La ambientación del barquito es magnífica y realmente recuerda todo muy bien a cómo eran las cosas dentro de un submarino alemán de la Segunda Guerra Mundial. Sólo falta que se puedan lanzar torpedos, aunque no lo descarto a la vista del nivel de frikismo de estos señores tan originales. La verdad es que es una gran idea, es muy divertida y hace hincapié en una historia legendaria que ha pasado al cine y a la cultura de todos los tiempos por venir. Nunca la guerra en el mar fue tan cruel y tan secreta como cuando grupos de lobos grises submarinos se dedicaron a atacar constantemente los convoyes que cruzaban el Atlántico y otros puntos importantes del tráfico marítimo aliado en la Segunda Guerra Mundial. En realidad, esto ocurrió también en la Primera Guerra Mundial y con idénticas consecuencias: miles y miles de toneladas de barcos de transporte y también de guerra fueron a parar al fondo del mar e inclusive portaviones.
Sólo uno de cada cuatro miembros de las tripulaciones de estos submarinos alemanes de la Segunda Guerra Mundial vivió para contarlo y 30.000 se quedaron para siempre en el fondo del océano. Pocos frentes de guerra fueron nunca tan exigentes en vidas humanas ni hicieron a la vez, esto también hay que decirlo, tal descalabro en la economía del enemigo, ya que por poco no se consigue el objetivo de aislar completamente a Europa de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial.