Las enfermedades de transmisión sexual estuvieron siempre entre los peores enemigos públicos en la guerra y lo siguen siendo, en todos los conflictos, y por supuesto que lo fueron y en ambos bandos en la Guerra Civil Española. Ahora vamos a hablar de ello y de la relación que tuvo con este tema una muy deficiente vigilancia, por parte de las autoridades republicanas, del estado de salud de muchas chicas que ejercían la prostitución en el frente del Norte.
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Un enemigo común de ambos bandos en la Guerra Civil Española cuyo nombre era Manuel Neila
También hablaremos de otra circunstancia que va pareja con eso y que fue otro gran enemigo común de ambos bandos en la Guerra Civil Española y cuyo nombre era Manuel Neila. Un antiguo empleado de tejidos que se convirtió, de la noche a la mañana, en señor de horca y cuchillo, con poder para detenciones y ejecuciones sin ningún límite en Santander.
La debacle de las tropas el Ejército del Norte produjo un ambiente mafioso en Santander como nunca antes se había visto. Los instintos más bajos de los verdaderos mafiosos que dirigían el cotarro en la calle, los famosos jefes de las checas de Santander y de toda la provincia, se exacerbaron con la próxima llegada a su territorio de los nacionales, ante los cuales sabían que tendrían que rendir caos cuentas si caían en sus manos esperar ningún tipo de compasión cuando sus crímenes eran gravísimos. Además de todo, se dio la circunstancia de que se concentraron muchos huidos del PNV en Santander y esto dio pie a un recibimiento bastante hostil por parte de los locales, pues a la indecente rendición del PNV en Santoña se unía segunda división entre gente que era separatista y gente que no lo era, como en el caso de santanderinos y asturianos.
Asesinatos de miembros del PNV por parte de Manuel Neila, el mayor chequista de Santander
Este clima de división interna y derrotismo llegó a su culmen en los poco conocidos asesinatos de miembros del PNV por parte de Manuel Neila, el mayor chequista de Santander, que tuvo en la ciudad una checa con nombre propio en la que se torturaba y mataba con bastante asiduidad y lo que menos se perdonaba era ser católico.
También se produjo, curiosamente, un éxodo masivo desde el otro lado de la provincia, pues las prostitutas que estaban por el frente de Asturias se vieron muy perseguidas y reprimidas allí, por la oleada de contagios de enfermedades venéreas que se estaba viviendo, y marcharon en gran número hacia la vecina provincia montañesa, donde las negligentes autoridades locales no estaban para vigilar estas cosas. En realidad, las autoridades montañesas durante la Guerra Civil Española se dedicaron a todo menos a gestionar otra cosa que no fueran tonterías auténticas y crímenes bastante horribles. Por no hacer, no hicieron ni refugios antiaéreos, pese a que Santander era un objetivo militar de primer orden. Este éxodo de prostitutas del frente asturiano produjo varias consecuencias lógicas y, para empezar, el escándalo total en una ciudad tan conservadora y poco acostumbrada a un tipo de comportamiento en público. También trajo como consecuencia indeseable la proliferación de enfermedades venéreas entre la población de Santander. Uno de los remates últimos para terminar la desagradable experiencia de haber sido gestionada la ciudad por gente que no tenía la capacidad ni la moral mínima necesaria para hacerlo y todo ello durante trece largos meses.
Muchos soldados de Santander pasaban de la legalidad republicana del Frente Popular o eran de derechas o católicos
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La falta de compromiso del soldado republicano en el frente del Norte con su presunta causa democrática fue a más conforme iba avanzando el conflicto y se decidía en contra de su presunto gobierno democrático, que en verdad no era ni lo uno ni lo otro. Porque un gobierno se supone que tiene que mirar por su gente para empezar y esta gente que desgobernaba Santander ni siquiera limpiaban en las calles ni se ocupaban de que no matasen a nadie inocente sin juicio ni construían refugios antiaéreos ni supervisaban la salubridad pública de ninguna clase ni nada. Simplemente dejaban que las cosas pasaran y algunos, los más espabilados y sinvergüenzas, se llevaron cuanto pudieron del botín antes de que el rodillo nacional pasara sobre ellos. Por otra parte, ya de entrada, muchísimos reclutas y, sobre todo, los forzosos que iban in crescendo hacia el final de la guerra en el Norte, pasaban de la legalidad republicana del Frente Popular o directamente eran de derechas o católicos y odiaban a su presunto ejército y gobierno.