Si quieres una visita interesante de verdad por los misterios de Santander y Cantabria, no lo dudes: escríbeme al 623191492 y estaré encantado de ser tu guía por los secretos que casi nadie conoce y que otros guías ni saben ni quieren contar. También soy especialista en contar los misterios de Santander, ciudad en la que me crié y de la cual procede mi familia.
Misterios y tragedias de la historia de Santander: asesinatos y accidentes tremendos
La historia de Santander está marcada por una serie de misterios y tragedias, algunos de los cuales han dejado una huella indeleble en la memoria colectiva de la ciudad. Entre ellos se destacan los siguientes que vamos a comentar y que van desde asesinatos sin resolver a naufragios, accidentes terribles y hasta la aparición de un cuerpo sin identificar en la Playa del Camello.
El ‘Machichaco’ es la mayor tragedia civil del siglo XIX: ¿hubo contrabando de dinamita?
El trágico incidente del vapor Cabo Machichaco en Santander el 3 de noviembre de 1893 dejó una marca indeleble en la historia marítima y en la memoria de la sociedad española de la época. El barco, que originalmente se llamaba Benisaf, fue adquirido por la compañía Ybarra y renombrado como Cabo Machichaco. Su función era el transporte de mercancías entre Bilbao y Sevilla, con escalas en Santander. Sin embargo, este viaje se vio truncado por un incendio que estalló a bordo del barco, desencadenado por la explosión de una bombona de ácido sulfúrico.
A pesar de los esfuerzos por sofocar el incendio, el Cabo Machichaco se convirtió en una trampa mortal para sus tripulantes y la carga que transportaba. La explosión subsiguiente fue devastadora, causando la muerte de al menos 590 personas y dejando a unos 2.000 heridos, en una ciudad donde la población total apenas superaba los 50.000 habitantes. La magnitud de la explosión fue tal que se encontraron fragmentos de hierro y otros materiales a varios kilómetros de distancia del lugar. Sesenta edificios resultaron destruidos, incluida una ermita en San Juan de Maliaño. Este trágico suceso conmocionó a la sociedad española de la época y dejó una profunda cicatriz en la historia de Santander y en la memoria colectiva del país. Un vapor que salió de Bilbao y tenía previsto llegar a Marsella, al final de su periplo, pero la caída de una garrafa de ácido sulfúrico provocó (se supone) un incendio que hizo estallar (después de varias negligencias seguidas, por supuesto) 51 toneladas de dinamita. La explosión del vapor en el puerto de Santander dejó casi mil muertos y tres mil heridos y una gran destrucción en 1893. La tragedia del vapor ‘Cabo Machichaco’ es un evento que dejó una profunda cicatriz en la memoria colectiva de Santander. La explosión del barco, cargado con ácido sulfúrico y toneladas de dinamita no declaradas, provocó una devastación sin precedentes. Lo que inicialmente comenzó como un incendio atrajo a una multitud de espectadores, pero cuando se descubrió la presencia de la dinamita, ya era demasiado tarde.
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La explosión fue de una magnitud tal que varios edificios quedaron reducidos a escombros y numerosas vidas se perdieron en el acto. Las consecuencias fueron catastróficas, con cientos de personas heridas y desaparecidas. Santander se vio desbordada, con autoridades y bomberos incapaces de hacer frente a la magnitud del desastre. La tragedia no terminó con la explosión inicial; dos semanas después, quince obreros perdieron la vida en una segunda explosión mientras intentaban desguazar los restos del barco. La ciudad quedó sumida en el caos y el dolor, con un gran número de familias afectadas por la pérdida de sus seres queridos y la falta de recursos.
El 3 de noviembre de 1893 marcó un día de tragedia y desastre en Santander con la llegada del vapor Cabo Machichaco, que ya venía de pasar una temporada de cuarentena por cólera en el lazareto santanderino del islote de La Pedrosa (isla maldita de por sí). Debido a este retraso causado por la cuarentena, a pesar de la prohibición expresa de atracar buques cargados con dinamita, el Cabo Machichaco amarró en el muelle de Maliaño, llevando consigo una carga explosiva mortal. Mientras se realizaban las labores de descarga, se descubrió humo saliendo de una de las bodegas, desencadenando así la peor catástrofe civil del siglo XIX en España. La explosión resultante fue devastadora, cobrándose la vida de la mayoría de las autoridades y del público presente en el muelle, así como de los marineros que intentaban controlar el fuego. El saldo fue de 575 fallecidos, con cerca de 500 heridos graves y alrededor de 2000 heridos de menor gravedad.
