Tras un periodo de olvido bastante grande que no ha sido ni siquiera resuelto en el Franquismo, cuando se intentaron poner de moda periodos concretos de nuestra Historia, los godos vuelven a estar de moda en España. Un pueblo dinámico que marcó una impronta notoria en un periodo de siglos que van desde el declive del Imperio Romano a su continuación, con un estilo diferente, con pueblos bárbaros como los godos o los francos o los suevos entre otros.
Pienso estas cosas mientras recorro unas calles con unos nombres muy curiosos en la zona de San Isidro de Madrid calles que llevan nombres de reyes que hace tiempo están en sus tumbas. Leovigildo, Chinasvinto, Witiza o hasta el desventurado Amalarico tienen calle en esta zona tan peculiar de Madrid, que más parece un pueblo castellano cualquiera que la periferia de una gran ciudad. También por eso me parece un poco peculiar y absurdo que se dediquen nombres tan importantes a calles tan olvidadas y apartadas. Y todo cuando estos señores fueron grandes jefes de Estado de verdad y no como los actuales, que son cualquier cosa menos eso. Yo creo que un gran estadista como fue Leovigildo o su hermano Liuva y su hijo Recaredo merecen calles principales en muchas ciudades de España. Tampoco nos podemos olvidar de otro gran rey como fue Wamba, ejemplo de injusticia con un gran estadista que lo dio todo por la patria y cuyos desafueros siguen pendientes a día de hoy después de que el pueblo de Pampliega reiniciase un proceso de siglos para recuperar el cadáver de tan gran rey godo.
Los reyes godos de España: grandes estadistas con poco reconocimiento
Sin la actuación de algunos de estos grandes reyes godos, la unidad de España y su estabilidad hubieran quedado comprometidas mucho antes de la definitiva pérdida de nuestro país con la invasión de Tarik en 711. Por el contrario, otros malos godos y, en general, españoles de esa época (recordemos que los godos eran una minoría en España y en Italia), recurrieron incluso al apoyo de potencias extranjeras para apoyar sus intereses políticos y causaron guerras civiles y hasta desastrosas invasiones como las de los bizantinos, los vascos, los francos y, finalmente, la última y más mortal de todas: la de Tarik y sus tropas musulmanas en 711.
Chindasvinto, un monarca brutal que dio un golpe de Estado y se dedicó a cortar cabezas
Los godos tuvieron reyes buenísimos, como Leovigildo o Recaredo entre otros, y también santos poetas como Sisebuto. Otros, en cambio, se pasaron de largo y fueron demasiado bestias a la hora de mantener el orden y la paz a cualquier precio. El ejemplo más notorio será seguramente Chindasvinto, un monarca brutal que apenas tomó el poder en un golpe de Estado de libro se dedicó a cortar cabezas como si no hubiera un mañana. Cientos de nobles godos fueron ejecutados para evitar que pudieran rebelarse en el futuro contra un rey que había tomado el poder por la fuerza y en medio. Unos doscientos altos nobles y otros 500 de categoría más inferior. Y miles de otros opositores suyos tuvieron que cruzar la frontera para no perder la vida después de haber sido desposeídos de sus bienes. Sin embargo, curiosamente, este golpista que no toleraba golpes contra él respetó la vida de Tulga y se limitó a humillarlo públicamente por bello y obligándole a profesar en un monasterio.
El más grande de los reyes godos, Leovigildo, no necesitó de un golpe por la fuerza para imponerse sobre una facción contraria o derribar al anterior trono. Parece ser que él y su hermano, que eran poderosos jerarcas de la amenazadísima provincia goda en la Galia, Septimania, llegaron a la asamblea de sucesión al trono con propuestas de paz y concordia entre los nobles. Y el largo periodo de paz y prosperidad y victorias militares que aseguraron la estabilidad y la tranquilidad como nunca antes en la España de los godos, llevando la destrucción a los enemigos del reino y la anexión por la fuerza de sus territorios, avalan esa propuesta inicial que cumplieron perfectamente. Una familia de estadistas valientes y comprometidos con el futuro de nuestra patria que no dejaron de combatir a los numerosos enemigos de España, tanto internos como externos.
