El hormigón no siempre ha sido un material utilizado para fines correctos por parte de los usuarios finales de este material tan maravilloso y vamos a ver algunos ejemplos. Una empresa fabricante de estructuras de hormigón en Cantabria nos ofrece este reportaje sobre los usos de este material que, aunque resulta imprescindible para nuestro estilo de vida moderno, no siempre ha sido utilizado para una finalidad legítima. Vamos a verlo.
Hablaremos aquí de dos complejos gigantescos de hormigón en Nápoles y Chicago. Dos barriadas enormes que se construyeron para dar soluciones baratas y comunitarias a esa parte de la población más desafortunada, pero al final se consiguió que el mundo del crimen organizado anidase en estas edificaciones masivas. Al final, la demolición de estos auténticos castillos de la droga y del crimen se ha presentado siempre como la última solución posible para un problema endémico que no hacía más que empeorar. La criminalidad ha encontrado entonces los otros lugares donde ejercer su habitual industria, repartiéndose por otros puntos de estas ciudades después de dejar sus abarrotados y fortificados nidos de delincuencia, lo que para muchos no ha sido precisamente una mejora. Porque la población de estas ciudades y la breve policía para empezar encontraban una cierta comodidad en tener localizada a la escoria social en un lugar determinado que todo el mundo conocía y al que nadie normal querría ir nunca, claro está, a excepción de la gente humilde que no tiene otro remedio que vivir en estas colonias tan desagradecidas.
Desde las áreas comunes de Cabrini Green se divisan las alturas cercanas de los rascacielos de Chicago: el contraste entre el gueto y el progreso.
Ventajas de los edificios de hormigón en Cantabria y en el mundo
Las virtudes del hormigón se presentan aquí en toda su extensión y efectividad, ya que de nuevo asistimos a la versatilidad de un material que puede ser modificado con bastante facilidad en forma de boquetes, túneles improvisados y escondites que facilitan muchísimo la labor delincuencial de estos personajes. Además de todo, la propia demolición de estas moles enormes de hormigón presenta por sí misma un desafío enorme que sólo se puede realizar con maquinaria pesada y con un proyecto que contemple la previa evacuación de los residentes. Las redadas policiales en estos laberínticos gigantes de hormigón se hacen casi imposibles cuando los delincuentes indígenas pueden saltar de una habitación a otra y de un piso a otro por medio de elaboradas redes de túneles que solamente ellos conocen bien. Por si fuera poco, la complicidad más o menos obligada o interesada de los residentes normales de los edificios les permitía escapar con mayor facilidad al tener guaridas para las armas y la gente en los propios domicilios de estas personas normales.
El hormigón es sinónimo de desarrollo y de igualdad social, pues los barrios obreros que son el emblema más visible de este material han sido claves en la mejora de las condiciones de vida de millones de campesinos miserables de todo el mundo. Y España fue uno de los primeros ejemplos de este desarrollismo industrial basado en el hormigón, claro está, con los problemas de delincuencia y drogas que siempre acompañan este crecimiento económico y social.
Moratalaz en los años 70: un barrio madrileño marcado por curas progresistas, bares de barrio y parques. Un barrio que presentaba un ambiente peculiar que empezó a transformarse con la llegada de las drogas, volviendo algunas zonas menos recomendables para transitar.
📸 Rafa y sus amigos en un parque de Moratalaz, años 70 / EM
Iñaki Domínguez
También queda de manifiesto en estas situaciones que los edificios modernos de hormigón se pueden deteriorar muy rápidamente si no se realiza un mantenimiento mínimo, aunque siempre presentan las ventajas de una mayor resistencia y durabilidad frente a otros materiales más endebles cmo la madera. Pero es también indudable que hace falta llevar a cabo un mínimo mantenimiento regular de estas edificaciones si queremos mantenerlas en condiciones de uso normal, cosa que no ocurre en estos fortines improvisados de los clanes delincuenciales, ya que a estas personas no les importa el confort de nadie ni mucho menos el de la gente normal que vive con ellos y aguanta ese trasiego diario de adictos y mafiosos armados que se matan entre ellos ante la impotencia habitual de las autoridades.
