Hobbits reales que tuvieron que vérselas con animales tan grandes como el dragón de Komodo
Vivieron hace no tanto tiempo en una remota y bastante inaccesible isla de Indonesia, donde no se pensaba que había ha existido nunca rastro alguno de población homínida anterior a la que actualmente puebla el archipiélago. Sin embargo, el descubrimiento en 2004 del Hombre de Flores rompió muchos moldes dentro de la comunidad científica en general. Porque estamos ante un pariente bastante cercano a nosotros, aunque a la vez bastante diferente, que muy probablemente llegó a convivir con el ser humano actual.
Es más: resulta probable que el propio ser humano actual, homo sapiens sapiens, al conquistar esas islas en su camino hacia los confines de Oceanía y Australia, tuviera mucho que ver en la extinción de esta gente menuda que vivió en la Isla de Flores en la época en que ya éramos cromañones. es decir, seres humanos actuales, como los que compitieron en otros lugares del mundo con los neandertales y los arrinconaron hasta extinguirlos. Y en este caso no fue diferente, con la más que probable diferencia de que eran mucho más cercanos a nosotros que los neandertales mismos.
Estos hobbits reales tenían el tamaño de un niño, pero tuvieron que vérselas con animales tan grandes como el dragón de Komodo y una cigüeña carroñera gigante y siniestra como las que podemos ver en los documentales de África. Un pajarraco de casi dos metros de altura qué tal vez depredase en los homínidos más diminutos de los que tenemos noticia en tiempos recientes.
Elefantes enanos y ratas y cigüeñas-buitre gigantescas
Para amenizar el ecosistema en que tuvieron que vivir nuestros hobbits de la Isla de Flores pudieron contar también con la presencia de varanos y ratas gigantes, los cuales debieron suponer a la vez enemigos y presas para estos homínidos. Y aún no hemos llegado a lo más sorprendente, pues el efecto de adaptación a la isla produce subespecies sorprendentemente grandes o todo lo contrario, en comparación con la misma especie que vive en el continente. Y este es el caso del Estegodón, un antepasado de los elefantes actuales, que en la isla alcanzaba el tamaño de un caballo pequeño, más o menos. Un gigante, en todo caso, para estos hombres de flores que se tenían que conformar con cazar a los más accesibles ejemplares jóvenes y crías.
Así lo atestigua una cueva de esta isla que está atiborrada de restos de todos estos animales y en particular de los pequeños elefantes. También es de destacar la existencia de muchos búhos que cazaban en una población de roedores abundante y de tamaño muy variable, pues las ratas gigantes de la Isla de Flores podían medir como un perro pequeño, siendo este lugar todavía un hábitat de ratas gigantes hoy en día.
Hay muchos misterios por aclarar en cuanto a los hobbits de la Isla de Flores
¿Hasta qué punto eran cazadores o presas dentro del surrealista ecosistema de la Isla de Flores? ¿Realmente esas cigüeñas gigantes depredaban sobre ellos, se limitaban a rivalizar por la carroña o ni siquiera eso? ¿Qué puesto ocupaba el Hombre de Flores en el ecosistema de la zona? ¿Se convertían en presas de los dragones de Komodo si se ponían a tiro de ellos o era al revés? Y las preguntas son las mismas con respecto a las ratas gigantes y los varanos, pues no debemos olvidar que estamos hablando de homínidos realmente pequeños, que podían convertirse en presas de cualquier potencial depredador.
También hay una pregunta muy importante que ha dejado en el aire la isla de Flores y sus misterios, pues se ignora hasta qué punto hubo participación humana actual, los antepasados de los actuales aborígenes australianos, en la desaparición completa de esta misteriosa gente. Nuestros más recientes y acaso parecidos parientes si es que no eran seres humanos ya completos.
Hay muy poca luz sobre lo que realmente eran los hobbits y la existencia que vivieron
Ahora vamos a analizar, uno por uno, a los personajes de esta historia curiosa, pero difícil de comprender si no se lee bastante y se visualizan unos cuantos vídeos divulgativos confeccionados por gente que realmente sabe de lo que está hablando. Y es que estamos hablando de un asunto que se pierde literalmente en la noche de los tiempos, pero además de una comunidad humana tan pequeña en todos los sentidos, tan aislada en su pequeño mundo. Por lo tanto, todos son misterios en torno a ellos y hay muy poca luz sobre lo que realmente eran los hobbits y la existencia que vivieron.