El duque Claudio de Lusitania mató a más de cinco mil francos en la Galia
La lista de enemigos del reino era larguísima y muy complicada y la nación española de los godos se encontraba en un momento límite de su existencia. Tal vez por eso se decidió entregar el poder supremo a unos experimentados defensores que habían luchado contra los franceses durante años con gran éxito y que luego los derrotarían definitivamente en victorias rotundas. En una de ellas, el duque Claudio de Lusitania mató a más de cinco mil francos en la Galia. Un éxito militar sangriento que fue celebradísimo por San Isidoro de Sevilla: nunca un triunfo de los godos fue superior a éste, ni siquiera igual.
Los francos franceses eran el enemigo número uno del reino hasta que llegaron los magrebíes de Tarik y se quedaron 800 años en España. Sin embargo, su capacidad de destrucción era limitada debido a la eficaz barrera fortificada que suponían las ciudades amuralladas del sur de la Galia que estaban todavía en poder de los godos: Nimes, Arlés o Carcasona entre otras.
Sin embargo, los godos tuvieron que sufrir invasiones tan surrealistas como la de los griegos de Bizancio, que a puntos tuvieron de recuperar el imperio romano occidental mediante la invasión de España o Italia para empezar. Y estuvieron por aquí mucho tiempo, siendo expulsado paulatinamente en campañas que lideraban los reyes godos más eficaces. Y no todos los reyes godos eran terribles, como el sangriento Chindasvinto, sino que el rey Sisebuto era un poeta y un cristiano ejemplar al que horrorizaba el derramamiento de sangre. De hecho, los derrotados bizantinos le propusieron en una ocasión firmar la paz cuanto antes para evitar más sangre y sangre católica, por añadidura, logrando conmover a este otro gran rey.
También hubo una primera invasión de musulmanes en la Península Ibérica, al parecer, antes de la que tuvo éxito definitivo, pero se tiene poca información de este hecho. Lo que sí es notorio es que muchas de estas grandes invasiones necesitaron del apoyo y la logística de facciones de españoles descontentos.
Los enemigos españoles de los godos eran también muy numerosos
Por otro lado, los enemigos españoles de los godos eran también muy numerosos y estaban encabezados por los suevos de Galicia. El único reino verdaderamente organizado en la Península Ibérica que podía intentar resistir el crecimiento de la Nación goda, pero que fue arrasado y anexionado por Leovigildo, siglo y medio después de la caída del Imperio Romano. Un rey que también sometió indefinidamente a los cántabros, cosa que los romanos no habían podido lograr primero sino a costa de colosales guerras, siendo también vencedor contra astures y vascos.
Los vascos de aquel tiempo eran en verdad vascones en plena mezcla con otros pueblos de alrededor y que han dado lugar a lo que hoy es Vascongadas. Bandoleros que al igual que los cántabros o astures formaban grandes contingentes que estaban siempre esperando la oportunidad de descender por el riquísimo valle del Ebro y rapiñar lo que pudieran mientras sus primos cántabros o astures hacían lo propio en lo que ahora es la Tierra de Campos.
También en el sur había un foco de rebeliones muy importantes en la zona de Sierra Morena. En este caso, es curioso cómo se les denomina, rústicos, dejando claro que se trataba de una población de aldeanos que no contaban con apoyo de la nobleza ni de ninguna ciudad y que simplemente mezclaban el bandidaje con la autonomía política. Un fenómeno demasiado común en España cuyo declive definitivo viene dado por el éxito de la Guardia Civil en proporcionar paz y estabilidad e integrar el territorio nacional, incluso en las zonas más complicadas.
Un golpe de estado liderado por una mujer: la reina Goswinda
También los grandes reyes, Leovigildo y su hijo Recaredo, tuvieron que sufrir rebeliones, las cuales se castigaban con la muerte. La devastación que producía la Guerra Civil o la invasión de ejércitos enemigos, que eran invitados a violar las fronteras por la facción opositora al trono, tenía que ser castigada con penas tan ejemplares como la muerte, mientras que los rivales que resultaban destronados eran a menudo cegados o decalvados por la fuerza para meterlos en un monasterio. Leovigildo llegó a matar a su propio hijo Hermenegildo por rebelarse contra él por una causa tan importante como era la religión, ya que los godos eran por entonces mayoritariamente cristianos, herejes del arrianismo, en contraste con la mayoritaria de población católica. Para acabar con esa desunión, el hijo menor de Leovigildo se apresuró en convertir en bloque a la corte visigoda al catolicismo, razón por la cual tuvo que sufrir un golpe de estado liderado por una mujer: la reina Goswinda, que contaba con importantes contactos en la iglesia arriana y en la nobleza. Los líderes de esta rebelión fueron ejecutados o forzados al entierro, como es el caso del obispo Masona, que acabaría siendo mártir del arrianismo en el norte de África.