La historia rara que dio lugar al confinamiento que sucedió en todo el mundo en 2020 ha evidenciado las desigualdades sociales que existen en todos los países y que se notan, especialmente, en el ámbito de la arquitectura. Hemos visto, por ejemplo, cómo algunos europeos abandonaron las grandes ciudades para refugiarse en sus segundas residencias en áreas rurales, mientras que en Nueva York las personas con menores recursos enfrentaron un acceso limitado a espacios verdes, esenciales para el bienestar humano. Esto ha traído nuevamente a la conversación la necesidad de revisar el diseño de la vivienda social actual y futura, con un enfoque en responder a las cambiantes necesidades globales.
Prefabricados y losas de hormigón en Cantabria
administracion@prefabricadoscostanorte.com
Barrio El Hoyo nº 17 39730 Beranga – Hazas de Cesto (Cantabria)
Cabrini-Green y Vele di Scampia: el hormigón al servicio de la mafia
La Historia reciente está llena de ejemplos de proyectos de vivienda pública que no han cumplido sus objetivos, destacando la importancia del buen diseño y el mantenimiento constante para lograr proyectos de vivienda social que realmente funcionen. La falta de atención adecuada a las comunidades vulnerables por parte de las autoridades puede transformar estos espacios en entornos que terminan perjudicando a las mismas personas que deberían proteger.
Uno de los ejemplos más emblemáticos de esta compleja relación es Cabrini-Green, un proyecto de vivienda pública ubicado en el Near North Side de Chicago, Illinois. Este proyecto, que aparece en la reciente película Candyman, nació en la década de 1950 en respuesta a la migración de afroamericanos desde el sur. El gobierno local optó por demoler barrios marginales afroamericanos para dar paso a edificios de mayor densidad habitacional. Sin embargo, el resultado fueron monolíticas torres de concreto mal construidas y difíciles de mantener. Estos edificios quedaron aislados de los barrios vecinos, concentrando la pobreza y relegando a los residentes a una zona aislada entre los ricos vecindarios de Lincoln Park y Gold Coast. Además, el ayuntamiento redujo espacios verdes para ahorrar en mantenimiento, limitando las áreas de reunión de los residentes, mientras que balcones enrejados contribuían a una atmósfera carcelaria. Así, Cabrini-Green ilustra cómo un diseño deficiente y un mantenimiento inadecuado pueden transformar un proyecto de vivienda en un lugar hostil y estigmatizado.
En un plan defensivo, el hormigón sirve no sólo para construir búnkers, sino también otra clase de fortificaciones menos conocidas, como estos obstáculos anti tanque que el ejército lituano ha desplegado en los accesos desde Rusia: este tipo de medidas obstaculizan el tránsito de los vehículos de combate y los obligan a detenerse.
Los edificios masivos de Cabrini Green no fueron pensados con la lógica del personal que iba a habitar en ellos
En un vídeo de hace muchos años, cuando estos barrios de edificios masivos de hormigón acababan de abrir hacía poco sus puertas, una mujer afroamericana se mostraba satisfecha con el cambio a mejor que a pesar de la delincuencia del barrio estaba viviendo junto a sus hijos. Y es que venía de un lugar peor, tan inseguro o más que ése, pero además en infraviviendas chabolistas como había por todas partes en torno a Chicago y otras grandes ciudades del mundo. Una situación de miseria en absoluta que impulsó a las autoridades a construir estos edificios modernos en su lugar, pero que al final han tenido que demoler también, en un ejemplo más de mala práctica por parte del sector público a la hora de hacer obras de caridad con el dinero de todos los contribuyentes.
En todo caso, vemos que nada de esto es culpa de los edificios en sí, ya que el hormigón y el cristal hacen una combinación perfecta para la habitabilidad del ser humano, mientras que la mala gestión de los recursos es lo que produce estas situaciones tan lamentables. Porque todo el mundo está de acuerdo en que los edificios masivos de Cabrini Green no fueron pensados con la lógica del tipo de familias y personal que iban a habitar en ellos. El proyecto de viviendas de Cabrini Green fue un fracaso desde el principio y aquí pensamos que en otros lugares no se aprendió de ese error, ya que las propias 3.000 viviendas de Sevilla iban a ser otra salida digna y viable para miles de familias en situación de marginalidad, pero al final todo terminó en otro experimento fallido. Poco después de abrir sus puertas, los edificios de las 3.000 viviendas ya carecían de motores para sus ascensores, vendidos en el mercado negro por algunos de los más espabilados delincuentes de por allí.
