiroteos masivos o catástrofes naturales, donde edificios enteros quedan contaminados por restos biológicos, la intervención rápida de especialistas puede evitar riesgos sanitarios aún mayores. En algunos casos extremos de acumuladores compulsivos (personas con trastornos de acumulación), los hogares pueden transformarse en focos de infecciones debido a la presencia de heces, animales muertos, y desechos en descomposición. Aquí también es necesaria una limpieza traumática, aunque en estos casos, se mezcla la bioremediación con una profunda restauración del espacio habitable.
La limpieza de escenas traumáticas está regulada por diversas normativas locales, nacionales e internacionales, dependiendo del país. En general, se exige que las empresas estén certificadas en el manejo de residuos biológicos y que sus procedimientos cumplan con las normas de seguridad sanitaria. En Estados Unidos, por ejemplo, deben seguirse las regulaciones de OSHA (Occupational Safety and Health Administration) y de EPA (Environmental Protection Agency). En otros países, las leyes pueden variar, pero el principio básico es el mismo: proteger tanto a los trabajadores como a la comunidad.
Además, muchas compañías de seguros incluyen en sus pólizas la cobertura de servicios de limpieza traumática, reconociendo que esta es una necesidad legítima tras eventos violentos o muertes inesperadas.
Los mitos alrededor de esta labor explicados por una empresa de limpiezas traumáticas en Madrid
La falta de información pública ha dado lugar a varios mitos sobre la limpieza traumática. Algunos creen erróneamente que la policía o las funerarias se encargan de limpiar las escenas de crimen o los lugares de fallecimiento. Sin embargo, no es así. Una vez que las autoridades terminan su trabajo de investigación, la limpieza recae en manos de la familia o, idealmente, de profesionales especializados. Otro mito común es que basta con productos de limpieza convencionales para descontaminar una escena. Esto es peligrosamente falso. Los patógenos pueden sobrevivir en superficies durante semanas o meses si no se eliminan correctamente, y los métodos domésticos son completamente inadecuados para escenarios de riesgo biológico.

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La brutal matanza de animales de un testigo protegido asturiano
Volvemos a otro hecho raro relacionado, directamente, con la matanza del 11M. La madrugada del 17 de julio de 2005 se convirtió en una escena de horror en la pequeña finca de Francisco Javier Lavandera, situada en las afueras de Gijón. Aquella noche, varios animales fueron salvajemente asesinados en un acto de violencia que parecía tener una única intención: herir emocionalmente a su propietario, un testigo clave en la investigación del 11-M. Lavandera había llegado a la granja, como de costumbre, en la mañana del 18 de julio. Nada más acercarse al portón metálico de entrada notó una mancha oscura entre la hierba. Al mirar de cerca, vio que era sangre seca. Algo no iba bien. Se extrañó especialmente por el silencio que reinaba en el lugar, siempre lleno de animales. Su perro Blas, un rottweiler leal y siempre alerta, no salió a recibirle como solía hacer.

Cuando entró al recinto, comprendió la magnitud de la tragedia. Blas estaba muerto. Había sido colgado del cuello en una verja improvisada tras recibir dos disparos en el costado. Todo indicaba que había luchado hasta el final: los alambres de la verja mostraban señales de haber sido mordidos con desesperación. Pero Blas no fue la única víctima. Los atacantes se habían ensañado con otros animales de la finca. El viejo mastín Sol presentaba múltiples contusiones. Solo se había salvado gracias a que estaba encerrado y los agresores no pudieron alcanzarlo directamente. Aun así, lo golpearon desde el otro lado de la reja.
La pareja de muflones que habitaba el lugar tampoco escapó al horror. Uno de ellos yacía sin vida, colgado de una verja tras haber sido brutalmente golpeado y desnucado. El otro, aunque con vida, presentaba heridas graves. La escena resultaba aún más perturbadora porque los jabalíes, domesticados parcialmente por Lavandera, ya habían comenzado a alimentarse del cadáver del muflón, cuyo cuerpo colgaba a poca distancia del suelo.
