En el año 1962 tuvo lugar una de las campañas de propaganda política más eficaces de la Historia de España y el mundo: los 25 años de paz.

La paz no tiene que ser sólo exterior, en el plano militar y de fronteras: el terrorismo callejero existe, como afirmaba la madre de Sandra Palo, quien fue torturada y asesinada bárbaramente en un presente régimen que no es transparente en materia de seguridad interior.
Este aumento de la seguridad se reflejó en una menor población caarcelaria, llegando a ser España el segundo país con menor población reclusa del mundo.


Un baremo difícil de obviar: el tamaño de los españoles aumentó como consecuencia de una mejor salud y alimentación y el raquitismo disminuyó muchísimo.
La flota pesquera llegó a sus máximos en estos años, en comparación (sobre todo) con lo que había antes de la Guerra Civil.


La correspondencia aumentó y esto era otro indicador de la mejoría de la situación social y económica de España en esos 25 años de paz ininterrumpida.
Siempre se habla de la guerra y la represión, cuando nos referimos al Franquismo, pero también hay que considerar y valorar el largo periodo de paz del que gozamos desde que terminó dicha guerra. ¿O acaso tenemos que fijarnos solamente en el costo de esa paz y no en lo que vino después o debemos idealizar periodos en los que ni siquiera hubo paz?




