La labor social del Estado en determinadas situaciones no mejora las cosas. No todo se arregla con viviendas gratis y paguitas y una de las demostraciones más grandes sucedió en Cabrini Green, cuando los servicios sociales daban más ayudas a esos hogares en los que no hubiera un padre de familia presente. Esto se tradujo en que los padres de familia se las ingeniaban para no estar demasiado tiempo en el hogar y así no resultar detectados por los servicios sociales cuando se presentarán por allí para monitorizar la situación de estas familias marginales. El resultado último fue que esos padres de familia no estaban ya prácticamente nunca y en algunos casos terminaron desapareciendo para siempre, lo que reforzó todavía más la orfandad de muchos chicos jóvenes en situación de familias desarraigadas y demás.
Ubicado entre los barrios de clase alta de Lincoln Park y Gold Coast, Cabrini-Green se convirtió en un «gueto vertical» rodeado por zonas acomodadas, pero sin integración o apoyo real. Esta situación geográfica creó fronteras invisibles, donde los residentes de Cabrini-Green eran vistos como una amenaza para sus vecinos. La presencia de policías y guardias de seguridad era común en los límites del complejo, pero rara vez intervenían dentro de él, dejando a los residentes en una situación de abandono. Los edificios de Cabrini-Green se deterioraron rápidamente debido al descuido del mantenimiento. Los elevadores se averiaban constantemente, dejando a los residentes de los pisos superiores sin acceso durante días o semanas. Las luces de los pasillos no se reparaban, lo que creaba zonas oscuras y peligrosas dentro de los edificios, y las tuberías con fugas dejaban sin agua caliente a muchas familias. Los problemas de infraestructura fueron tan severos que los propios residentes comenzaron a autogestionarse para realizar reparaciones y asegurar los espacios comunes.
Los policías y trabajadores sociales evitaban ingresar a ciertas zonas
En 1987, Ruthy Mae McCoy, residente de un edificio de Cabrini-Green, llamó al 911 en pánico porque alguien intentaba ingresar a su apartamento a través del espejo del baño, que daba acceso al apartamento contiguo. La llamada no fue tomada en serio, y la policía no actuó a tiempo. McCoy fue hallada muerta días después; había sido asesinada por intrusos que efectivamente ingresaron desde el apartamento vecino. Este caso reflejó la negligencia institucional y cómo la falta de seguridad estructural y la lenta respuesta de las autoridades podían resultar mortales. Una de las historias más trágicas y simbólicas de la violencia en Cabrini-Green fue el asesinato de Dantrell Davis, un niño de siete años. En 1992, Dantrell fue asesinado por una bala perdida mientras caminaba con su madre hacia la escuela. Su muerte, tan brutal como innecesaria, atrajo la atención nacional hacia el nivel de violencia que azotaba Cabrini-Green y se convirtió en un símbolo del fracaso de los proyectos de vivienda pública en Chicago.
Cabrini-Green estaba dividido por territorios de pandillas, con edificios que, aunque cercanos, pertenecían a diferentes bandas. Esta división hacía que moverse dentro de la comunidad fuera peligroso, incluso para los residentes. Las pandillas se adueñaban de las áreas comunes, y las familias a menudo se veían atrapadas en medio de tiroteos. La violencia entre pandillas fue tan extrema que los policías y trabajadores sociales evitaban ingresar a ciertas zonas, aumentando aún más este ambiente de aislamiento y peligro.
Otros edificios de hormigón importantes han sido demolidos por otras razones que nada tienen que ver con la delincuencia. Este ejemplo lo tenemos en Madrid y es el antiguo parking de la plaza de Santo Domingo. Se dice que fue el primer parking público de España, construido a finales de los 50 y parcialmente derribado en 2006 para convertir sobre su espacio la actual plaza.
Las bandas delincuenciales salían a disparar sus armas cada nochevieja
El nivel de peligrosidad en Cabrini-Green alcanzó tales niveles que cada año nuevo se convertía en un espectáculo de terror. Los miembros de las bandas armadas salían a las calles y disparaban con todo tipo de armas, desde pistolas hasta fusiles de asalto, en una muestra de poder y control absoluto. Esta celebración era tan peligrosa que los residentes comunes, aquellos que no formaban parte de la violencia, se veían obligados a refugiarse en los baños de sus propios hogares. Las familias se tumbaban en la bañera, buscando un mínimo de protección adicional contra las balas que atravesaban paredes y ventanas. Tal era la impunidad de estas bandas que incluso entre ellos desconocían de dónde vendrían los disparos: un caos en el que el peligro acechaba a todos.