Son capaces de decir que fui yo quien mató a mis animales

El propósito del ataque era evidente: generar sufrimiento. No se trató de un robo ni de un acto impulsivo. Fue una agresión premeditada, realizada con el fin de intimidar al dueño y debilitarlo emocionalmente. A pesar de la brutalidad del ataque, Lavandera decidió no denunciar formalmente los hechos. Consideraba que presentar una denuncia podría alimentar los intereses de quienes buscaban destruirle. Según explicó, temía que se utilizara en su contra: “Son capaces de decir que fui yo quien mató a mis animales. Ya intentaron hacer algo parecido cuando me dispararon, semanas atrás”, afirmó con amargura.
Días antes, el 5 de julio, Lavandera había sido víctima de un intento de asesinato. Mientras llegaba a su finca en coche, alguien abrió fuego contra él. Recibió cinco disparos, de los cuales se salvó gracias a su rápida reacción y, quizás, a un golpe de suerte. Desde entonces, había vivido bajo una amenaza constante. La situación se agravó después de que el juez Juan del Olmo le retirara la condición de testigo protegido. A pesar de los riesgos evidentes, no volvió a recibir protección oficial.
El historial de amenazas y ataques no era nuevo para Lavandera. En 2001, fue uno de los primeros en alertar a la policía sobre una trama relacionada con el tráfico de explosivos. Sus declaraciones señalaron a un grupo de asturianos, entre ellos Antonio Toro y Emilio Suárez Trashorras, implicados años después en los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid. Desde entonces, la vida de Lavandera había estado marcada por el acoso, la vigilancia y el miedo. Tras el atentado fallido y la matanza de sus animales, muchos se preguntaban cuál era el objetivo final de los agresores. ¿Querían impedir que declarase en el juicio del 11-M? ¿Buscaban que se quebrara emocionalmente hasta abandonar el proceso?
Su esposa, Lorena, murió en circunstancias confusas al ahogarse en una playa de Gijón
Las respuestas a esas preguntas seguían sin claridad. Pero Lavandera no dudaba del propósito detrás de cada ataque: “Están decididos a que no llegue a testificar. Pero no saben que cuanto más me acorralan, más dispuesto estoy a decir la verdad, le pese a quien le pese”, declaró con firmeza. Su historia personal también había sido marcada por la tragedia. En el otoño de 2004, su esposa, Lorena, murió en circunstancias confusas al ahogarse en una playa de Gijón, a plena luz del día. Poco después, alguien dejó en su domicilio las fotos de la autopsia de Lorena junto con una nota que decía: “Para que te acuerdes de tu mujer”. Aquella agresión psicológica tampoco fue investigada con profundidad.
El acoso continuó en formas más sutiles, pero igualmente perturbadoras: llamadas telefónicas anónimas a todas horas, manchas de sangre en el portal de su casa y, finalmente, el atentado con arma de fuego. Luego vino la masacre en su granja. Cada uno de estos ataques parecía estar diseñado para doblegarle. Incluso recibió una llamada de advertencia, días antes de la matanza, por parte de un político local. Le aconsejaron que dejara de visitar su finca, aduciendo que era un lugar frecuentado por niños y que podría ocurrir un tiroteo con consecuencias fatales. Era una forma encubierta de presionarle para que se alejara de su hogar y de sus animales.
Que su cuerpo pudiera servir de alimento a los buitres u otros animales salvajes
Pese a todo, Lavandera se aferraba a sus principios. Llevó el cadáver de su perro Blas a un monte cercano, para que su cuerpo pudiera servir de alimento a los buitres u otros animales salvajes. No lo hizo por resignación, sino por una profunda convicción naturalista: “Ya está muerto y eso no se puede cambiar. Si sirve para que otros sobrevivan, su muerte tendrá sentido”. Pero la pérdida era inmensa. Durante años, Lavandera había soñado con convertir su finca en un pequeño zoológico educativo. Quería que niños de colegios visitaran el lugar y conocieran especies autóctonas. Había invertido tiempo, esfuerzo y recursos en adecuar el antiguo terreno: limpió lo que había sido una granja de visones, instaló vallas de seguridad, y logró reunir una colección notable de animales.
En su granja convivían animales de todo tipo: desde razas exóticas de gallinas y palomas hasta cabras, corzos, cerdos vietnamitas, y los ya mencionados jabalíes. Muchos de estos animales habían sido domesticados con paciencia, incluso enseñados a responder a gestos o tumbarse como si estuvieran muertos. Cada uno tenía un nombre, una historia y una relación especial con él. El mastín, Sol, por ejemplo, había pertenecido originalmente a su padre. Desde la muerte de este, el animal apenas comía y mostraba signos de tristeza profunda. Ahora, tras la matanza, Sol era uno de los pocos sobrevivientes de aquel pequeño santuario.
