No es la primera vez que sucede esto. La Guardia Civil y el Servicio de Aduanas interceptan un barco con droga y luego lo dejan ahí atracado, in eternum, con los precintos puestos, en espera de que algún día se le ocurra a alguien ponerlo en subasta cuanto antes para evitar su saqueo y depreciación máxima. Los barcos expuestos al mar durante tanto tiempo sufren un deterioro muy rápido y más aún si está en una zona en la que es fácil acceder a ellos y saquearlos. El mismo trabajador de la calle Marqués de la Hermida que nos comentaba antes estas cosas nos describe un interior del velero con un equipo de mucho valor.
Todo lo que había ahí adentro era valioso y, por tanto, objetivo preferente para saqueadores del puerto. Es que ya ha pasado otras veces y parece que aquí nadie aprende la lección. ¿Cómo no van a robar todo o a ocupar los barcos, igual que si fueran casas, con la impunidad que hay por todas partes y si no hay nadie que se lo puede impedir?
No es el único caso. Un trabajador del barrio nos cuenta que hubo dos barcos, los Josines, que estuvieron años atracados por aquí y que fueron atracados en otros sentidos. Se llevaron hasta los cristales.
Los yonkis se pinchaban ahí y nosotros íbamos a jugar al escondite. Estamos aquí porque Dios es justo.
Es un barrio de gente trabajadora que también tiene un poco de mala fama por determinados elementos que lo habitan y que se dedican al tema del hampa.
Uno de los peores delincuentes del barrio le dio en su día tal cuchillada a un paisano que le llevó medio papo. Tal vez fuera un ajuste de cuentas con una deuda no cobrada, ya que este maleante es un prestamista de gente del bajo mundo. Y cuando la policía llegó a ver qué sucedía ocurrió lo más sorprendente de todo, ya que uno de los agentes entró en shock al ver a este hombre con la cara abierta en canal. Llegó a caerse la pistola de las manos al suelo y tardó en reaccionar debido a la impresión que le causó este horrible espectáculo que no se esperaba.