Si quieres una visita interesante de verdad por los misterios de Santander y Cantabria, no lo dudes: escríbeme al 623191492 y estaré encantado de ser tu guía por los secretos que casi nadie conoce y que otros guías ni saben ni quieren contar. También soy especialista en contar los misterios de Santander, ciudad en la que me crié y de la cual procede mi familia.
La mutilada calle de Santander que fue más afectada: Méndez Núñez
Además, la metralla incandescente provocó incendios en varios edificios de las calles cercanas, y la falta de bomberos y fuerzas del orden contribuyó a que el fuego se propagara sin control durante una semana, consumiendo tres calles enteras paralelas al muelle. El desastre del Cabo Machichaco en Santander dejó una profunda huella en la ciudad y en la historia de España. Entre las víctimas de mayor relevancia pública se encontraba el propio gobernador civil, Somoza, así como aquellos valientes que se sumaron a los esfuerzos por sofocar el fuego, incluidos los tripulantes del Alfonso XIII. Tras la tragedia, se iniciaron investigaciones para determinar las responsabilidades. El historiador Rafael González Echegaray criticó la actuación de las autoridades civiles y portuarias por su imprudencia o negligencia en el cumplimiento del Reglamento. Sin embargo, defendió la actitud del capitán del Cabo Machichaco, Facundo Léniz Maza. Uno de los testimonios más vívidos del desastre fue proporcionado por Ellen Lawrenson, una ciudadana británica que regentaba una posada cercana al lugar de la explosión. En una carta a sus familiares en Liverpool, describió la devastación que presenció.
«Pero la terrorífica escena de destrucción y pérdida de vidas ha sido en mi inmediata vecindad. El barco fatal estaba amarrado justo enfrente de mi puerta, a una distancia de unas 40 yardas, lo que derivó en que muertos y moribundos y también miembros de cuerpos humanos fueron llevados a mi local. Pedazos de hierro del vapor volaban destruyendo todo lo que se interponía ante ellos, atravesando hasta la puerta trasera, que estaba cerrada porque estábamos construyendo una cocina en la planta baja, y estrellándose al otro lado de la calle donde murió una pobre mujer. Gran cantidad de piezas de hierro de todos los tamaños, con la fuerza de balas de cañón, dañaron toda la ciudad algunas llegando a una distancia de dos millas y matando gente allí donde caían».
«Necesitaría un periódico entero para describir todas mis propias experiencias. Estaba sola con mis dos hijas pequeñas. Felipe (el hijo mayor) estaba trabajando. Carmen (una de sus hijas) se había ido ese día con su hermana Luisa a casa de Lizzie, en Dueñas. El chico de mi negocio había salido a un recado. Por suerte yo estaba en la cocina en ese momento y al oír el estruendo, instantáneamente tomé una niña de cada mano y me refugié en la más protegida esquina del piso bajo, lo que quizá nos salvó. Los pobres gatos –tres– y el canario murieron al estar en la tienda y otros espacios abiertos. No sé cómo no me desmayé con tanto miedo. Quizá Dios, en su misericordia, me dio las fuerzas suficientes porque, inmediatamente, estaba ayudando a los menos afortunados que yo, dándoles agua o vino, haciendo té para otros, ayudando a vendar heridas, proporcionando colchones y sillas para evacuar a los heridos a otros sitios y sábanas para cubrir los restos humanos. Y sola. Todos corrieron presa de pánico en dirección opuesta al lugar de desolación y horror».
«Felipe (su hijo varón) se había ido con sus compañeros de trabajo y no supe nada de él hasta las diez de la noche. Mi madre también huyó de su casa, así que, cuando corrí allí con lo que tenía de mayor valor, la puerta estaba cerrada. Y volví a mi casa, otra vez entre muertos y moribundos y edificios incendiados. Madre había tomado la misma dirección que Felipe y sus compañeros, hacia Cajo, que, desde luego, era la única vía para estar a salvo. Hoy me han comentado que Felipe lloraba como si tuviera el corazón roto, pensando que yo y sus hermanas habíamos fallecido».
