La Diócesis de Santander ha realizado una controvertida intervención con hormigón en Cantabria, en concreto en la histórica iglesia de Santiago, sita en Entrambasmestas, municipio de Luena. Coincidiendo con el Día Mundial de la Arquitectura, la antropóloga Araceli González Vázquez cuestionó en la red social X la reciente incorporación de un pórtico de hormigón y ladrillo en este templo del siglo XVII, preguntando a sus seguidores si lo consideraban adecuado para un edificio patrimonial de ese estilo.
Comentamos este hecho con unos proveedores de hormigón en Cantabria
La respuesta en redes no se hizo esperar, con numerosos usuarios describiendo la obra como “una barbaridad”, pero, ¿dónde están esas personas tan puristas cuando urge rehabilitar una enorme proporción de nuestro legado histórico en la región y a nadie parece importarle? ¿Va a soltar la tal antropóloga el dinero necesario para costear nada esto como a ella le gustaría, siendo las reformas carísimas? A estas personas les diría que la Diócesis de Santander se encuentra en soledad y con medios limitados para acometer una gran parte de este trabajo desagradecido, al parecer, y que muchas veces son los propios vecinos los que se tienen que hacer cargo de su propio patrimonio religioso. Tal es el caso del templo del siglo XVI en Matienzo, Valle de Ruesga, que los propios lugareños rehabilitaron con sus propios medios. Y no se espera mucha ayuda de la Administración para muchas de estas reformas necesarias.
Comentamos este hecho con unos proveedores de hormigón en Cantabria para todo tipo de reformas y nos dicen que el material, desde luego, servirá para sostener ese pórtico y el edificio entero por muchísimo tiempo por venir, aunque no quieren entrar en la polémica de por sí.
Definitivamente, a nosotros, como proveedores de hormigón que somos, nos parece una discusión de pareceres entre los afectados, que básicamente son la Diócesis y las autoridades competentes en materia de Patrimonio, así como la gente de la zona que siente ese edificio como suyo y que tendrán sus opiniones al respecto. En cualquier caso, parece obvio que se podría haber elegido otro diseño que pegue más con un edificio histórico de piedra y madera, pero al final del día habría que contemplar también todas las variables del asunto. Porque a veces no es tan fácil dejar una reforma al 100% como nos gustaría. Por ejemplo, sería interesante conocer el presupuesto disponible para esta reparación, ya que el hormigón es más barato y eficaz que otras alternativas. Por otro lado, decir que se puede también “maquillar” esta intervención de tal manera que no se vea tanto el hormigón, que en este caso concreto desentona con el resto de la fachada. Inclusive existen profesionales capaces de trabajar el propio cemento de tal forma que imite otros materiales más estéticos, como la piedra. En cualquier caso, la estabilidad que va a aportar esa estructura de hormigón es un punto a tener en cuenta. Y no son pocos los edificios históricos que han sido apuntalados con refuerzos de hormigón en Cantabria, capaces de sostenerlos, aunque sólo sea de manera provisional.
El reciente derrumbe de la iglesia de Santander cuyo tejado se desplomó
Esta iglesia barroca de Luena, construida en el siglo XVII, alberga dos retablos del siglo XVIII y cuenta con una decoración en la portalada que incluye estelas y una venera, además de una inscripción de 1754 con el apellido Villegas. Fotografías antiguas, compartidas en grupos de Facebook como «Cantabria y Santander en el recuerdo», muestran que en otras épocas el templo no tuvo pórtico o que, de haberlo tenido, su diseño sería más acorde con la arquitectura original. Según constató González Vázquez, no sólo se añadió este nuevo pórtico de hormigón, sino que se reemplazaron las escaleras de acceso al campanario por unos escalones de hormigón, lo cual también ha generado polémica. Pero volvemos al punto inicial de la escasez de recursos de la Iglesia frente a la inmensidad del desafío de todo tipo que debe atender en forma de obra social, mantenimiento de templos y otros frentes que siempre son deficitarios. Y recordemos que casi todo eso se costea con el dinero de las colectas de los fieles, ya que la Administración es avara en cuestiones que no les dan el buscado lustre político a los que mandan. El caso del reciente derrumbe de la iglesia de Santander cuyo tejado se desplomó es un caso paradigmático de este manido debate.
Aquí tenemos otra iglesia que está enfrentando un deterioro significativo en su fachada, con desprendimientos del revestimiento, en Cantabria. Unas carencias constructivas y de conservación que amenazan la integridad del edificio y la seguridad de sus visitantes. Este tipo de desgaste en una iglesia, especialmente si es una construcción antigua y de valor patrimonial, suele deberse a la exposición prolongada a las inclemencias del tiempo, sumado a la falta de restauraciones periódicas. La humedad, característica del clima cántabro, puede contribuir al deterioro de la piedra, provocando que fragmentos de la fachada se suelten y caigan, aumentando el riesgo de accidentes.
Las autoridades locales y organismos de conservación deberían trabajar en conjunto con la Diócesis para desarrollar planes de restauración en estos casos, evaluando los materiales y técnicas más adecuados para preservar la estructura y el diseño originales de la iglesia. En el caso de Cantabria, el uso de técnicas especializadas es fundamental para asegurar que las reparaciones respeten el valor arquitectónico y estético del edificio.
Mientras se desarrollan estos proyectos de conservación, muchas veces se colocan andamios o redes de seguridad para proteger a los visitantes de posibles desprendimientos, evitando así el acceso a ciertas áreas del edificio. Además, la comunidad local juega un papel importante en la conservación de su patrimonio, aportando recursos o colaborando en iniciativas de sensibilización para proteger estas edificaciones, que son testimonio de la historia y cultura regional.