Ladrillos de hormigón en Cantabria
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Barrio El Hoyo nº 17 39730 Beranga – Hazas de Cesto (Cantabria)
El punto álgido de la violencia en Cabrini-Green llegó cuando una niña de camino al colegio fue alcanzada por el fuego cruzado entre pandillas rivales, un hecho que conmocionó al país y expuso la falta de control sobre el barrio. En un acto polémico, la alcaldesa decidió mudarse temporalmente a Cabrini-Green, prometiendo restaurar el orden y mejorar las condiciones de vida. Acompañada de un escuadrón de guardaespaldas y un fuerte despliegue policial, la alcaldesa intentó vivir en un sector controlado y resguardado específicamente para ella. Sin embargo, su estancia fue breve: el ambiente de tensión, las constantes balaceras y la pobreza la llevaron a abandonar Cabrini-Green en poco tiempo, volviendo a la seguridad de su residencia habitual y dejando nuevamente a los vecinos a merced de la violencia.
Este acto no sirvió de mucho para la seguridad del área. Las estructuras que la policía había reforzado para proteger a la alcaldesa fueron rápidamente aprovechadas por las bandas para mejorar su propio sistema de defensa. En estos complejos de viviendas, con corredores y escaleras en forma de laberinto, los narcotraficantes lograron fortalecer aún más su control. Cabrini-Green se transformó en un territorio inexpugnable, donde los criminales operaban con la facilidad y familiaridad de quien maneja su propio terreno.
Otro ejemplo de construcciones masivas que no han sido tomadas por la mafia, en principio, es el complejo residencial brutalista de Corviale, ubicado en Roma. Es uno de los edificios residenciales más largos del mundo, extendiéndose a lo largo de un impresionante kilómetro de longitud. Esta enorme estructura, también conocida como «Il Serpentone» o «La Gran Serpiente,» fue concebida como un proyecto de vivienda utópico en la década de 1970 para alojar a unas 8,000 personas. El edificio consta de 11 pisos y fue pensado como una comunidad autosuficiente, con unidades residenciales, así como instalaciones como tiendas, escuelas y oficinas.
Sin embargo, con el tiempo, se volvió controvertido debido a su tamaño y a los problemas sociales asociados con proyectos de vivienda a gran escala. A pesar de esto, Corviale sigue siendo un hito arquitectónico significativo, que ilustra tanto la ambición como los desafíos de la planificación urbana modernista. Sin embargo, los hurtos y el carterismo y el consumo de drogas son muy frecuentes en esta área. Aunque desde hace algunos años existen planes para la «regeneración urbana» de Corviale, sigue siendo una de las zonas más inseguras de Roma. Algún asesinato se ha producido en este área masificada, aunque nada que ver con el caso tremendo de Vele di Scampia.
¿Otro fracaso de la masificación brutalista, en estas grandes colonias, que no consiguen crear un buen ambiente?
El fracaso del proyecto Vele di Scampia en Nápoles, Italia
En Europa, el proyecto Vele di Scampia en Nápoles, Italia, se planteó con una ambiciosa visión de comunidad. Diseñado por el arquitecto Francesco Di Salvo, se inspiró en la estructura de los callejones y patios napolitanos, con edificios en forma de velas y espacios comunes destinados a fomentar una vida comunitaria activa. Sin embargo, la realidad fue otra: los bloques se construyeron demasiado cerca, obstruyendo la entrada de luz natural, y los espacios verdes quedaron descuidados. Las áreas de servicio, escuelas e iglesias que habrían sido vitales para la comunidad nunca se construyeron. Y los apartamentos se asignaron a los residentes aún sin terminar, sin sus instalaciones básicas acabadas. El terremoto de Irpinia en 1980 exacerbó los problemas, ya que familias afectadas ocuparon ilegalmente estos apartamentos, siendo luego desatendidas por las autoridades.
La serie Gomorra, basada en el libro de Roberto Saviano, retrata de forma cruda la vida en Vele di Scampia, dando al mundo una visión del alcance de la violencia y control de la Camorra en el área. Aunque la serie se basa en eventos ficticios, su inspiración en hechos reales ayudó a visibilizar la dura realidad de Vele di Scampia y los desafíos para desarticular la influencia de la mafia en la comunidad.
