La cantidad de inscripciones que mencionan a cántabros alistados en unidades legionarias romanas es bastante limitada, aunque sabemos por las crónicas de la época que en realidad fueron bastante abundantes. El geógrafo Estrabón ya señalaba que los cántabros ofrecían contingentes militares a Roma, actuando como tropas auxiliares dentro de las legiones, pero también pasó a continuación que verdaderos ciudadanos romanos de Cantabria sirvieron en las legiones oficiales de Roma. La estela a la que nos referimos ahora recuerda a un soldado cántabro que sirvió en la Legio VIIII Hispana hacia finales del siglo I d.C. Una unidad militar de origen español que décadas después desaparecería de los anales de la Historia sin que hasta hoy se tenga ninguna pista de lo que pudo pasar con ella.
Quien escribe, Miguel de Cervera, se ofrece para acompañar a grupos en excursiones culturales por Cantabria.

La historia de un soldado cántabro que militó en una legión que desapareció misteriosamente
Comentamos la estela funeraria romana de Castrecías (Las Loras). La inscripción, que ha sido mutilada y retallada para otorgarle su actual forma circular, fue encontrada en 1968 durante unas prospecciones en el término de Socastillo, cercano a Castrecías. El texto está escrito en la piedra en letras capitales cuadradas, realizadas con incisión profunda, ductus firme y alturas de entre 4 y 5 cm.

[Ae]lio El(anio) Ael(ii?)/[Fi]li(o?) Militi An(norum) XXV /[Legi]oni(s) Nonae/[Hispa]nae Aeroru(m)/[VII su]a Mater F(aciendum) C(uravit).
Traducción: A Aelio Elanio, hijo de Aelio (?), soldado de 25 años de edad, de la Legio IX Hispana de 7(?) años de servicio, su madre se preocupó de erigir este monumento.
La mayoría de bajas en las legiones romanas se producían por enfermedades comunes de la época
En la inscripción se indica que Elaesus murió a los 25 años, probablemente tras siete años de servicio, dado que era habitual iniciar la carrera militar a los 18. Es posible que su muerte fuera en combate, aunque sabemos a ciencia cierta por informes de ese tiempo que la mayoría de bajas en las legiones romanas se producían por enfermedades comunes de la época. Tanto el nombre de Elaesus (que podría ser un apodo o el nombre de su padre) como el lugar donde apareció la lápida confirman su procedencia cántabra y sugieren que fue reclutado tras la etapa de Augusto. Este antropónimo también se ha registrado entre comunidades vecinas como los astures y turmódigos.
La Legión Hispana IX desapareció sin dejar rastro de la Historia
Se sabe que la Legio VIIII operó en Britannia en el año 70 y que entre los años 71 y 74 participó en misiones para consolidar el dominio romano. Posteriormente, un destacamento de esta legión se trasladó a Germania. No podemos afirmar con certeza si Elaesus llegó a servir en estos frentes del norte de Europa, aunque cabe la posibilidad de que así fuera. Mucho más tarde, en tiempos del emperador Adriano, de origen español él también, la Legión Hispana IX desapareció sin dejar rastro de la Historia y sin que nadie explicase nunca lo que pasó con ella. Es uno de los grandes misterios militares de todos los tiempos.
Texto y foto de la Fundación Eugenio Fontaneda. Ampudia, Palencia.

El enigma de la Legio IX Hispana: la legión romana que se desvaneció sin dejar rastro
Pocas unidades del ejército romano han generado tanta fascinación y misterio como la IX Hispana, una legión cuya desaparición sigue siendo uno de los grandes enigmas de la Antigüedad. A diferencia de otras formaciones de Roma, de la IX no se conserva constancia escrita tras su estancia en Britannia, donde algunos creen que fue completamente destruida por tribus locales.
Las legiones romanas, formaciones disciplinadas y temibles, fueron la base de la expansión imperial. Armados con el gladius y el pilum, los legionarios conquistaron y defendieron fronteras durante siglos. Entre todas ellas, la IX Hispana —cuyo nombre hace referencia a su relación con Hispania— ha alimentado la imaginación de escritores y cineastas. De hecho, su leyenda se ha llevado al cine en varias ocasiones, como en Centurión o La legión del águila, donde se narran posibles finales heroicos para sus soldados.
Su sobrenombre «Hispana» podría deberse a campañas en la Península Ibérica
Los orígenes de la IX Hispana son algo difusos. Algunos historiadores la sitúan ya activa en tiempos de Julio César o poco después, cuando Octavio (el futuro Augusto) reestructuró el ejército romano. Su sobrenombre «Hispana» podría deberse a campañas en la Península Ibérica o a la incorporación de reclutas hispanos, como el cántabro del que acabamos de hablar.