La granja de Lavandera fue destruida no sólo en lo físico, sino también en lo emocional. Con ella, se desvanecieron los últimos vestigios de un sueño. Muchos de los animales que quedaban fueron vendidos o regalados. Los jabalíes adultos y sus crías estaban listos para ser liberados en el monte. Lavandera, sin embargo, seguía en pie. Herido, pero no vencido. Frente a una violencia sostenida y sin respuesta efectiva, por parte de las autoridades, su determinación no había menguado. Lavandera se mantenía firme en su voluntad de testificar en el juicio del 11-M, convencido de que la verdad merecía ser dicha, aunque el precio personal fuera cada vez más alto.
La creciente necesidad y profesionalización del sector

A medida que crece la conciencia sobre los riesgos de exposición a agentes biológicos y la importancia de la salud mental tras eventos traumáticos, también ha aumentado la demanda de servicios de limpieza especializados. Hoy en día, la limpieza traumática es reconocida como una rama profesional dentro del sector de la bio-remediación y el manejo de riesgos ambientales. Se están creando cursos, certificaciones y programas de capacitación más rigurosos, diseñados no solo para mejorar las técnicas de limpieza, sino también para preparar psicológicamente a los profesionales que se dedican a este desafiante trabajo.
En última instancia, la limpieza traumática trata de mucho más que de eliminar rastros físicos de un hecho doloroso. Es un acto de restauración de la dignidad humana, un esfuerzo silencioso por devolver a las familias afectadas un espacio donde puedan comenzar a sanar. Los profesionales que realizan esta tarea son, sin duda, héroes anónimos. Su trabajo no sale en los titulares de los periódicos, ni suele ser reconocido públicamente, pero sin ellos, las secuelas físicas de las tragedias serían aún más insoportables.
En una sociedad que cada vez da mayor valor al bienestar integral de las personas, reconocer, valorar y apoyar la labor de quienes se dedican a la limpieza traumática es un paso necesario hacia un mundo más consciente, más humano y más compasivo.
Se vuelven a habilitar los terrenos del camping de la tragedia de Biescas
En 2016 se cumplía el vigésimo aniversario de la trágica riada que arrasó el camping Las Nieves de Biescas, en Huesca, provocando la muerte de 87 personas. A pesar de la gravedad de aquella tragedia, varias administraciones, como el Ayuntamiento de Biescas, han impulsado iniciativas para volver a ocupar los terrenos donde se ubicaba el camping. Esta actitud es vista por algunos sectores como una muestra de que no se ha aprendido la lección que dejó la naturaleza sobre la importancia de respetar el Dominio Público Hidráulico y las zonas inundables.
Después de años de debate, la Comisión Provincial de Urbanismo dio recientemente su aprobación para instalar en ese mismo espacio un campo de tiro con foso olímpico, promovido por el Grupo de Montaña de Sabiñánigo.
Ecologistas en Acción, representados en el Consejo Provincial de Urbanismo de Huesca, manifestaron su oposición a este proyecto mediante un voto particular. Basándose en la documentación del expediente, argumentaron que persiste el riesgo de una inundación catastrófica similar a la ocurrida en 1996. A pesar de las obras de corrección hidrológica realizadas, no se puede garantizar completamente la seguridad del terreno frente a avenidas torrenciales.
Se recuerda que, en el momento de la tragedia, ya existían nueve muros hidrodinámicos en el barranco de Arás destinados a contener posibles avenidas, pero estos resultaron ineficaces, en parte por la falta de mantenimiento. Además, la intervención en el cono de deyección —añadiendo tierra para plantaciones— ha agravado el riesgo, al bloquear los materiales que permitían una circulación subterránea del agua que mitigaba las riadas. Actualmente, cualquier fenómeno torrencial provocaría un flujo superficial, aumentando considerablemente el peligro.
Por todo ello, Ecologistas en Acción consideran un grave error volver a ocupar el cono de deyección del barranco de Arás y mantienen su rechazo al proyecto aprobado en el Consejo Provincial de Urbanismo de Huesca.