Para empezar, subrayar el hecho de que no estaban solos en su pequeño mundo insular, ya que otros verdaderos y completos humanos pisaron la Isla de Flores, aunque no está muy claro si convivieron exactamente en el mismo espacio tiempo. Lo único que tenemos claro es que hubo una erupción volcánica muy fuerte que pudo afectar demasiado a un hábitat tan restringido y no sólo a los pequeños hombres de Flores. Estamos hablando de que los Estegodontes, elefantes isleños del tamaño de una vaca, que formaban parte de la dieta habitual de estos hobbits, desaparecieron por esa época de los registros fósiles, tal vez muy afectados por los cambios que introdujo el volcán.
Tengamos en cuenta que las islas aparecen y desaparecen por la actividad volcánica con bastante efectividad, por lo que no sería raro que la extinción de estos animales afectara muy negativamente a la dieta de los demás habitantes de la isla de Flores. Y, por cierto: los estegodontes no eran antepasados de los elefantes actuales, sino compañeros de un mismo viaje evolutivo en el que convivieron con los elefantes actuales hasta su extinción. Con unas características físicas propias muy diferentes a las de los modernos elefantes. Y hay que resaltar que los estogodontes que vivían en el continente eran del tamaño de un elefante, pues el efecto reductor de la Isla de Flores se limitó a ese ecosistema.
Los propios elefantes pigmeos los matarían con bastante asiduidad
Los hombres de Flores, por su parte, sólo eran capaces de cazar a los individuos más jóvenes de esa especie, pero: ¿quién cazaba al Hombre de Flores? Los propios elefantes pigmeos los matarían con bastante asiduidad si se ponían en su camino y les molestaban, simplemente como defensa propia, tal y como hacen los modernos elefantes de hoy en día. Y es que es de suponer que estos estegodontes no tuvieran grandes rivales en una isla, en la que no había grandes depredadores conocidos más allá del dragón de Komodo, que se vería completamente incapaz de cazar a un individuo adulto de esta especie.
Sin embargo, esto no quiere decir que no se comieran su carne, pues casi todos los depredadores son en mayor o menor medida carroñeros. Y tanto los homínidos como las ratas, los dragones de Komodo y varanos, así como las propias cigüeñas buitre, son ante todo carroñeros. Depredadores no tan hábiles como los grandes felinos o los lobos, pero que se pueden convertir en cazadores oportunistas llegado el momento. Y ahí estaría el momento crucial en el que estos depredadores tan peculiares se encontrarían y sin duda competirían, la carroña al aire libre siempre ha sido un festín del que todos quieren participar. En todos los ecosistemas.
El choque más brutal tendría lugar entre estos pequeños homínidos y los dragones de Comodo
El choque más brutal tendría lugar entre estos pequeños homínidos y los dragones de Comodo, lo que sería para los hombres de Flores como enfrentarse con auténticos dinosaurios. Y es que, hoy en día, aunque son raros, los ataques de los dragones de Komodo contra personas ocurren cada cierto tiempo. Bien porque niños aislados están jugando en su zona de acción, bien porque unos turistas se adentran sin saber en su territorio y son rodeados por una manada de dragones. En cualquier caso, aunque son ataques raros, una vez que se deciden son bastante agresivos y no dudan en matar y comerse a los seres humanos. Algo que no pasa tanto hoy en día, porque están bien alimentados por el turismo y la fuente de alimento que supone la cercanía del ser humano, pero esto no sería así en la Isla de Flores de hace varios miles de años.
