¿Sabías que una batalla de la Guerra Civil Española inspiró a Metallica y a Hemingway? Y no es el único tema que se ha hecho mundialmente famoso y que se ha visto inspirado por los eventos de la Guerra Civil Española. Una canción que se hizo muy famosa hace unos 30 años se titulaba: If you tolerate this, then your children will be we next. Basada en los supuestos genocidios del Ejército Nacional, por supuesto. Originalidad 100%.
Por quién doblan las campanas, de Ernest Hemingway
Pero tal vez la obra más famosa sobre la Guerra Civil es Por quién doblan las campanas, de Ernest Hemingway. Curiosamente, al igual que la canción de Metallica, también se basaría y en primer lugar en esta batalla en las cercanías de Segovia de la que vamos a hablar ahora. Sobra decir que todas estas obras culturales de alcance mundial tuvieron siempre un prisma favorable a los derrotados en el conflicto. Los que disparaban pistolas de agua y nunca violaron ni robaron todo lo que pudieron.
Esta historia tiene cierta relación con mi familia, ya que mi abuelo Eugenio Carlos se encontraba cursando estudios acelerados para alférez provisional de artillería en la Academia de Segovia cuando ocurrió esta ofensiva. Hacía tanto frío en este edificio que, en ese invierno, para dormir mejor, habían salido afuera a dormir al raso porque era mejor que dentro de este edificio militar. A consecuencia del inesperado ataque en esa zona más tranquila del frente, donde se encontraba la Academia de Artillería, todos los alumnos estuvieron a punto de ser movilizados para incorporarse de urgencia para reforzar a la sobrepasar la guarnición del lugar. Sin embargo, al estar controlada la situación desde casi el primer momento, no fue necesario interrumpir el curso de estos oficiales provisionales.
La batalla de la Granja de Segovia fue un fracaso rojo
Esta batalla de la Granja o de Segovia tuvo mucha importancia, a pesar de ser un combate limitado, porque el Gobierno comunista de Madrid tomó la iniciativa de atacar por aquí para evitar un gran desastre. estratégicamente se intentó evitar que las tropas nacionales entrasen en Vizcaya y tomasen Bilbao y todo el norte. Sin embargo, dicho objetivo a gran escala no se pudo conseguir y la ofensiva de Segovia apenas distrajo fuerzas nacionales de otros frentes.
La batalla de la Granja de Segovia fue un fracaso rojo en todos los aspectos como luego también lo fue Brunete. En ambos casos se perdieron, respectivamente, como consecuencias de esas dos derrotas, Bilbao y Santander respectivamente. Ambos intentos fueron un fracaso total tanto en el campo de batalla como en la estrategia general de la Guerra, pues no sirvieron para distraer fuerzas significativas de ninguno de los frentes del Norte. Lo que se consiguió en todo caso fue retrasar algunos días la toma definitiva de la región montañesa, que dio a su vez paso a la conquista nacional de Asturias. La ofensiva de Segovia o de la Granja constituye, por tanto, con toda probabilidad, uno de esos errores imperdonables que te cuestan la guerra al final. Sin embargo, también hay que tener en cuenta el personal con el que contaba el Frente Popular: una gran diferencia con el disciplinado, unificado y profesionalizado Ejército Nacional, que constantemente les daba unas palizas tremendas por todas partes.
La falta de mandos cualificados en todos los niveles de todas las unidades fue probablemente el mayor defecto del llamado Ejército Republicano, el cual también tenía otro problema gravísimo en la división que existía entre sus propios miembros y también en todos los niveles. Porque ahí había posturas tan irreconciliables como las de los comunistas y los anarquistas, pero también la separación brutal entre separatistas y españoles convencidos de serlo. Un problema que se notó especialmente en el Frente del Norte y que provocó que la victoria nacional fuera especialmente espectacular y rápida en esta zona.
La caída del Norte significó para ellos el mayor desastre de toda la guerra
El Gobierno de Madrid sabía perfectamente con qué recursos contaba en cada lugar y anticipaba el tremendo palizón que les iban a dar los nacionales en cuanto empezaran a atacar Vizcaya o la conservadora provincia de Santander. Los gudaris del PNV y los batallones santanderinos y asturianos no se podían ni ver ni mucho menos iban a hacer causa común cuando no se ponían de acuerdo ni siquiera en si eran un único país.
Por eso aceleraron los preparativos para acabar de formalizar su Ejército del Centro y meter presión a las fuerzas nacionales que sometían a un estrecho cerco a Madrid. Una serie que constituía un auténtico as en la manga de los nacionales, que obligaban a los enemigos del Frente Popular a sostener una defensa complicadísima. Pero más complicado iba a ser todavía defender el norte si no tenían éxito en Segovia o más tarde en Brunete, al otro lado de la ciudad de Madrid. Sin embargo, todos sus esfuerzos fueron en vano y la caída del Norte significó para ellos el mayor desastre de toda la guerra.
Los atacantes rojos contaban con los más modernos medios de combate
En la guerra nunca sale gratis a nadie del todo. Los nacionales perdieron muchos soldados en esta ofensiva y ellos sí que contaban a sus muertos, por cierto, mientras que la criminal incapacidad y despreocupación de la oficialidad contraria pasaba de todo. Sin embargo, hubo un incidente que fue especialmente dramático y se trata del accidente aéreo del general Mola, que muchos han querido ver como un atentado fabricado por los servicios de inteligencia alemanes o por el propio Franco. Y es que este general tan importante, verdadero cerebro del lanzamiento nacional del 18 de julio y director de Seguridad de la República, era el comandante en jefe de todas las fuerzas del Ejército del Norte. Un peso pesado del bando nacional que veía con preocupación la posible progresión de la ofensiva de Segovia sobre Madrid, por lo que decidió desplazarse allí directamente para observarlo todo de cerca. Y su avión nunca llegó a su destino porque se estrelló en unas montañas en la provincia de Burgos.
Los atacantes rojos contaban con todo el apoyo y la superioridad de los más modernos medios de combate e inclusive los más modernos y equipados tanques del momento, pero no fueron capaces de asegurarse el dominio del aire, que fue fundamental y lo sigue siendo hoy en día en cualquier campo de batalla del mundo. Por su parte, los defensores tenían a su favor una mayor profesionalidad de las tropas y de los oficiales y yo diría que una mayor motivación, porque la moral de Victoria fue una ventaja absoluta que tuvieron los nacionales durante toda la guerra. Creían en la victoria y se sentían parte de la misma en la convicción de que el triunfo y el futuro era de ellos.