Miguel de Cervera (autor de Los cuatro naufragios del Capitán, disponible firmado en info@ponteaclick.com y el 623191492) es una de las personas que más interesa puesto en el tema de los ñáñigos, unos grandes olvidados de la historia reciente de España y el Caribe. Sin embargo, esta secta que quiso ser peligrosa y lo fue ha dejado abundantes rastros en las páginas de los periódicos en su época de mayor esplendor. Huellas indiscutibles del terror y la perplejidad que causaron en la sociedad caribeña de su época, en especial en Cuba, donde causaron cientos de víctimas inocentes y además formaron parte del nervio más duro de las fuerzas independentistas.
Miguel de Cervera nos cuenta los secretos de los ñáñigos de Cuba en el Imperio Español
La verdad es que es un tema muy interesante de pocos conocen y mucho menos fuera de Cuba. Se trata de un extraño antecedente de las bandas «latinas» actuales y hasta del Black Lives Matter, pero en una versión más genuinamente africana y constituyendo una amenaza en toda regla para las autoridades españolas de la época. Por aquel entonces, no tenían a personajes como Isabel Ayuso o Pablo Iglesias, quienes afirman sin ruborizarse que delincuentes comunes, originarios de otro país, son ciudadanos españoles de pleno derecho como cualquiera. De hecho, ni las actuales bandas latinas ni los ñáñigos han querido nunca ser españoles, sino todo lo contrario. Siempre se han portado como enemigos, pasando su relato en un victimismo que en el caso de los ñáñigos tiene una razón en su pasado como esclavos en el Caribe.
Un antepasado mío se enfrentó a machetazos en un duelo a muerte con un ñáñigo: Los cuatro naufragios del Capitán
Curiosamente, un antepasado mío se enfrentó a machetazos en un duelo a muerte con uno de estos personajes por lo menos. Y el motivo de la riña fue que el ñáñigo en cuestión insultó a la bandera española, por lo que mi antepasado reaccionó violentamente y se desafiaron. Mi antepasado no dejaba de ser un señorito de Santander del siglo XIX, pero era un verdadero atleta con mucho gusto por las armas blancas y con muy mala leche, dos cosas que tenía en común con estos señores ñáñigos. Por lo tanto, ninguno de los contendientes dudó en participar en semejante desafío caballeresco digno de una película de toda la vida. Una historia real que cuento con otras anécdotas de la época en mi libro: Los cuatro naufragios del Capitán.
Por empezar por algún sitio, en efecto, los ñáñigos no son sino africanos que fueron arrancados de sus tribus en África occidental y llevados para servir como esclavos, en especial en las plantaciones. Un desarraigo traumático que se ejercía con la máxima violencia y deshumanización posibles, pero estas personas secuestradas se llevaron a América lo único que no pudieron quitarles: sus tradiciones más íntimas. entre ellas, lo que ellos llamaban el secreto, sus ritos ancestrales vieron practicando en la clandestinidad del destierro caribeño.
En realidad, el hábitat al que iban a vivir en el Caribe no era muy distinto del que habían conocido en África Occidental, pues estamos hablando de manglares y selvas y calor tropical. Pero el trabajo forzado y los abusos que debían sufrir por parte de los terratenientes constituían una realidad para la que en ningún ser humano está preparado. Una situación inhumana que los llevó a unirse aún más en torno a sus ritos tribales de toda la vida. Con una necesidad de defenderse mutuamente acentuada en ese destierro nunca buscado.
Los espartacos negros
Sus festivos trajes de colores, sus exóticas danzas y su secretismo atrajeron desde el principio la curiosidad de mucha gente que les observaba desfilar el día de Reyes con sus trajes de diablillos por las calles de La Habana. Un despliegue carnavalesco que no podía ocultar su verdadera naturaleza sectaria y criminal. Pero tampoco puede negarse que las condiciones inhumanas en que fueron sometidos a la esclavitud y desterrados de África provocaron en ellos un justo resentimiento. Algo parecido a lo que sucedió en la Haití de los esclavos que se rebelaron contra sus terratenientes franceses y que han sido conocidos popularmente como los espartacos negros.
Sus reuniones o logias, por llamarlo de alguna manera, recibían por ellos mismos el nombre de juegos y tenían un marcado carácter del vudú más africano. La verdad es que constituían una verdadera religión al margen del cristianismo que imperaba en el Caribe, como sucedió en muchas otras colonias de esclavos y libertos negros, que se resistían a abandonar sus cultos tradicionales del continente del que procedían.
Desde un principio, los ñáñigos se mostraron muy celosos de sus secretos tribales y no dejaban de ninguna manera que los blancos o los propios mulatos participasen de tales tabúes. No se fiaba de nadie y en el Caribe empezaba a despertarse una curiosidad muy importante sobre estos miembros de una hermandad tan secreta y sus extrañas reuniones. Llamaban la atención sus trajes festivos, llamados trajes de diablillos, así como sus sacrificios de animales y la violencia que desplegaban ante cualquier amenaza o siquiera para ingresar en la primitiva y sugerente orden de los esclavos que se negaban a serlo.
Una prueba de iniciación muy fuerte a los que querían entrar. Ni más ni menos que apuñalar a una persona al azar
Y es que se pedía una prueba de iniciación muy fuerte a los que querían entrar. Ni más ni menos que apuñalar a una persona al azar, pero que tenía que tener unas características. Ser un hombre blanco. Nada más y nada menos que eso. Con la consiguiente plaga de apuñalamientos que empezaron a tener lugar en toda Cuba y en especial en el entorno del activo puerto de La Habana. Un lugar especial para estos hermanos en el rito y en el crimen. Autoridades actuaron en consecuencia con toda la urgencia y la severidad que requerían estos auténticos delincuentes, pues muchas veces elegían a sus víctimas entre el personal más inocente y ajeno a su situación como esclavos o libertos.