En esas circunstancias, los dragones de Komodo estarían siempre hambrientos y seguramente sufrirían de superpoblación. Además, los hombres de la Isla de Flores no abultan mucho más que un chimpancé y hoy en día son bastante comunes los ataques de estos dragones contra los monos, a los que engullen enteros con una facilidad pasmosa. En el caso de los seres humanos actuales, en su edad adulta, necesitan despedazarnos primero para poder devorarnos. Pero un hombre de la Isla de Flores y no digamos un niño, de esa población tan reducida, resultarían en presas demasiado fáciles y asequibles para unos depredadores que, además, se mueven y cazan en manada.
Lo único que el hombre de la Isla de Flores podría oponer, para defenderse de semejante agresor o agresores, sería su capacidad de elaborar herramientas y estrategias. Y es que está atestiguado que podían hacer esto, si bien no está comprobado que tuvieran alguna ciudad de producir arte abstracto.
Y éstas serían las amenazas potenciales para estos curiosos hobbits, empezando por los propios elefantitos de los que se alimentaban, pero cuya cacería implicaría un espectáculo parecido a ver a niños de ocho años intentando matar una vaca.
La presunta amenaza de las cigüeñas buitre es bastante discutible
Por otro lado, la presunta amenaza de las cigüeñas buitre es bastante discutible, pues no se trata de animales tan agresivos ni mucho menos con el ser humano. Sin embargo, no sería nada raro que atacasen a miembros aislados de estas pequeñas comunidades, cuando no contaban con el respaldo del grupo, tal vez en la competición por una carroña. Y mucho más probable resulta que atacasen a los niños, del tamaño de un animal pequeño. De hecho, las cigüeñas marabú actuales no dudan en atacar y destripar a los flamencos enfermos, por ejemplo, así como depredar todo tipo de pequeños animales a su alcance.
El sobrenombre científico de esta subespecie de marabú, robustus, hace referencia a la robustez de sus huesos, lo que podría indicar que fuera un ave no voladora. Tal vez por falta de enemigos naturales desarrolló esta incapacidad, pues no le hacía falta volar y gastar energía en eso.
En el tema de los varanos y las ratas gigantes pasaría un poco lo mismo. Ellos conforman, todavía hoy, la escala más baja de los depredadores oportunistas, que en realidad se alimentan un poco de todo. Sin embargo, debemos tener en cuenta siempre que estamos hablando de ratas muy grandes y homínidos muy pequeños, que es casi seguro que se alimentarían de las ratas, puesto que un montón de huesos de estos roedores se han encontrado en la famosa cueva donde se descubrió todo esto.
Todavía hoy en día existen varias especies de ratas gigantes en la Isla de Flores
Todavía hoy en día existen varias especies de ratas gigantes en la Isla de Flores. Animalitos que harían dar gritos de espanto a cualquiera que nos los pudiéramos encontrar, el plato de proteínas más efectivo y asequible para nuestros amigos los hobbits. Las ratas son los auténticos indígenas de la Isla de Flores y su permanencia se puede atesturbar a lo largo de todos los estratos evolutivos de casi 200.000 años que se preservan en la cueva. Todos los demás animales van y vienen, pero las ratas siempre están ahí con diversos tamaños y características.
Y no nos podemos olvidar de que el mayor enemigo natural para el ser humano es otro ser humano, por lo que no sería de extrañar que clanes diferentes de la isla compitiesen entre sí y se mataran. Una práctica que se llevó a cabo en Atapuerca por todos los linajes de homínidos que hubo en esas cuevas durante un millón de años. Y las razones para matarse no serían sociales ni políticas, sino simplemente la competencia brutal por el alimento y el territorio de recolección y caza. También pudo haber competencia por las hembras, como en cualquier otra especie de mamíferos y no mamíferos. No olvidemos que los dragones de Komodo machos establecen brutales peleas por el derecho a aparearse. Un espectáculo gratuito al que los hombres de la Isla de Flores tendrían acceso y que resultaría, sin duda, sobrecogedor para ellos.