Su momento más misterioso llega durante la conquista de Britannia, iniciada en el año 43 d.C. junto a otras legiones como la II Augusta y la XX Valeria Victrix. Allí, en las brumosas tierras britanas, comienza la leyenda negra de la IX. Tras aparecer en inscripciones oficiales hasta principios del siglo II, su rastro se esfuma. Según la teoría más popular —extendida por novelas y películas— la IX Hispana habría sido aniquilada alrededor del año 117 d.C. enfrentándose a las tribus del norte, tal vez los caledonios. La llegada de la Legio VI Victrix para ocupar su puesto parece apuntalar esta idea.
El Imperio evitaba registrar derrotas traumáticas que empañasen su imagen
No obstante, esta versión heroica es cuestionada por parte de la historiografía. Algunos autores apuntan a un posible final en Judea, durante la revuelta judía bajo Adriano, o incluso en Armenia, enfrentándose a los partos hacia 161 d.C. Otros plantean que la legión pudo ser disuelta de forma silenciosa por un acto de deshonra o por una derrota humillante, algo que Roma prefería borrar de la memoria oficial. No sería la única vez: el Imperio evitaba registrar derrotas traumáticas que pudieran empañar su imagen de invencibilidad.
Del campo de batalla y el misterio, esta auténtica legión perdida a la gran pantalla. Aunque la investigación académica trata de separar mito y realidad, la desaparición de la IX Hispana se ha convertido en un filón para la ficción. La novela El águila de la IX legión de Rosemary Sutcliff popularizó la idea de que la unidad perdió su estandarte —un águila legionaria— durante su destrucción, un símbolo que un joven protagonista se atreve a recuperar. Aunque la arqueología desmonta la veracidad de esa reliquia, el relato ya forma parte de la cultura popular gracias a su adaptación cinematográfica.
La desaparición de la IX Hispana sigue sin resolverse
El profesor Juan José Palao, experto en historia militar romana, destaca que la imagen del legionario en el cine suele ser imprecisa. Las películas recrean uniformes y combates con cierto rigor, pero sacrifican exactitud histórica para mantener la emoción narrativa. Así, aunque títulos como Centurión o Gladiator presentan escenas espectaculares, la realidad de la vida militar romana era mucho más compleja.
Hoy, la desaparición de la IX Hispana sigue sin resolverse. Quizá cayó aniquilada en una emboscada, o se disolvió sin gloria tras un motín o una derrota. Sea como fuere, su final alimenta una leyenda que sigue viva siglos después: la historia de una legión romana que, pese a todo, se niega a morir en la memoria.

Los mercenarios cántabros siguen existiendo a día de hoy
Que nadie se moleste por esto. Mercenarios eran nuestros antepasados y siempre ha habido soldados cántabros luchando en cualquier parte. Mercenario es un profesional de las armas al que le gusta luchar y se dedica a eso como oficio, lógicamente a cambio de dinero, aunque esto no quiere decir que no puedan tener ideales propios.
La familia de Miguel Ortiz, un soldado cántabro de 43 años desaparecido en Ucrania desde noviembre de 2023, ha decidido darlo por muerto y celebrar un funeral en su honor, poniendo así fin a meses de angustiosa espera e incertidumbre. La ceremonia tendrá lugar el próximo viernes 27 de septiembre, a las 17:30 horas, en la iglesia de San Miguel de Meruelo, la localidad donde residía junto a su esposa y sus dos hijos, de 14 y 19 años. Para sus allegados, esta despedida representa un acto de cierre ante la imposibilidad de recuperar el cuerpo y la falta de una confirmación oficial sobre su fallecimiento.