De la reina Gowinda se dice que entregó la vida por aquel tiempo, lo que en la práctica significaría que la ejecutarían a ella también. Pero el plato gordo de la venganza justiciera del rey Recaredo se lo llevó un cortesano que fue cegado, decalvado y apaleado y paseado en burra a continuación, por las calles de Toledo, antes de ser ajusticiado. Sobre la cabeza llevaba una raspa de pescado a modo de corona próxima y colgado del cuello un cartel en el que se podía leer que los siervos no deberían rebelarse contra sus amos.
En la política del reino godo de Toledo también hubo mujeres godas importantes
En la política del reino godo de Toledo también hubo mujeres godas importantes. Ya hemos mencionado aquí cómo la reina Goswinda fue un auténtico pilar en el reinado de su reunificador marido y también el último baluarte del núcleo hereje arriano en la corte visigoda. La reina era un verdadero peso pesado en la política europea también por sus relaciones familiares con los distintos reinos francos. Tuvo la desgracia de que una de sus hijas fue asesinada por un matrimonio de estos reyes, que tanto rivalizaban con España, pero conservaba nietos de esos matrimonios ultra pirenaicos y estaba decidida a utilizarlos para hacer sus tejemanejes políticos.
Esta mujer no se andaba con chiquitas a la hora de defender la vigencia de la herejía arriana en la corte y cuando el heredero de su marido, su hijastro Hermenegildo, como se hacía en esta época para mantener la paz, se casó con la adolescente hija del rey de Francia, Gontran, que era también su nieta, trató desde el principio de someter a su nuera-nieta por las malas para que se hiciera arriana ella también. Sin embargo, se llevó una sorpresa cuando vio que su casi infantil nieta se negaba en redondo a someterse a sus coacciones y hacerse hereje arriana. Y la niña no estaba sola en ese propósito. Resulta que algunos de los propios obispos católicos del reino godo la animaron a mantenerse fuerte y no beber la copa del veneno arriano. Una situación que llegó a oídos del rey por sus espías, situados en todas partes. Como castigo a su rebeldía, esta princesa francesa llamada Ingundis fue obligada por su suegra a permanecer en un estanque con peces entre otras faenas.
Los empeños de la reina de someter a su nieta y nuera no eran caprichosos. Fue esta joven Ingundis quien convenció a su hijastro Hermenegildo de que abrazase la doctrina católica y abandonase la herejía tradicional de los godos de toda la vida, el arrianismo, que ya sólo ellos practicaban. Esto provocó que Hermenegildo se alzase en armas contra su propio padre, que lo derrotó al igual que hacía con otros enemigos menos directos e internos que su propio hijo. Sin embargo, esa guerra civil uso de manifiesto que una minoría absolutísima de arrianos no podía seguir gobernando a una mayoría cada vez más absoluta de católicos. Los propios suevos que entraron con los godos en España se habían convertido hacía tiempo al catolicismo. Y el martirio de San Hermenegildo y su esposa no impidieron al hermano de éste, Recaredo, para abandonar la doctrina de su padre y sus antepasados y convertir la Iglesia Católica en la oficial del Estado godo español.
Chindasvinto entregó no sólo las tierras de sus enemigos a sus partidarios sino también sus propias familias y a sus mujeres para empezar. La misma práctica emplearon los caudillos musulmanes cuando penetraron en España: desposar a las viudas de los godos a los que habían matado o expulsado del país. Está demostraba la importancia que tenían las mujeres como sostén de las dinastías y de las casas nobles.
San Isidoro de León se manifestaba el fan número uno del herético rey Leovigildo
Esta historia también es curiosa porque pone de manifiesto las contradicciones que a veces tienen hasta los sabios, pues el católico y erudito obispo San Isidoro de León se manifestaba el fan número uno del herético rey Leovigildo. El líder que tanto estaban esperando pero que sin embargo se negaba a aceptar la realidad o fuga de que España era católica y bien católica. Los godos se empeñaron en vivir en su burbuja autista hereje igual que se obstinaron también en mantener su monarquía electiva entre magnates, que acababa demasiadas veces en el magnicidio y el golpe de estado con guerra civil por el medio. Lógicamente no era un sistema que funcionase y lo tenían así de claro, pero tardaron demasiado tiempo en aceptar el catolicismo como religión del Estado y mucho más en darse cuenta de que su falta de estabilidad interna les hacía presa fácil de cualquier invasor. Y eso que habían tenido experiencias tan desagradables como las múltiples invasiones de cualquier pueblo del norte de España, empezando por los vascos, o las anexiones más brutales por parte de bizantinos y las depredaciones de los francos.
