¿Cuál es la mejor estrategia de un abogado para defender a sus clientes acusados de delitos de odio? Hablamos con Alberto Bedia, abogado especialista en delitos de odio en Santander, sobre estos temas tan discutidos y discutibles que tanto desasosiego están causando en la controversia entre la defensa de las minorías y la libertad de expresión.

Los delitos de odio representan una de las acusaciones más sensibles y complejas en el ámbito penal moderno. Estos polémicos nuevos delitos, que se caracterizan por estar motivados por presuntos prejuicios contra el origen étnico, la orientación sexual, la religión, la identidad de género, la discapacidad o cualquier otro rasgo protegido, a menudo buscan generar un fuerte rechazo social y una alta repercusión mediática. En este contexto, la defensa legal de una persona acusada de un delito de odio no sólo requiere conocimientos técnicos del Derecho penal, sino también habilidades estratégicas, psicológicas y comunicativas muy avanzadas. En muchos casos se diría que hay que demostrar la inocencia de los acusados, aunque parezca mentira, porque en realidad debería ser siempre al revés.
Abogado especialista en delitos de odio en Santander
Comentamos todo esto con un abogado especialista en delitos de odio en Santander. El abogado defensor tiene un papel crucial, no sólo para garantizar el derecho a la presunción de inocencia y el debido proceso, sino también para desentrañar los matices de un caso que, muchas veces, involucra interpretaciones subjetivas del lenguaje, el contexto o la intención. ¿Cuál es la mejor estrategia que un abogado puede adoptar para lograr la absolución o, al menos, una reducción sustancial de la pena de sus clientes acusados de delitos de odio?
Comprensión profunda del marco legal de los delitos de odio
Antes de diseñar cualquier estrategia, el abogado debe dominar el marco jurídico vigente sobre los delitos de odio en el país en cuestión. En el caso de España, por ejemplo, estos delitos están tipificados principalmente en el artículo 510 del Código Penal, que castiga la incitación al odio, hostilidad o violencia contra grupos o individuos por motivos discriminatorios.
El abogado debe identificar:
Los elementos objetivos del tipo penal: ¿qué acción se le atribuye al acusado del delito de odio?
Los elementos subjetivos: ¿hubo verdadera intención de incitar al odio o la violencia?
La relación entre el acto concreto y su contexto social.
Los agravantes o atenuantes aplicables. Por ejemplo, la reincidencia, el arrepentimiento, etc.

Dominar este marco legal es esencial no solo para diseñar una defensa sólida, sino para detectar posibles errores de tipificación, defectos procesales, o exceso de celo por parte de la acusación.
Evaluación exhaustiva del caso y la prueba
Una de las fases más importantes en la estrategia de defensa es la evaluación detallada de las pruebas aportadas por la Fiscalía y la acusación particular. En los delitos de odio, muchas veces la prueba principal es de carácter:
Lingüístico: declaraciones, publicaciones en redes sociales, discursos, mensajes privados.
Audiovisual: vídeos, grabaciones, transmisiones en vivo.
Testimonial: declaraciones de supuestas víctimas o testigos.

El abogado debe valorar si estas pruebas cumplen con los requisitos de veracidad, autenticidad, pertinencia y proporcionalidad. Por ejemplo, publicaciones sacadas de contexto o frases aisladas pueden no ser suficientes para justificar una condena. Es también necesario analizar si la actuación del acusado pudo estar protegida por otros derechos fundamentales, como la libertad de expresión (artículo 20 de la Constitución Española), sobre todo si se trata de opiniones, sátiras o manifestaciones dentro de un debate público.
Construcción de una narrativa alternativa
Una de las herramientas más poderosas del abogado defensor es la construcción de una narrativa alternativa que le permita al juez comprender el contexto de los hechos desde la perspectiva del acusado. Una que lógicamente aleje al detenido de cualquier consideración racista, homófoba o de odio en general. Esta narrativa debe ser:
Verosímil.
Coherente con las pruebas.
Libre de contradicciones.
Empática, sin caer en la justificación del odio.
Por ejemplo, si el acusado realizó una publicación en redes sociales considerada ofensiva hacia un colectivo, el abogado puede argumentar que se trató de una crítica política o una expresión hiperbólica sin intención real de incitar al odio. Además, es crucial humanizar al cliente ante el tribunal. Un acusado que demuestra arrepentimiento, que ha participado en actividades de reparación social o que proviene de un entorno sin antecedentes discriminatorios tiene mayores posibilidades de recibir una sentencia favorable o una reducción de pena.

Identificación de errores procesales
Muchos casos de delitos de odio pueden tener fallos procesales que, bien utilizados por la defensa, permiten lograr la nulidad parcial o total del procedimiento. Algunos errores comunes son éstos:
Intervención ilegal de comunicaciones.
Obtención ilícita de pruebas.
Vulneración de la cadena de custodia de materiales electrónicos.
Falta de motivación en el auto de imputación.
Exceso de plazo en la instrucción.
El abogado debe realizar un análisis técnico del procedimiento desde su inicio para identificar estos posibles errores. Una vulneración del derecho de defensa, por ejemplo, puede ser motivo de nulidad de actuaciones. Esto nos ha sucedido en un reciente caso en el que, con la excusa de la excepcionalidad del covid, se dedicaban a saltarse las normas más elementales a la hora de interrogar a los investigados. Y en ese mismo procedimiento hubo otro acusado cuyo abogado puso de manifiesto las dilaciones indebidas y estos otros fallos de forma que son tan importantes.
Utilización de peritos expertos

En muchos casos de delitos de odio, es fundamental recurrir a peritos en lingüística forense, psicología social o análisis del discurso. Estos expertos pueden ayudar a realizar ciertas labores importantes:
Determinar si una expresión realmente incita al odio o si ha sido malinterpretada.
Evaluar el estado psicológico del acusado.
Explicar el contexto cultural o social en el que se produjeron los hechos.
Por ejemplo, un perito lingüista puede demostrar que una frase considerada discriminatoria, en realidad, pertenece a una estructura idiomática común sin carga ofensiva real. Esta prueba puede ser determinante en un juicio, aunque parezca baladí. En este tipo de procedimientos tan abiertos, tan difíciles de manejar por su abierta interpretación, precisan de una gran capacidad de racionalizar y de ser muy aséptico.