En las décadas de 1980 y 1990, la Camorra se apoderó de Vele di Scampia, convirtiéndolo en uno de los mercados de drogas más grandes de Europa. Los líderes de la mafia controlaban los edificios y organizaban una red de distribución con sistemas de vigilancia y corredores dedicados a la venta de estupefacientes. La estructura del complejo —con corredores, accesos complicados y una comunidad aislada— facilitó que los camorristas establecieran rutas y escondites seguros para la droga y el dinero. En un intento por consolidar su poder, los clanes de la Camorra reclutaban adolescentes de familias locales para realizar actividades ilícitas. Sin embargo, el índice de asesinatos de estos jóvenes era alto, ya que se les veía como fácilmente reemplazables y, por tanto, prescindibles. Aquellos que no cumplían con los objetivos o que eran sospechosos de traición eran ejecutados públicamente, en un intento de intimidar tanto a la policía como a la comunidad.
Dentro de Vele di Scampia, la Camorra ejecutaba torturas y secuestros
Debido al control de la mafia, la policía tenía dificultades para mantener el orden en Vele di Scampia. Aunque se organizaron operativos masivos para desmantelar las redes de narcotráfico, los agentes enfrentaban la resistencia de los propios residentes, que en ocasiones defendían a los camorristas por miedo a represalias. La Camorra ejercía una presión constante sobre la comunidad, utilizando amenazas e intimidación para mantener su control. La policía descubrió que las redes delictivas contaban con “vigías” en los techos y corredores de los edificios, quienes alertaban de la llegada de las autoridades, lo que hacía casi imposible desmantelar las operaciones. Dentro de Vele di Scampia, la Camorra ejecutaba torturas y secuestros como castigo o advertencia para quienes no cumplían con sus reglas. Los apartamentos vacíos o abandonados eran utilizados para este tipo de represalias; allí se retenía a los sospechosos y se les infligían brutales torturas antes de, en muchos casos, acabar con sus vidas. Estos secuestros y asesinatos se usaban como herramientas de poder y miedo, reforzando la influencia de la Camorra en la zona.
El proyecto de vivienda pública Vele di Scampia, ubicado en el distrito periférico de Scampia, al norte de Nápoles, Italia, es otro infame ejemplo de un intento fallido de vivienda social que, en lugar de mejorar la vida de sus habitantes, se convirtió en un símbolo de deterioro, crimen y abandono estatal. Diseñado por el arquitecto Francesco Di Salvo en la década de 1960, el proyecto formó parte de un ambicioso plan para aliviar el problema de vivienda en Nápoles. Sin embargo, su historia se ha caracterizado por problemas arquitectónicos, falta de mantenimiento y una creciente influencia de la criminalidad. El diseño de Vele di Scampia fue inspirado en la arquitectura moderna de Le Corbusier, con bloques en forma de vela (de ahí su nombre, Vele, que significa «velas» en italiano). Cada edificio se proyectó con áreas comunes que supuestamente facilitarían la vida comunitaria y los espacios compartidos. La estructura buscaba recrear la red de patios y callejones característicos del centro histórico de Nápoles en un entorno vertical, con una arquitectura de concreto expuesto y amplios corredores abiertos, pero esos diseñadores no podían imaginarse para lo que terminaría sirviendo todo esto después.
Las guerras entre clanes de la Camorra, especialmente entre los Di Lauro y sus rivales, resultaron en una serie de asesinatos y represalias violentas en Vele di Scampia. Estas disputas territoriales, que se intensificaron en los años 2000, causaron una ola de homicidios y desapariciones que aterrorizó a los residentes. Los enfrentamientos llegaron a ser tan violentos que las calles de Scampia fueron conocidas como el “Triángulo de la Muerte”. En enero de 2004, estalló una guerra interna dentro del clan Di Lauro cuando varios miembros comenzaron a cuestionar el liderazgo. El conflicto culminó en la masacre de varios «esbirros» del clan, un evento que generó temor en los residentes y reforzó la presencia de la policía en la zona. Este conflicto interno del clan resultó en más de 60 muertes en menos de un año y consolidó la reputación de Vele di Scampia como un lugar peligroso y fuera de control.
Otras equivocaciones en el uso del hormigón, aunque no conocemos las causas para este disparate de la foto, las podemos encontrar en reconstrucciones que arrasaron hermosos monumentos bajo estructuras brutalistas. Aquí tenemos la Librería Central de Birmingham, antes y después de su reforma brutalista con hormigón puro y duro.
