Ahora vamos a ver algunos de los monumentos más extraños de Santander, de España y de parte del extranjero.
Esta auténtica birria de escultura es horrible por sí misma y no hace falta ni describirla. Una cosa que es fea incluso para los estándares de Santander, donde no faltan monumentos horribles y en especial los dedicados a las víctimas del terrorismo, que son especialmente penosos porque a nadie se le ocurre que ese óxido tan feo puede resultar estético en ningún momento.


¿Un refugio para transeúntes sin techo?
Una de las estatuas más feas y absurdas del Universo, según muchos.


Misteriosa placa en un portal de la Calle Carlos III de Santander.
Espera, no llames a un profesional, que eso es muy caro y te lo puede hacer mi primo. ¡Madre santa!

Monumento en Castro Urdiales a los niños mancos. Notesé la ironía.


El Sireno de Guecho. Una historia rocambolesca donde las haya.
En el Puerto Viejo de Algorta, en Getxo, emerge y desaparece una figura singular que ha cautivado tanto a vecinos como visitantes: El Sireno de Getxo. Mitad hombre, mitad pez, esta obra del artista argentino Marcos López parece jugar con las mareas del Cantábrico. Cuando sube la pleamar, su figura se sumerge lentamente; cuando baja, su torso y su cola reaparecen, como si la criatura respirara al ritmo del mar. Más que una escultura, se ha convertido en un símbolo entre lo vasco y lo argentino, una pieza que une dos orillas culturales y emocionales.
El mito de los sirenos y sirenas es tan antiguo como el propio mar. A lo largo de los siglos, su canto se ha descrito como irresistible, aunque la ciencia jamás haya podido demostrar su existencia. Sin embargo, la fascinación por estas criaturas ha inspirado infinidad de relatos, cuadros y esculturas. Incluso hubo falsificaciones: en talleres asiáticos del siglo XIX se fabricaban falsas sirenas a partir de restos de monos y peces, siendo la más famosa la sirena de Fiyi, exhibida por el empresario estadounidense P. T. Barnum en su museo de Nueva York. Con antecedentes tan extravagantes, el Sireno de Getxo se inserta en una larga tradición de mitos, ficciones y reinterpretaciones que conectan lo fantástico con lo artístico.
Marcos López concibió esta figura como parte de su obra El sireno del Río de la Plata, en la que el artista explora las migraciones y los vínculos culturales entre América Latina y Europa. Su intención no era crear una simple escultura marina, sino invertir la mirada histórica: “América Latina siempre estuvo mirando a Europa —ha explicado el artista—, y yo lo revierto. Me invento mi propio sireno, que viene del Río de la Plata, por donde entraban los conquistadores a buscar el oro de América”. López es conocido por reinterpretar iconos culturales con ironía y sentido crítico; de hecho, ha llegado a retratar La última cena de Leonardo da Vinci como un asado entre amigos al mediodía. En ese espíritu lúdico y provocador, su sireno se alza como una respuesta al mito de La sirenita de Copenhague: una figura masculina, mestiza y orgullosa de su identidad latinoeuropea.
Desde su instalación en diciembre de 2010, el Sireno ocupa un lugar privilegiado en el muelle del Puerto Viejo de Algorta. La pieza, de tres metros de alto y más de metro y medio de ancho, está realizada con una impresión en vinilo de alta adherencia sobre lamas de acero inoxidable. Pesa alrededor de 258 kilos y se sostiene gracias a una estructura diseñada por el arquitecto Xabier Goikoetxea, compuesta por treinta tubos rectangulares de acero unidos por cables interiores. Todo el sistema fue cuidadosamente protegido con materiales aislantes para garantizar la seguridad de bañistas y curiosos. Su instalación fue promovida por el colectivo Begihandi, organizador del Festival Internacional de Fotografía Getxophoto, donde la imagen se había presentado con gran éxito en ediciones anteriores.
El Sireno pronto se convirtió en una figura emblemática del puerto y generó numerosas anécdotas. Una de las más sabrosas —literalmente— fue la creación del Pintxo Sireno, una propuesta culinaria ideada por hosteleros del Puerto Viejo junto al chef Fernando Canales, del restaurante Etxanobe. Inspirados en la dualidad del personaje, prepararon una brocheta que combinaba mar y tierra: langostino, pollo y algas, servidos con un “ketchup vasco” elaborado con tomate, pimiento choricero, anchoas, miel y vinagre de sidra. La mezcla resultó tan original como el propio Sireno, y quienes la probaron aún recuerdan su sabor, tan cautivador como el canto de las sirenas.
Pero no todo han sido momentos felices. El 10 de diciembre de 2013, la obra fue sustraída del muelle por un grupo de tres personas que reivindicaron el acto como un “secuestro ecológico”. En un vídeo difundido en internet, los autores, con el rostro cubierto y pistolas de juguete, mostraban la figura del Sireno mientras exigían cambios en el plan urbanístico de Getxo y el reparto de mil plantones de árboles autóctonos entre los vecinos. Tres semanas después, en la víspera de Año Nuevo, el Sireno fue devuelto frente a la casa del alcalde, sin que se cumplieran las reivindicaciones. La Ertzaintza recuperó la pieza, tomó huellas dactilares y la trasladó a la comisaría de Erandio para su análisis.
Desde entonces, el Sireno de Getxo ha vuelto a su hábitat natural: el borde del mar. Su presencia sigue marcando el pulso de las mareas, entre el rumor del agua y la curiosidad de los paseantes. Cada día, el torso del sireno emerge y se oculta, recordando la naturaleza cambiante del arte público y la manera en que las obras dialogan con su entorno. Para algunos, es un simple atractivo turístico; para otros, un símbolo de mestizaje y resistencia cultural. Pero para todos los que lo contemplan, el Sireno es ya parte del alma marinera de Getxo, una criatura nacida del arte que juega eternamente con las olas del Cantábrico.

Esta estatua sí que es bonita y representativa de algo tan fácil y a la vez tan difícil de describir como el amor, expresado en un abrazo de metal muy hermoso. Está en la zona de las Pirámides de Madrid.
Esta foto tiene sorpresa porque es un combo de monumentos horribles al mal gusto como mínimo. Podemos ver en primer lugar la horrible rana feísima que tienen ahí puesta en Colón, en pleno centro de Madrid, y al fondo también podemos degustar el pésimo gusto de los que hicieron esas cabezas gigantes feísimas en mitad de una plaza.

La idea del Ejército Rojo soviético aplastando a las divisiones alemanas queda patente en este monumento bélico a la barbarie de la guerra, sin duda la mayor sinrazón del ser humano. No hay verdadera victoria cuando en la guerra pierden todos. Pierde el que la gana.
Este monumento al comunismo es reversible porque si ya no queremos colectivizar más las tierras ni torturar a la gente en gulas es posible dedicárselo a las estrellas de Hollywood. Entrada al Memorial de la Fortaleza de Brest (1975), Brest, Bielorrusia. Escultores: Alexander Kibalnikov, Andrei Bembel y Vladimir Bobyl.

Camión de mudanzas se carga una casa entera de un golpecito
Un camión de mudanzas le pega un golpe a la casa y se lo carga absolutamente todo dentro. Es casi imposible hacer más daño a una casa aunque quieras hacerlo adrede y con un solo golpe. Es evidente que el peso del camión, incluso a tan poca velocidad, ejerció demasiada fuerza sobre un punto concreto del tejado, lo que provocó que salieran grietas por todas partes en el interior.