«Al mismo tiempo había cuatro incendios muy grandes en (el muelle de) Maliaño. Cuando sucedió la explosión, el fluido ardiendo había penetrado en varios de los espléndidos edificios de toda la línea en la que mi negocio está situado, justo hasta mi bloque. Y no había nadie para apagarlo, la mayoría de los bomberos habían fallecido. Mi tienda y pensión no se incendiaron pero sí quedaron totalmente dañadas por la explosión. Para cuando el fuego llegó hasta nuestro bloque –el primero de esa preciosa línea de edificios todos frente a la bahía– empezaba a llegar ayuda de los pueblos cercanos y de ciudades del interior. Yo he sido más afortunada que mis vecinos en lo que se refiere a gran parte de mis pertenencias debido, sin ninguna duda, a las fuertes paredes del piso bajo, mucho más consistentes que las de los pisos superiores»
«Estas paredes exteriores son lo único que puede aprovecharse. Había un correo inglés atracado cerca y el capitán –un hombre de buen corazón– vino con su tripulación a ayudarme a sacar mis cosas y, ahora, amigos españoles y familiares vienen a ayudarme a sacar durante la noche todo lo que pueden, roto o no. Mis pérdidas son unas 140 libras, sin tener en cuenta algo muy importante, que mi medio de vida no existirá durante al menos los próximos cuatro meses. Mi casero me ha prometido que lo tendrá listo lo antes posible. Ahora es peligroso vivir allí mientras las paredes de los cuatro pisos superiores están siendo construidas de nuevo».
«Mientras tanto, el mismo capitán abrió una suscripción a mi favor entre los ingleses y he recibido hasta el presente 5 libras. He llevado una lista de mis pérdidas a la Corporación, nos han requerido a todos para que lo hagamos, para que todos podamos tener una oportunidad de compensación de la suscripción que se está haciendo si lo que se recaude es una suma suficiente para que quede algo para pérdidas materiales, cuando hay tantas pérdidas personales que paliar. La compañía responsable de esta terrible calamidad (¿Ybarra?) debería quedar completamente arruinada. Todo lo que poseen no puede pagar ni una centésima parte del daño causado. El Gobierno, la Corporación y los familiares de los principales vecinos y autoridades locales que han perecido les harán responder por ello. Me alegra poder deciros que, además de escapar sin el menor rasguño, todos estamos bien».
A pesar de las investigaciones posteriores, la causa exacta del incendio nunca fue confirmada de manera definitiva. Se especuló que una de las bombonas de ácido sulfúrico fue la responsable. Este trágico evento marcó a Santander, que luego enfrentaría otra catástrofe en el siglo XX con el incendio en el casco histórico de la ciudad en 1941, donde la antigua posada de Ellen Lawrenson fue destruida entre otros edificios. La tragedia del Cabo Machichaco dejó una profunda cicatriz en la historia de Santander, recordando la importancia de respetar las normativas de seguridad y la fragilidad de la vida humana frente a los desastres provocados por la negligencia.
La solidaridad surgió en toda España, afectada por el suceso, dando lugar a una colecta nacional para ayudar a las víctimas sobrevivientes: incluyendo las viudas e hijos que quedaron desamparados o huérfanos. La tragedia del ‘Cabo Machichaco’ dejó una huella imborrable en la historia de Santander y recordó la fragilidad de la vida humana frente a la negligencia y el desastre.
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El asesinato de María Natividad Garayo en Santander sigue sin resolverse
Lamentablemente, el caso del asesinato de María Natividad Garayo Orbe es uno de los muchos crímenes sin resolver que han desconcertado a las autoridades. La falta de pistas físicas, como huellas dactilares o restos biológicos, así como la ausencia de testigos o motivos aparentes, dificultan enormemente la resolución del caso. Aunque la reconstrucción de los últimos momentos de vida de la víctima proporciona algunos detalles en un corto plazo, desde su salida del Club de Tenis hasta su posterior encuentro con el agresor, éstos no son suficientes para identificar al responsable. Y la ausencia de cámaras de seguridad en los lugares próximos del crimen representa un gran obstáculo en la investigación.
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En casos como este, la colaboración de testigos y la revisión minuciosa de cualquier pista potencial pueden ser cruciales para avanzar en la resolución del caso. Sin embargo, hasta la fecha, parece que no se ha logrado ningún avance significativo en la identificación del culpable. Las autoridades investigaron el caso, pero la falta de evidencia sólida complica enormemente el proceso. En ocasiones, este tipo de crímenes sin resolver pueden permanecer abiertos durante años, a la espera de nuevas pistas o avances tecnológicos que puedan ayudar a arrojar luz sobre lo sucedido.