La existencia en la Isla de Flores de la especie de buitre africana más característica
Otro apunte interesante es la existencia en la Isla de Flores de la especie de buitre africana más característica y endémica de ese continente. Otra prueba más de que muchos animales, como esta cigüeña buitre marabú y el buitre africano, vinieron desde África a la conquista de Oceanía, aunque al final se convirtieron en callejones sin salida en la evolución. Porque se quedaron completamente aislados. Y es que estamos hablando de animales que no sobrevivieron a los procesos naturales que se vivieron en la Isla de Flores en esos misteriosos cincuenta mil años antes de nuestra era. Porque el hombre del Isla de Flores y la cigüeña buitre se extinguieron en el ecosistema isleño junto a este buitre africano. El dragón de Komodo, el varano gigante y las ratas, no. Tal vez porque no dependían tanto del estegodonte, que pudo ser el animal clave para la existencia del hombre de la Isla de Flores.
De todos modos, tampoco hay pruebas claras de que el hombre de la Isla de Flores se extinguiera en un momento dado: simplemente sabemos que su presencia se desvanece de la principal cueva donde se han encontrado todos estos huesos, pero eso pudo ser precisamente por la actividad del volcán. Y es muy probable que haya otros restos de otras colonias de estos homínidos por toda la isla, con el problema de que el ambiente húmedo y tan cambiante de la selva hace difícil su localización y conservación.
Cabe la razonable posibilidad de que el hombre de la Isla de Flores simplemente se mudase de la cueva hacia otro hábitat
Por lo tanto, cabe la razonable posibilidad de que el hombre de la Isla de Flores simplemente se mudase de la cueva hacia otro hábitat dentro de la isla. Pero igualmente se extinguió en un momento concreto que no conocemos, eso seguro, junto a los estegodontes a los que tanto cazaba.
También hubo muchísimos búhos en la Isla de Flores, en esta misma época, lo que no es de extrañar debido a la elevada población de roedores. Por lo tanto, es difícil determinar hasta qué punto el Hombre de Flores se alimentó de las ratas, ya que otros animales de su entorno se las comían.
Asimismo, es un misterio cómo llegaron a la isla todos estos ejemplares terrestres desde el continente. Evidentemente, en el caso de los elefantitos y los hombres de la Isla de Flores no pudieron llegar volando. Tuvieron que hacerlo caminando, seguramente sobre conexiones de tierra firme que unían el continente asiático con esta isla. Porque la teoría de las balsas no explica que los estegodontes también viajaran junto a los homínidos, luego en algún momento tuvo que haber tierra firme entre las distintas islas y el continente. La migración no se pudo dar de otra manera. Y es importante destacar que no se trata de una isla pequeña, como tantas veces se ha repetido, sino que equivale a la mitad de Galicia y a más de cuatro veces el territorio de Mallorca.
Existen muchas teorías y hasta la leyenda local de que estos hobbits siguen vivos
Sobre su extinción existen muchas teorías y hasta la leyenda local de que estos hobbits siguen vivos, lo que constituye una auténtica locura, pero que podría tener su explicación en el reducido tamaño y el atraso cultural endémico de la población local actual de estas islas. Recordemos que es de los pocas regiones del mundo en donde existen pigmeos y caníbales, es decir, seres humanos que matan a otros seres humanos y se los comen.
Ahora que está tan de moda el cambio climático, lo que es una reverenda chorrada por definición, ya que el clima cambia siempre, también conviene apuntar que el clima de la Isla de Flores pasó de ser desde bastante seco a más húmedo, como corresponde a la jungla de la actual Indonesia.
El dragón de Komodo, por ejemplo, no se extinguió nunca, pero sí dejó de estar en la cueva, tal vez porque nunca fue allí sino llevado por los homínidos de Flores. En la actualidad, estos enormes varanos persisten en una de las colonias más grandes del mundo, pues la conservación del dragón de Komodo se limita a cinco islas.
También está la teoría de que el volcán o los modernos seres humanos, mucho antes de que los portugueses redescubrieran esta isla, pudieran haber actuado de forma determinante contra la supervivencia de estas comunidades pequeñas. En realidad, cualquier factor climático o ambiental de cualquier tipo pudo haber sido fatal para unas comunidades de animales y homínidos tan restringidas y aisladas. De hecho, el tamaño tan reducido de los homínidos y los elefantes podría indicar una escasez endémica de espacio y comida, en condiciones normales, por lo que cualquier alteración de cierta magnitud podría ser un empujón último hacia la extinción.