El paisaje de la playa de Brazomar, en Castro Urdiales, ha cambiado drásticamente en los últimos días con la demolición del histórico Hotel Miramar. Este emblemático edificio, que durante décadas formó parte del panorama costero de la localidad cántabra, ha sido finalmente derribado tras años de disputas legales y conflictos urbanísticos. Hoy comentamos con una empresa de derribos en Cantabria el caso del Hotel Miramar.
Un edificio en la arena: así se podría titular la historia del Miramar. El Hotel Miramar no sólo era una construcción singular, sino que su propia ubicación lo convertía en un caso llamativo dentro del complejo y polémico urbanismo español. Levantado sobre la misma arena de la playa de Brazomar, más de la mitad de su superficie —542 de los 875 metros cuadrados totales— ocupaba terreno de dominio público marítimo-terrestre.
Comentamos este caso con una empresa de derribos en Cantabria
Sus orígenes se remontan a la década de 1940, cuando fue construido como un balneario con un diseño racionalista. Durante esos años, el edificio sirvió como un punto de encuentro para los habitantes y visitantes de la villa marinera. En 1945, la instalación fue convertida en hotel, manteniendo su función turística durante décadas. En 1960, la familia Alonso adquirió la propiedad y continuó con su explotación.
A pesar de su popularidad, el Hotel Miramar se encontraba en una situación irregular. Aunque en su momento el Ayuntamiento de Castro Urdiales obtuvo una concesión para su uso como balneario, con el paso de los años el edificio se convirtió en un establecimiento hotelero sin la debida autorización, lo que desencadenó problemas legales con la administración.
La batalla legal y el deterioro del edificio
Según Carlos Osma, de una empresa de derribos en Cantabria, el principal problema es muchas veces esperar a que algo cambie sin conseguir ningún resultado.
En 2008, el Ministerio de Medio Ambiente declaró caducada la concesión del Hotel Miramar, al considerar que su uso no se ajustaba a la finalidad original de balneario. Dos años más tarde, se aprobó el proyecto de demolición del inmueble, aunque el proceso se prolongó debido a la batalla judicial emprendida por los propietarios. Durante estos años, el deterioro del edificio se hizo cada vez más evidente. Apuntalado en algunos sectores para evitar riesgos, el Miramar sufría los embates del mar cada temporada. Con las mareas vivas, el oleaje alcanzaba su estructura, causando daños en los ventanales y otras partes del inmueble.
Los dueños del hotel intentaron frenar el derribo por varias vías. En 2013, la reforma de la Ley de Costas les hizo albergar esperanzas de que podrían conservar la propiedad. Sin embargo, la Audiencia Nacional confirmó el proyecto de demolición y, ese mismo año, el hotel cerró definitivamente sus puertas al público. Seis años después, en 2019, el Tribunal Supremo ratificó la decisión y el derribo quedó oficialmente autorizado.
En un último intento por salvar el edificio, se propuso restaurarlo como balneario, una idea respaldada por el Ayuntamiento de Castro Urdiales. No obstante, la falta de apoyo financiero y los costos estimados de rehabilitación, que oscilaban entre 1,5 y 2 millones de euros, hicieron inviable esta alternativa.
El más famoso derribo en Castro Urdiales: restauración del litoral y recuperación ambiental
Con todas las instancias agotadas, la Dirección General de Sostenibilidad de la Costa y del Mar asumió la ejecución del derribo, adjudicándolo a la empresa pública TRAGSA. El presupuesto total ascendió a 331.754 euros, incluyendo una indemnización de 1.068.000 euros para los propietarios.
Las obras de demolición comenzaron en octubre de 2019, pero se retrasaron al descubrirse la presencia de amianto en la estructura, lo que obligó a realizar un procedimiento de retirada segura de este material peligroso. Finalmente, en febrero de 2020, las excavadoras derrumbaron el edificio en una operación que duró cuatro días.
Según esta empresa de derribos en Cantabria, el principal problema suele ser la permanencia de los cimientos de hormigón de las edificaciones.
El derribo del Hotel Miramar ha generado opiniones divididas entre los habitantes de Castro Urdiales. Para algunos vecinos, la demolición significa la pérdida de un lugar cargado de recuerdos personales, ya que el hotel fue escenario de bodas, comuniones y encuentros sociales a lo largo de los años. Para otros, la eliminación de esta construcción ilegal supone un paso adelante en la recuperación del entorno natural y el cumplimiento de la normativa costera. Algunas voces han sugerido que los cimientos del hotel podrían aprovecharse para construir un mirador, pero el proyecto aprobado por Costas prevé la restauración completa de la playa a su estado original y la conexión del paseo marítimo con la zona recuperada.
Un reflejo de los desafíos urbanísticos en España
La demolición del Hotel Miramar es un ejemplo de los conflictos urbanísticos que han marcado muchas zonas costeras en España. Castro Urdiales, en particular, ha sido escenario de múltiples polémicas relacionadas con la planificación urbanística, lo que le ha valido el apelativo de “La Marbella del norte”. El caso del Miramar pone de manifiesto la importancia de respetar las normativas medioambientales y de garantizar que el desarrollo urbanístico se lleve a cabo de forma sostenible. Además, plantea un desafío para las administraciones, que deben encontrar un equilibrio entre la conservación del patrimonio histórico y el cumplimiento de la legalidad vigente.
Con el hotel reducido a escombros y la playa en proceso de recuperación, Castro Urdiales inicia una nueva etapa en la que el litoral podrá recuperar su aspecto original. Mientras tanto, el debate sobre el equilibrio entre urbanismo, turismo y sostenibilidad continúa abierto en muchas otras localidades costeras de España.