El caso del asesinato de María Natividad Garayo Orbe se complica aún más con estos nuevos detalles. La decisión de la víctima de abandonar la fiesta y emprender un paseo solitario por una calle tranquila y elegante como la Avenida de Reina Victoria añade un nivel de misterio adicional a su trágica muerte. El hecho de que los 20 euros y las joyas de valor siguieran en su bolso descarta el móvil del robo, y la falta de signos de agresión sexual en su ropa también descarta ese posible motivo. Las heridas infligidas, especialmente el uso de dos tipos diferentes de arma blanca, sugieren la posibilidad de la participación de más de un agresor.
La ausencia de testigos y pistas físicas, combinada con la falta de motivación clara para el crimen, hace que este caso sea aún más desconcertante. La policía seguramente está revisando cada detalle de los eventos previos al asesinato en busca de alguna pista que pueda arrojar luz sobre lo sucedido. Este tipo de casos, que desafían la lógica y parecen carecer de una explicación clara, a menudo se convierten en desafíos importantes para los investigadores. La esperanza es que algún detalle pasado por alto o algún avance en la tecnología forense pueda eventualmente conducir al descubrimiento de la verdad detrás de este terrible crimen.
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El hallazgo de un cadáver en la Playa del Camello, en Santander, el 29 de julio de 2001
El caso de la Dama del Camello es realmente misterioso y ha desconcertado a las autoridades durante 18 años. El hallazgo de un cadáver en la Playa del Camello, en Santander, el 29 de julio de 2001, sin signos evidentes de violencia y completamente vestida, dejó perplejos a los investigadores. A pesar de los esfuerzos policiales y científicos, el caso sigue sin resolverse. La mujer llevaba consigo dinero y bolsas de la compra, pero ninguna pista ha llevado a su identificación. Un detalle desconcertante es un extraño código de una tintorería que se encontró en su posesión, pero que no se ha podido vincular con ninguna pista sólida.
El cadáver de la Dama del Camello fue sometido a un exhaustivo análisis por parte de la policía científica, incluyendo registros dactilares, biológicos y faciales, así como la extracción de muestras de ADN de sus uñas. Incluso se realizó una reconstrucción facial mediante un retrato robot en un intento por obtener ayuda ciudadana, pero no dio resultado alguno. Este caso pone de relieve un problema más amplio en España y en muchos otros lugares: la gran cantidad de cadáveres sin identificar en las morgues, junto con las numerosas denuncias de personas desaparecidas. La falta de correspondencia entre estos dos conjuntos de datos es preocupante y subraya la necesidad de mejorar los métodos de identificación y la coordinación entre las autoridades para resolver estos casos y brindar cierre a las familias afectadas.
Identificación errónea de la Dama del Camello en Santander
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El caso de Blanca Mabel Otero Álvarez, quien había desaparecido en 1995 y fue encontrada 25 años después con vida en Asturias, es verdaderamente sorprendente. Bajo el nombre de ‘Eva’, vivió discretamente en una urbanización sin revelar su verdadera identidad ni su pasado a sus vecinos.
La alerta de los vecinos sobre su deterioro físico llevó a la intervención de la Policía Local de Siero, quienes la encontraron desorientada y deshidratada en su hogar. Tras verificar su identidad, se descubrió que ‘Eva’ era en realidad Blanca Mabel Otero, la mujer que había desaparecido hace décadas en León y cuyo caso se asoció erróneamente con el de la ‘Dama del Camello’, cuyo cadáver fue encontrado en 2001 en la playa de El Camello en Santander.
El descubrimiento de Blanca Mabel Otero con vida pone fin a una larga búsqueda y esclarece el misterio en torno a su desaparición. Aunque no se conocen detalles sobre los motivos que la llevaron a abandonar su vida anterior ni por qué optó por mantener su identidad oculta durante tantos años, su aparición ofrece un cierre inesperado y esperanzador para sus familiares y allegados.
El caso de la ‘Dama del Camello’, sin embargo, sigue siendo un enigma, ya que el cadáver encontrado en 2001 no estaba relacionado con la verdadera Blanca Mabel Otero. Este giro inesperado demuestra la complejidad y las sorpresas que pueden surgir en las investigaciones de personas desaparecidas, y destaca la importancia de seguir buscando respuestas incluso después de muchos años de incertidumbre.