Un cordobés llamado Opila que fue atacado por los vascones
Definitivamente, no fue la poca eficacia militar lo que condujo a los visigodos a su fracaso final, tan sonado que ha sido denominado de toda la vida como la pérdida de España. Fueron sus propias rencillas internas que un sistema monárquico ineficaz convertían en guerras civiles prácticamente en cada generación. Las Fuerzas Armadas visigodas eran muy eficaces para defender sus posesiones e incluso atacar a sus enemigos y lo demostraron derrotando incluso a las invencibles legiones romanas, como luego fueron capaces también de mantener a raya a todo tipo de imperios y pueblos salvajes que trataron de comerles el terreno.
Cuando se producía una emergencia de tipo militar, el rey acudía cuando era necesario a apoyar a los condes y duques y ciudades, que organizadamente se preparaban para la defensa automática frente a tales enemigos. En muchas ocasiones tuvo que actuar la gente civil, como pasaba en Zaragoza cuando atacaban los vascones, hasta el punto de que el propio clero tenía que tomar las armas y se esto provocó que hubiera que tomar medidas al respecto de que no pudieran consagrar cuando hubieran derramado sangre con esas manos. Y no importaba que fuera de los paganos vascones. Los visigodos continuaron manteniendo su fuerza militar de toda la vida, que se basaba en la concentración de clanes de godos de toda la vida que se se agrupaban en torno a sus líderes nobles en un sistema feudal. Esta gente étnicamente goda constituía el núcleo duro de ese ejército, que era además reforzado con población autóctona puramente hispanorromana. Unas fuerzas que ayudaban a sus superiores étnicos, seguramente en tareas auxiliares como la logística, tal y como demuestra el caso de un cordobés llamado Opila que fue atacado por los vascones cuando transportaba un cargamento de flechas.
Otro gran enemigo capaz de hacerles frente al campo abierto eran los francos
No había muchos ejércitos en Europa con la capacidad militar de los godos. Los visigodos españoles podían desplegar una gran cantidad de guerreros bastante profesionales y con gran experiencia en conflictos fronterizos y asuntos internos entre godos o contra hispanos romanos. El hecho de que consiguieran mantener unido y defendido su imperio durante tanto tiempo es una prueba irrefutable de su gran eficacia militar, aunque el problema mayor venía cuando se tenían que enfrentar contra ellos mismos en qué guerra civil es que arrasaban el reino completamente.
Otro gran enemigo capaz de hacerles frente al campo abierto eran los francos. De un origen germánico y nómada como los godos, también enemigos y aliados tradicionales de los romanos, acumulaban una experiencia generacional guerrera muy eficaz. Y mantenían también esa fuerza tribal que les provenía de ser una minoría militarizada que tenían que defenderse frente a un mundo hostil como si fueran todos primos. La derrota de los visigodos contra los francos en Vouille demuestra que los germanos podían ser derrotados por los germanos en cualquier época, pero no por muchos otros pueblos. Incluso la gran derrota de Guadalete, que supuestamente destruye al ejército real visigodo frente a los norteafricanos, se dividió sobre todo a la traición de una parte importantísima de las fuerzas visigodas, que pertenecían al bando recién destronado de Vitiza.
Había otro peligro latente y otro enemigo declarado del poder godo, así como una fuente de sospechas constantes desde la visión de los cristianos: estamos hablando de la minoría judía, firmemente implantada en España por aquellos años. Los visigodos reanudaron la política romana de mantener bajo control a una etnia que les había causado ya problemas a ellos primero. Hasta qué extremo se excedieron en su represión de esta etnia es un motivo de debate todavía hoy y hasta hay quien especula con que los judíos abrieron las puertas de las ciudades para que las pudieran tomar los norteafricanos de Tarik. Es curioso ver cómo el cruel Chindasvinto relajó un poco esta política de represión contra los judíos, pero su hijo la retomó a continuación, perdonando en cambio a los enemigos internos del régimen a los que su padre había perseguido y expulsado del país. La tendencia general del Reino Visigodo, según se iban arreglando los problemas militares y políticos y se iban consolidando como nación, con el paso de las generaciones, era incrementar cada vez más la persecución legal contra los judíos. Qué razones tenían para semejante política es un motivo de controversia aún hoy en día.
