En un reciente artículo publicado en creandoempresa.es, se dio a conocer el testimonio de un autónomo que compartió su experiencia con el Kit Digital, una iniciativa del Gobierno en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Lo que inicialmente parecía una ayuda directa para modernizar su negocio, terminó siendo un ejemplo de despilfarro y mala gestión de fondos públicos.
Todo comenzó cuando el autónomo recibió un correo de su proveedor habitual de tecnología, informándole sobre la posibilidad de obtener hasta 1.000 euros para renovar su equipo a través del Kit Digital. Intrigado por la propuesta, decidió hacer clic en el enlace del mensaje, completar un formulario y poco después recibió la llamada de un Agente Digitalizador, una figura clave en este proceso.
¿Quién se beneficia realmente?
Los Agentes Digitalizadores son empresas tecnológicas que colaboran con el Gobierno para implementar las ayudas. Actualmente, existen más de 11.000 agentes en toda España, en su mayoría autónomos o pymes. Sin embargo, este autónomo pronto se dio cuenta de que el verdadero beneficiado del proceso no era él, sino el propio agente, quien gestionaba y se quedaba con gran parte del bono digital. De los 3.000 euros aprobados, solo una pequeña parte repercutía directamente en el beneficiario.
Una propuesta decepcionante
El Agente Digitalizador le ofreció crear una página web en WordPress, algo que el autónomo ya había realizado por su cuenta hace más de diez años. Aunque el servicio no representaba un avance significativo para su negocio, sería lo que justificaría gran parte del bono. En apenas 15 días, la solicitud fue aprobada, con 2.000 euros destinados a este desarrollo web.
Costes ocultos y hardware obsoleto
Las condiciones no fueron mejorando: el bono quedaba retenido por el Agente Digitalizador durante tres meses, y el autónomo debía hacerse cargo de 420 euros de IVA. Además, si quería usar los 1.000 euros adicionales para mejorar su equipo informático, el catálogo de productos disponible era limitado, con opciones obsoletas y precios inflados. Para obtener material más actualizado, tendría que desembolsar entre 1.000 y 2.000 euros de su propio bolsillo.
Una conclusión desalentadora
Lejos de sentirse apoyado, el autónomo se dio cuenta de que el sistema premiaba más el cumplimiento de estadísticas que una mejora real para su negocio. En su opinión, una deducción fiscal habría sido mucho más efectiva que el Kit Digital, que acabó beneficiando más a los intermediarios que a los emprendedores. Según los datos más recientes, más de la mitad de los beneficiarios han usado el bono para crear páginas web que previamente no consideraban necesarias.
Renuncia con conciencia
Finalmente, decidió renunciar al bono. El Agente Digitalizador, sorprendido, le advirtió sobre la posible indemnización de 250 euros por las gestiones realizadas. El autónomo aceptó sin dudarlo. “No en mi nombre”, dijo, convencido de que esa era la única forma de no formar parte de lo que considera un uso irresponsable de fondos públicos.
Tal y como ha hecho eco el portal de noticias de empresas CreandoEmpresa.es, un autónomo ha compartido su frustrante experiencia con esta iniciativa gubernamental que prometía modernizar pequeños negocios.