El naufragio del barco Sofía frente a la isla de Mouro, en 1887
El naufragio del barco Sofía frente a la isla de Mouro, en 1887, es otro trágico episodio que se suma a la historia de tragedias marítimas en la región. La galerna terrible que lo desencadenó, con olas que superaban la altura del faro en la isla, muestra la ferocidad de las tormentas en esa zona y el peligro constante al que estaban expuestos los marinos y la familia del farero. El hecho de que el barco y su tripulación desaparecieran por completo, sin dejar rastro, refleja la devastación causada por estas condiciones climáticas extremas. Los periódicos de la época describen el dramatismo vivido por los marineros y la consternación en la sociedad santanderina, que esperaba noticias desesperadamente.
A pesar de la tragedia que ocurrió hace más de un siglo, hoy en día la isla de Mouro puede parecer un lugar tranquilo y apacible en días soleados como el actual. Sin embargo, estas aguas han sido testigos de numerosas tragedias a lo largo de los años, recordándonos la imprevisibilidad y la fuerza implacable del mar. Aunque la gente disfrute de días de ocio y paseos en barquitos de alquiler en Santander en condiciones de tiempo favorables, es importante recordar que el mar siempre debe ser tratado con respeto y precaución, ya que puede volverse peligroso en cuestión de minutos, como lo demuestra la historia de naufragios como el del barco Sofía.
La descripción del Sofía, un barco tan anónimo que es difícil encontrar información sobre sus características y siquiera su existencia.
El dramatismo de unos ahogados sin sepultura.
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Ruta por el Santander medieval
True crime: los restos humanos de una mujer extranjera en un descampado de Santander
Desgraciadamente, muchas veces las pesadillas se hacen realidad cuando la locura humana llega a trastocar incluso la tranquilidad de un lugar tan tranquilo como Santander, donde casi nunca pasa nada. Los restos humanos de una mujer extranjera, encontrados en una zona descampada de Santander, han sido identificados por la Policía Nacional como los de Nancy Paola Reyes García, una joven de origen guatemalteco desaparecida desde el pasado mes de agosto. La identificación se realizó mediante el cotejo de muestras de ADN obtenidas durante la autopsia con muestras de ADN de sus hermanos.
La investigación se inició el 26 de agosto de 2020 tras recibir una denuncia de los hermanos de la joven en la Comisaría de Ciudad Real, donde señalaban como sospechoso a la pareja de la chica, un joven colombiano de 28 años. La Policía Nacional coordinó una intensa actividad entre varias provincias, y tras hallar indicios en el domicilio de la pareja en Santander, se centraron en la hipótesis de que la joven no había desaparecido voluntariamente, sino que había sido víctima de su pareja. El presunto autor fue detenido el 27 de agosto en Madrid cuando acudió a interponer una denuncia por la desaparición de la joven. Posteriormente, se estableció un dispositivo de búsqueda del cuerpo en el Barrio Pesquero y la Peña del Cuervo, con la colaboración del Grupo Especial de Operaciones (GEO). Finalmente, el día 17 se localizaron restos humanos en una zona de difícil acceso en la Peña del Cuervo y se esperaba el resultado de la autopsia para esclarecer los hechos.
La secuencia de los eventos comienza el 26 de agosto, cuando la familia acude a la Comisaría Principal de Ciudad Real para presentar una denuncia. Dadas las circunstancias alarmantes del caso, se inicia una investigación y se moviliza a la Policía Nacional de Cantabria, ya que la última vez que se tuvo noticia de la pareja fue en Santander. En ese momento, ninguno de los dos estaba en la capital cántabra: él había abandonado la comunidad autónoma y, según las hipótesis policiales, ella ya había fallecido. Desde aproximadamente una semana antes, nadie la había visto en sus lugares habituales.
A partir de entonces, el trabajo se dividió en dos frentes. En Cantabria, el objetivo era localizar el lugar donde la pareja había pasado sus últimos días. Se logró obtener más información y se identificó la posible escena del crimen. «Durante una inspección técnico-ocular en uno de los lugares, se encontraron indicios preocupantes, como restos de sangre. Se cree que la vivienda es el sitio del suceso», señala Moreno. Esta creencia inicial luego se confirma con más evidencia. Mientras tanto, en Madrid capital, se lleva a cabo la detención del individuo. Aunque no había denuncias previas por violencia de género, el hombre tenía antecedentes por este tipo de delitos, entre otros. Acude a la comisaría para presentar una denuncia por la desaparición de la joven, momento en el que se activan las alarmas y es detenido. No colabora en ningún momento, por lo que la Policía debe reconstruir sus movimientos hasta el hallazgo de los restos humanos que tuvo lugar ayer.