En los rasgos faciales montañeses de este soldado trasmerano, curtido en una unidad de élite de montaña, se puede comprobar que realmente procede de nuestra región.
Miguel Ortiz, natural de Anero (Ribamontán al Monte), contaba con una larga trayectoria militar. Durante 18 años sirvió en el 64 Regimiento de Cazadores de Montaña del Ejército español, con destino en los cuarteles de Munguía (Vizcaya) y Jaca (Huesca). Participó en diversas misiones internacionales, incluyendo despliegues en Afganistán y Malí. En otoño de 2023, motivado por su vocación militar y su deseo de apoyar a Ucrania frente a la invasión rusa, decidió alistarse como voluntario en la Legión Internacional, la brigada de combatientes extranjeros que lucha junto al Ejército ucraniano.
Miguel había “caído” tras resultar herido de gravedad en un ataque ruso con drones
Según relatan familiares y compañeros de armas, la última comunicación directa de Miguel Ortiz con su familia se produjo el 22 de noviembre de 2023. En aquel mensaje, un vídeo enviado a sus allegados, el soldado informaba de que había sido asignado a una misión de rescate de compañeros desaparecidos y posiblemente heridos en combate. Dicha operación se desarrolló en el frente de Andriivka, en la provincia de Donetsk, una de las zonas más castigadas por la ofensiva rusa y los intensos combates de artillería y ataques con drones.
Tras esa última conexión, el silencio se convirtió en la única respuesta. Días después, un compañero de batallón se puso en contacto con la familia para comunicarles que Miguel había “caído” tras resultar herido de gravedad en un ataque ruso con drones. Esa misma noche, la Embajada española contactó con su esposa para informarle oficialmente de que Ortiz estaba “desaparecido en combate”, sin poder aportar más datos sobre su paradero o la localización de su cuerpo.
La posibilidad de que Miguel hubiera sido tomado como prisionero de guerra
Desde entonces, la familia emprendió todo tipo de gestiones para esclarecer lo sucedido y lograr la repatriación de sus restos. Han insistido en que tanto el Ejército ucraniano como el Ministerio de Asuntos Exteriores español conocen con certeza la zona en la que perdió la vida, pero no han obtenido resultados. “Saben perfectamente dónde ha caído. Que hagan lo que tengan que hacer para recuperar el cuerpo, esté donde esté”. Esto reclamaba su hermana, Beatriz Ortiz, cuando ya habían transcurrido más de tres meses sin noticias ni avances significativos. Para la familia, la posibilidad de que Miguel hubiera sido tomado como prisionero de guerra quedó prácticamente descartada con el paso del tiempo, ya que, de haber estado vivo, confían en que habría logrado comunicarse de algún modo.
El Ministerio de Asuntos Exteriores confirmó en febrero que el soldado cántabro continuaba en paradero desconocido y que la desaparición se produjo durante una acción bélica en noviembre. Desde entonces, no se han difundido nuevas informaciones oficiales, lo que ha obligado a la familia a asumir la dolorosa realidad de que nunca podrán recibir una confirmación formal ni despedir sus restos como desearían.
Ortiz falleció mientras realizaba una arriesgada operación de rescate, atrapado en una emboscada rusa
Compañeros de batallón aseguran que Ortiz falleció mientras realizaba una arriesgada operación de rescate, atrapado en una emboscada rusa durante una ofensiva con drones. Sus allegados subrayan que Miguel era plenamente consciente del peligro que entrañaba su decisión de alistarse como voluntario, pero lo hizo por convicción y sentido del deber, motivado por su trayectoria militar y su compromiso con la defensa de la causa ucraniana. En redes sociales, la familia ha recibido incontables muestras de apoyo y afecto por parte de vecinos, amigos y antiguos compañeros de unidad, que destacan su valor y entrega.
Para la familia, la misa funeral que se celebrará en la parroquia de San Miguel de Meruelo es, en cierto modo, el único homenaje posible para honrar su memoria y compartir el duelo con la comunidad. Aunque lamentan profundamente no poder recuperar su cuerpo, consideran que la ceremonia es un paso necesario para cerrar un capítulo doloroso y rendir tributo a su sacrificio.
Los voluntarios extranjeros que se integran en la Legión Internacional ucraniana
El caso de Miguel Ortiz pone de relieve la complicada situación de los voluntarios extranjeros que se integran en la Legión Internacional ucraniana, especialmente cuando desaparecen en combate sin dejar rastro. La falta de confirmación oficial, la dificultad de acceder a zonas en conflicto y la burocracia internacional convierten estos casos en pesadillas interminables para familiares y allegados, que no encuentran respuestas claras ni certezas sobre el destino de sus seres queridos.
En última instancia, la familia de Miguel Ortiz sigue apelando a las autoridades ucranianas y españolas para que no cesen los esfuerzos de búsqueda y recuperación de su cuerpo. Mientras tanto, piden respeto y cariño para honrar su memoria y agradecen las muestras de solidaridad recibidas durante estos duros meses de incertidumbre. Su historia simboliza el coste humano, silencioso y desgarrador de una guerra que sigue dejando cicatrices muy lejos del campo de batalla.