Problemas de construcción y falta de mantenimiento en los edificios de hormigón de Gomorra
A pesar de la intención innovadora, los problemas comenzaron rápidamente. Los edificios fueron construidos con materiales de baja calidad, y debido a recortes presupuestarios y una gestión inadecuada, muchas de las áreas previstas para servicios (como áreas verdes, escuelas y centros comunitarios) nunca se construyeron. Las Vele se levantaron demasiado cerca entre sí, lo que redujo la entrada de luz natural y la ventilación, creando espacios oscuros y claustrofóbicos. La infraestructura básica, como electricidad y plomería, fallaba constantemente, y el mantenimiento era casi inexistente. El terremoto de Irpinia en 1980 fue un punto de quiebre en la historia de Vele di Scampia. Tras el desastre, muchas familias desplazadas comenzaron a ocupar ilegalmente los apartamentos vacíos o incompletos, y las autoridades no pudieron desalojarlas ni brindarles apoyo adecuado. La Camorra, la mafia napolitana, aprovechó esta situación de caos y abandono para tomar control de la zona. En la década de 1990, el complejo se convirtió en un epicentro del tráfico de drogas y en una de las zonas más peligrosas de Nápoles. Los corredores y espacios comunes, originalmente pensados para la convivencia, fueron tomados por las bandas que atendían allí a los drogadictos. Y la violencia se volvió un lenguaje común.
En muchas ocasiones, los gobiernos utilizan el hormigón a destajo y esto produce problemas a los vecinos que se ven afectados por obras públicas o de vivienda protegida mal planteada. En este caso, vemos una situación que se ha dado mucho en construcciones de hormigón en Bizkaia y, en concreto, en Bilbao, donde ya se plantea el desmantelamiento de los enormes escalextric de autopistas que ahora obstruyen más que otra cosa.
Vele di Scampia se convirtió en un símbolo de la decadencia urbana y de la incapacidad del gobierno para gestionar proyectos de vivienda social. Su deterioro ha sido tan notable que ha aparecido en series y películas, siendo especialmente reconocible en la serie Gomorra, que retrata el mundo de la Camorra. Esta representación ha contribuido a la estigmatización de la zona, dificultando los intentos de mejorar la calidad de vida de los residentes. En las últimas dos décadas, el gobierno italiano ha tratado de abordar la situación en Vele di Scampia. Desde 2003, se ha implementado un plan para demoler progresivamente los edificios más deteriorados y reubicar a los residentes en viviendas alternativas. A día de hoy, varios de los edificios originales han sido demolidos, y las autoridades han planteado proyectos de regeneración urbana para la zona, aunque el proceso ha sido lento y complicado por las tensiones sociales y la falta de recursos.
La historia de Vele di Scampia es un ejemplo aleccionador sobre cómo la combinación de diseño urbano fallido, gestión deficiente y abandono estatal puede transformar un proyecto de vivienda social en un espacio de marginación y violencia. Aunque el proyecto fue concebido con intenciones de integración comunitaria, el entorno inhóspito y la falta de apoyo institucional lo convirtieron en un ejemplo de cómo la arquitectura puede fallar a sus habitantes cuando no se considera el contexto social, el mantenimiento y la seguridad necesarios.
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Barrio El Hoyo nº 17 39730 Beranga – Hazas de Cesto (Cantabria)
Edificios de hormigón en Cantabria
Si bien los factores externos jugaron un papel en el fracaso de Vele di Scampia, también hubo problemas de diseño. El modelo de “torre en el parque”, que mezcla el espacio público con el privado, inspirado en Le Corbusier, pero criticado por Jane Jacobs, no resultó ideal para prevenir el crimen precisamente, pues alejaba a los residentes de un sentido de comunidad activa y participativa. Los casos de Cabrini-Green y Vele di Scampia demuestran que el éxito de la vivienda social depende de una serie de factores complejos. Simplemente, demoler estos proyectos no resolverá los problemas sociales que propiciaron su deterioro. Es crucial que se mantenga una conversación continua que anteponga las necesidades de las comunidades más vulnerables y que priorice el diseño y mantenimiento adecuados de estos entornos.
Os contamos otros usos modélicos para el hormigón en Cantabria y el mundo. Un buen ejemplo es la restauración del teatro romano de Sagunto (Comunidad Valenciana, España). Se construyó en el siglo I d.C., en época del emperador Tiberio, aprovechando la pendiente natural del terreno para levantar el graderío y la escena. Esta mole para la época tenía capacidad para unas cuatro mil personas, lo que convertía este teatro en un lugar de encuentro de masas.