Por si fuera poco, los ñáñigos engrosaron muy pronto las filas de la revolución separatista cubana, convirtiéndose en los soldados más fieles de ese movimiento y los más despiadados. Los que mostraban un odio más africano y nunca mejor dicho contra España. Y la medida más adoptada para reprimirlos fue el destierro, de nuevo cruzar el Atlántico, aunque muchos de ellos serían hijos de los primeros esclavos que llegaron y ya no más africanos de África. Eran realmente africanos de Cuba. Pero ahora empezaron a ser desterrados a sitios todavía más extraños para ellos como las islas Chafarinas, Tenerife o Gerona. Y las cárceles más alejadas de su patria caribeña se llenaron de estos delincuentes que más tarde, en la derrota total de España en el Caribe, serían repatriados en masa de nuevo.
Anécdotas terribles sobre los crímenes de los ñáñigos y su represión, con destierros masivos en vapores
En la prensa de la época se cuentan anécdotas terribles sobre los crímenes de los ñáñigos y su represión, con destierros masivos en vapores que marchaban a las cárceles más remotas de la Península Ibérica y las islas españolas del viejo continente. En uno de estos relatos, por ejemplo, se refiere el caso de un aspirante joven a los ñáñigos a quien le sale mal su maniobra de apuñalar a un blanco por la espalda para iniciarse en la hermandad. En pocas palabras, se puede decir que recibió su merecido por su cobarde acción. También se cuenta el caso de una familia de cubanos blancos que sufre el secuestro de su bebé y la mujer, en su desesperación, anima a su marido para salir con la escopeta a buscar al niño por la selva próxima. En ese momento, en un claro del bosque encuentran a un hechicero ñáñigo que estaba a punto de sacrificar a su bebé para sanar a un rico (blanco, él) que sufría de unas dolencias tremendas. Por lo tanto, vemos que la preocupación en general de la gente del Caribe por este tema no era poca y no tiene tanto que ver con las razas. De hecho, se cuenta que el primer juego organizado de los ñáñigos tuvo lugar en la finca de una rica mujer blanca de Cuba, que les permitió realizar allí sus ceremonias.
La realidad es que los ñáñigos y los demás independentistas cubanos fueron derrotados en el campo de batalla por el ejército español
La realidad es que los ñáñigos y los demás independentistas cubanos fueron derrotados en el campo de batalla por el ejército español, al que muchos hijos de Cuba ayudaron con las armas para derrotar a esos representantes de Estados Unidos.
Porque nunca fueron otra cosa y siguen sin ser otra cosa y ahí está la base extranjera de Guantánamo para demostrar quién ganó de verdad la guerra contra España. La ganaron los Estados Unidos ayudados desde Madrid por traidores como Sagasta y después de haber matado a quienes podían impedírselo: el General Prim y Cánovas del Castillo. Una guerra terrorista y cobarde que contaba con la complicidad de Madrid para la mayor humillación contra España, con el traidor Sagasta como maestro de ceremonias, pero también con muchos héroes anónimos que lucharon hasta el final contra esta lacra yanki que nunca fue otra cosa. porque el movimiento independentista cubano siempre fue parte de la estrategia global de estos ladrones imperialistas, que siempre juegan sucio.
Un negrazo grande como una loma
Hasta tal punto llegaba su intervencionismo en la guerra entre España y los independentistas cubanos que les pasaban las armas directamente, en barcos yanquis que no podían ser apresados de ninguna manera, bajo amenaza de guerra. Tampoco se podía desterrar a ciertos personajes como un famoso ñáñigo, un auténtico caudillo de su gente, al que lograron bajar del barco en el último momento con las mayores presiones contra el general español Weyler. Un negrazo grande como una loma, como lo describen en la prensa de la época, que se libró del incómodo y largo viaje hacia los presidios más lejanos del imperio español.
La historia de los ñáñigos sigue presente en la Cuba actual de alguna manera, pero ya no son más esa secta tan peligrosa y con tanta influencia en la sociedad. En su proceso de crecimiento se hermanaron con la Francmasonería y aceptaron a mulatos, primero, entre sus filas, y más tarde a hombres blancos que no debían ser lo mejor de cada casa. Sin embargo, como me cuenta un amigo de origen cubano, que tiene antepasados entre esa gente, los verdaderos ñáñigos nunca permitieron que ningún blanco accediera al secreto. Eso hubiera sido traicionar su herencia africana más pura y exponer su más íntimo tabú.
La verdad última es que los ñáñigos fueron reprimidos con todas las de la ley, en la calle, por las autoridades españolas, y derrotados siempre en el campo de batalla junto al resto de la revolución independentista. Fueron desmantelados como organización criminal y desterrados a los presidios más lejanos y terribles de la España de entonces, al igual que los líderes de la revolución cubana, como José Martí, pero en su caso sufriendo la verdadera cárcel y el verdadero destierro. Sin embargo, la Francmasonería y Estados Unidos consiguieron su propósito de unir fuerzas para acabar con el imperio español, en el Caribe y en otros lugares, utilizando siempre a los ñáñigos como mano de obra barata. Y con la derrota de España vino lo que todos sabemos. En primer lugar, una República cubana sin soberanía y arrojada a la miseria de la última revolución y el bloqueo y la política geoestratégica del mundo. Por lo tanto, en último término, no se puede decir de ninguna manera que el progreso haya acompañado al trabajo de los subversivos de todas las épocas y a la obra equivocada de separar a los cubanos de sus hermanos de España.
Hace un año, el equipo de videograbación de Miguel de Cervera grabó un spot sobre Los cuatro naufragios del Capitán, en el cual se describe un duelo a muerte real de los ñáñigos