La Fiesta Goda de Pampliega con uno de los más importantes DJ en CyL
Pedro Miguel, concejal de festejos y teniente de alcalde de Pampliega, Burgos, nos ha explicado un poco sobre la Fiesta Goda de Pampliega. Este evento rinde homenaje a uno de los vecinos más ilustres que ha tenido esta localidad burgalesa y a uno de los grandes reyes del periodo visigodo, cuyo cadáver es todavía hoy motivo de disputas con la imperial ciudad de Toledo. Un evento en el que uno de los más conocidos DJ de Castilla y León, DJ Cheda, ha participado como parte importante de la animación y un convencido vecino más en esta causa del retorno del rey Wamba.
Para nosotros, el periodo godo es fundamental como pueblo, ya que todo aquí está vinculado a un gran rey que falleció entre nosotros hace muchas generaciones, Wamba, cuya presencia en Pampliega se siente como la de un vecino más. Este rey, con la relevancia de un jefe de Estado, fue nada menos que el notorio Wamba. Pero no es solo Wamba quien marca nuestra historia. El rey Chindasvinto también fue coronado en Pampliega, aunque su ascenso al trono no fue tan pacífico como el de Wamba. Chindasvinto llegó al poder de manera brutal, ordenando la ejecución de numerosos nobles que representaban una amenaza para él. En muchos aspectos, se le podría comparar con un Stalin godo debido a las purgas que llevó a cabo. Por esta razón, preferimos conmemorar la muerte de Wamba, quien fue un rey más justo y bondadoso, y que además vivió entre nosotros durante algún tiempo. En realidad, Wamba nunca quiso ser enterrado en Toledo. Está allí por la voluntad de reyes posteriores que decidieron trasladarlo a la entonces capital de España. Sin embargo, es probable que Wamba no guardara una buena impresión de su propia capital. Toledo, donde él quiso coronarse de forma solemne y tradicional, también fue el escenario de una intriga palaciega en la que fue narcotizado y engañado para ser ingresado apresuradamente en un convento. Esta fue la manera más rápida y eficaz de llevar a cabo un golpe de Estado sin demasiados riesgos, ya que Wamba gozaba de buena reputación entre su pueblo y no parecía prudente eliminarlo como se hizo con muchos de sus predecesores. Algunos de ellos terminaron cegados.
Pampliega: un pueblo épico con mucha importancia para la corte de los godos
DJ Cheda, un referente en la organización de fiestas de pueblos en Castilla y León, ha abrazado esta causa del bello pueblo de Pampliega y se manifiesta un vecino más en estas reivindicaciones.
Creo que es importante apoyar nuestro patrimonio cultural y no sólo ver lo que ponen en Netflix. Aquí tenemos un pueblo que está comprometido con una causa justa: les robaron los restos enterrados aquí de un gran rey, Wamba, que había sido acogido en este lugar cuando en la corte fue destronado y expulsado de Toledo. ¿Qué sentido tiene que tenga que estar enterrado en la capital que tan malos recuerdos le debió producir en sus últimos años, donde fue seguramente drogado antes de sufrir una rapada bochornosa que le humillaba públicamente y le hacía incapaz de seguir reinando y liderando?
El rey Chindasvinto también se coronó en este pueblo de Pampliega. Como mencionamos antes, fue un rey anterior a Wamba, un noble de edad avanzada que intentó estabilizar su dinastía mediante el terror y la confiscación de bienes entre la nobleza goda. Ordenó ejecuciones masivas de nobles godos, apropiándose de sus tierras y bienes, y tomó a sus hijas y esposas para repartirlas en matrimonios pactados con sus partidarios más fieles. Su objetivo era establecer una dinastía multimillonaria que dominara todas las esferas del Estado, eliminando cualquier competencia, como luego ocurriría con las monarquías absolutistas o con la propia URSS. Su reinado de terror y tiranía buscaba evitar revueltas internas entre facciones godas, uniendo a todos bajo su mando y el de sus descendientes. Sin embargo, este plan no tuvo éxito. Ya en vida de su hijo se evidenció su fracaso, y tras su muerte fue elegido como rey otro noble, Wamba. Los nobles godos estaban acostumbrados a elegir a sus reyes y no iban a abandonar esta antigua costumbre germánica por los deseos de Chindasvinto.
La conclusión de todo esto es que los visigodos fueron derrotados por ellos mismos, ya que prefirieron morir separados a vivir juntos y ceder entre todos un poco.